Un músico fuera de serie, homenaje a Esquivel

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Desde hace año y medio, la Orquesta Nacional de Jazz se ha dedicado a investigar la vida y obra de Esquivel, transcribir su música y prepararla para el homenaje que le harán en el Teatro de la Ciudad

 

El próximo domingo tendrá lugar en el Teatro de la Ciudad un acontecimiento histórico para la música mexicana. Se trata de la primera vez que piezas de Juan García Esquivel son ejecutadas por mexicanos en su mayoría. El homenaje, que conmemora 100 años del natalicio del compositor, corre a cargo de la Orquesta Nacional de Jazz.

¿Pero quién fue Esquivel? Un personaje fuera de serie. Así se refiere a él Manuel Huízar, flautista y coordinador general de la Orquesta Nacional de Jazz. Baste asomarse levemente a su lista de recursos sonoros e instrumentales para comprobarlo. Utilizó lo mismo “zuzuzeos” y “papapeos” —versiones muy suyas del tarareo— que guitarras de doble mástil, clavecines, theremins y percusiones tan exóticas como su intrincada red de referencias musicales.

“Esquivel es a la música pop lo que Aaron Copland a la música seria o John Coltrane al jazz”, escribió alguien para Variety, cuyo tino fue poner en una misma frase tres personajes con ímpetu de expansión y capacidad para diluir fronteras musicales.

En plenos años 50, Esquivel estaba entregado de lleno a eso que fue bautizado como space age pop y que era una especie de música de big band llevada a un futuro imaginario de la mano de instrumentos exóticos y mentes geniales, como Les Baxter, Perrey & Kingsley, Enoch Light o Henry Mancini.

Normalmente, la Orquesta Nacional de Jazz está conformada por 18 músicos. Pero para el concierto que han llamado Esquivel 100 serán 24 los reunidos bajo la batuta de Tim Mayer. En el sax tenor, Diego Franco; en el saxofón alto, Rubén Chong; en el sax barítono, Jonathan Garrido. En las trompetas, Toño Moreno, Enrique Canol y Chuy Jiménez; en la flauta transversal, el propio Huízar; en los trombones, Jakub Dedina y Víctor Correa; en el corno francés, Carlos Frausto.

En el órgano, Carlos Sustaita; en el contrabajo, Emiliano Coronel; en la guitarra, Aarón Flores; en el piano, Roberto Verástegui; en la steel guitar, Pablo Reyes. En la marimba y el vibráfono, Tania Nandayapa; en las percusiones latinas, Miguel Cruz (músico de Paquito de Rivera); en la batería, Andrés Márquez; en la percusión orquestal, Óscar Sánchez; en las voces, Laura Itandehui y Persi Vignola, y como invitadas especiales, Iraida Noriega y Suzanne Long.

¿Cómo es que la Orquesta Nacional de Jazz decide hacerle un homenaje a Esquivel?

Manuel Huízar: Uno de los objetivos por los que hicimos la orquesta, aparte de generar espacios de enseñanza, es generar repertorio original de compositores mexicanos. Y otro es el rescate de nuestra música. Nos dimos cuenta que había un mexicano que había avanzado mucho —aunque en lo suyo no sea propiamente jazz y no haya mucha improvisación—, que diseñó un color, que fue referencia en Estados Unidos, al que ponían al mismo nivel de Duke Ellington en lo orquestal… Y este 2018 que se cumplen 100 años de su nacimiento, se nos hizo muy interesante el proyecto de transcribir su música, de llamar a los músicos, de investigar su historia. Fue un innovador como ingeniero y como músico.

¿A qué atribuyes que esté en el olvido?

Porque él se hizo en Estados Unidos. Se va en los 50, y allá es donde hace lo del sonido estéreo, todas esas composiciones celebradas, también música de series y caricaturas. Entonces, realmente toda su carrera es allá, mientras que aquí se quedó Pérez Prado y todas estas orquestas. Esquivel vuelve después de que hizo todo, de haberle dado un sonido a Las Vegas y de entrar a ese círculo de compositores muy respetados, como Quincy Jones o Henry Mancini. Sus instrumentistas eran los mejores. En aquel momento tenía dinero, así que le hablaba a los mejores músicos sesionistas. ¡Traía unas trompetas increíbles! Ya lo escuchamos en los discos. Esquivel es un grande, fue un innovador en todo lo que hizo. En instrumentación, por ejemplo, porque era como una big band, pero metía de pronto un corno francés, y luego metía la sección de percusión orquestal, que es gigante… Luego, está la inclusión de guitarra hawaiana, o cuatro voces, y cómo armonizaba. Esquivel es un fuera de serie. Simplemente creo que no nos hemos dado cuenta de lo que tenemos con Esquivel.

Tengo la impresión de que este homenaje está provocando entusiasmos entre público muy diverso.

Es que Esquivel abarca mucho. Abarca niños, gente muy grande… Por ejemplo, con la música de Burbujas, si se la pones ahorita a niños, puede gustarles, lo mismo a gente grande. Pero también en Estados Unidos, él ha influenciado demasiado. Hace unos días encontré unas publicaciones de Estados Unidos donde se mencionaba que hasta Beavis and Butt-Head lo usan en sus episodios; también mencionan que Matt Groening era admirador de Esquivel. Eso no lo sabía. Sabía que Sinatra, por ejemplo, era seguidor de su trabajo, o Walt Disney. Es increíble darnos cuenta de que esos sonidos eran de un mexicano, y eso los hace parte de nosotros y parte de nuestra identidad. Para nosotros, la innovación debe surgir a partir de una tradición. Ahora tenemos la oportunidad de dar seguimiento a esa tradición, porque ya tenemos el talento para hacerlo. Tenemos muchas cosas por rescatar. Esquivel 100 es una oportunidad para redescubrir lo que tenemos en nuestra cultura.