25 de agosto 2025
Por: Redacción

Flora citadina: los árboles exóticos que adoptamos

Amados por muchos y odiados por otros, existen especies provenientes de otros países que ya consideramos chilangos honorarios. ¿Qué percepción tienes tú de ellos?

Por Francisco Arjona*

No podemos contar la historia de la ciudad sin sus árboles. Desde la vegetación riparia prehispánica, los frutales que llegaron con la colonización y las especies australianas que arribaron con el Porfiriato, hasta la reciente explosión de especies florales y tropicales, cada árbol tiene su historia y conocerla es una forma distinta de leer la CDMX. Así que, tras detenernos en los árboles nativos, hoy lo hacemos en los extranjeros.

Jacaranda

Las jacarandas son el árbol que identifica a la ciudad en primavera, y a veces desde antes. Su floración lila tiene una popularidad que va tan en ascenso como su cantidad de detractores por su historia de colonización e imperialismo.

Son un símbolo del colonialismo inglés en África y Australia. Fueron llevadas por los botánicos imperiales y se convirtieron en parte de los barrios blancos de las ciudades coloniales. Por otra parte, el imperialismo estadounidense obligó a Japón a abrirse al mundo, lo que derivó en que los jardines japoneses se pusieran de moda en las casas de la burguesía europea y estadounidense.

Las jacarandas llegaron a México en las primeras décadas del siglo XX gracias a Tatsugoro Matsumoto, un jardinero japonés establecido en México. El entonces presidente Pascual Ortiz Rubio pretendía embellecer la ciudad e imitar el paisaje de cerezos creado en Washington, por influencia nipona, pero esos árboles no prosperarían en nuestras tierras.

Las primeras jacarandas de la ciudad fueron plantadas en la calle de Veracruz, que comparten las colonias Roma y Condesa. Después, su cultivo se extendió a Polanco, Del Valle y Narvarte. Para la segunda mitad del siglo XX se habían convertido en uno de los árboles más representativos de la CDMX.

Las redes sociales hicieron populares a estos árboles originarios de Brasil, pero con esa fama también llegó el hate relacionado a que es una especie invasora: incluso hay gente que invita a dejar de plantarlas.

Eucalipto

Mucho se dice de los eucaliptos: que si se caen fácilmente, que si no permiten que nada crezca alrededor, que si consumen mucha agua, que si son invasores… y aunque algo hay de cierto en todo ello, la culpa no es del árbol sino de quien decide plantarlo.

Fueron traídos a México en la segunda mitad del siglo XIX para mejorar las condiciones ambientales y la salud de las personas cuando todavía existían los lagos, no había drenaje público y la ciudad se inundaba. Esto provocaba epidemias de cólera y tifoidea, por lo que se propuso la plantación de árboles medicinales siguiendo modas europeas.

Los primeros eucaliptos fueron plantados en el Zócalo; se les llamó “Gigantes”, nombre que ya sólo sobrevive en zonas rurales. Rápidamente se hicieron populares en todo el país, e igual de pronto nació y se extendió su mala fama. Esto fue en el siglo XX con su uso masivo para reforestar los bosques de la ciudad, como la Sierra de Guadalupe y el Cerro de la Estrella, tras la desecación de los lagos.

Originarios de Australia, en el mundo hay alrededor de 600 especies de eucaliptos, pero en la CDMX tenemos unas ocho, de las cuales dos son las más comunes: el rojo y el azul.

Palmera canaria

Las palmeras canarias son de las más plantadas a nivel internacional. Son originarias de las Islas Canarias y están estrechamente emparentadas con las palmeras datileras. Se popularizaron en Niza, en el sur de Francia, y en otras ciudades de la costa mediterránea durante la segunda mitad del siglo XIX. De ahí saltaron a Estados Unidos, donde se convirtieron en uno de los íconos de la ciudad de Los Ángeles y el estilo neocolonial californiano.

En México, su introducción fue a inicios del siglo XX, durante el Porfiriato, pero fue en las décadas de 1930 y 1940 cuando se convirtió en la especie característica de colonias en desarrollo como la Narvarte y Polanco. La idea de traerlas a la CDMX vino de un viaje de diplomáticos mexicanos a Los Ángeles. Aún podemos ver sus plantaciones masivas en avenidas como Dr. Vértiz, Diagonal San Antonio y Las Palmas.

En los últimos años una epidemia causada por distintos microorganismos como hongos y fitoplasmas arrasó con la mayor parte de las palmeras canarias de la ciudad. Aunque esto se detectó desde el 2013, fue hasta el 2022, con la muerte de la Palmera de Reforma, una de las más viejas de las que se tiene registro en la ciudad (115 años aprox.) cuando la noticia y la epidemia explotaron.

Ficus

¿Quién no ha visto un árbol hecho casita, bolita, cubo o hasta figuras abstractas que rayan en el arte conceptual? O a veces en el “mal gusto”. Este estilo se conoce como poda topiaria y la especie más utilizada para hacerla son los ficus.

Nativos de las selvas tropicales del sudeste asiático, los ficus se convirtieron en uno de los árboles más populares en los últimos 40 años debido a su tolerancia a este tipo de podas, pero también por ser árboles inmensos.

En zonas tropicales desarrollan raíces aéreas que aumentan el tamaño del tronco, o incluso que se convierten en nuevos troncos y ayudan a sostener las ramas y la copa. Pero tanta belleza a veces lleva su lado negativo, y en el caso de los ficus sus raíces pueden levantar cimientos y tapar tuberías. Aunque la infraestructura se repara, casi siempre para hacerlo se le cortan raíces al árbol y esto influye en su salud y estabilidad. En situaciones más drásticas, los ficus terminan talados para componer una simple banqueta.

*Texto adaptado para Chilango Diario

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