Diversas especies de árboles y plantas han sido inmortalizadas a través del lente de Enrique Macías Martínez; descubre su trabajo que preserva la belleza botánica y recuerda el porqué debemos cuidar lo que crece en silencio
Frente a nosotros, mientras esperamos sentados en una banca, se encuentra el triste recordatorio de lo que fue un árbol. Hace sólo unos meses, el tocón detrás de la Puerta de los Leones de Chapultepec era un espécimen de varios metros de altura y con hojas verdes. Un incendio provocado le quitó la vida; así como ocurre con los seres humanos, porque el fotógrafo profesional Enrique Macías Martínez me recuerda: “Todos nacemos, crecemos y morimos, igual que los árboles”.
Enrique Macías Martínez, “Leñas” para sus amigos, ha dedicado aproximadamente 15 de sus 25 años de carrera a la fotografía botánica. Esta pasión lo ha llevado a creer que, al enamorarnos visualmente de los árboles, podemos entender que tienen una personalidad, un carácter, una edad y hasta una historia detrás, como cualquier animal o persona. Como él mismo dice: “En todos los árboles que llevo trabajados, siempre hay alguien al lado cuidándolos”. Alguien que puede darles voz.
El fotógrafo pone como ejemplo a esos testigos que cuentan que un árbol “se asustó por el terremoto y murió”, o al señor de la basura que le preguntó el porqué tenía tanto interés en un fresno rodeado de desechos que se estaba “comiendo un letrero”, para luego revelarle que irónicamente el pedazo de metal decía “No tirar basura”.
“Me gusta la historia del tiempo, porque no todas las plantas crecen al mismo ritmo y son diferentes momentos de desarrollo”, fue lo que respondió. Y es que para Enrique cada árbol o planta tiene lo suyo, una esencia única que busca preservar a través de su recopilación de botánica por todo México que lo ha llevado a crear su “ABC de plantas”.
En su archivo físico hay ahuehuetes, ceibas, amates, cactus y palmas, por mencionar algunas especies ubicadas en la República Mexicana; pero también árboles antiguos o gigantes, troncos con texturas puntiagudas o muy rugosas, flores de colores vibrantes, frutos que se saborean con la vista, cactáceas con lados ocultos, secuencias de árboles que desaparecieron con el tiempo y hasta un lugar especial para los que llama “nuevas especies” por amalgamarse con elementos inesperados como bancas, candados, postes de luz o herraduras de caballo.
Desde la raíz de todo
¿Pero cómo creció el entusiasmo de Enrique por inmortalizar la “belleza verde”? Con experiencia acumulada en publicaciones de arte y cultura, así como en exposiciones internacionales, un día se planteó aportar algo más desde su habilidad con la cámara. Pensando inicialmente en hacer un libro sobre la desnutrición en el país (considerando el cambio en la dieta a base de especies vegetales), comenzó su búsqueda.
“Básicamente mi sueño empezó cuando me encontré un árbol de más de 7 metros de ancho en México y dije ‘¿cómo le hago para que la gente vea esto, para que los niños se den cuenta de que este tronco de 70 metros de altura existe y no es parte de una película de Walt Disney?’. Fue una ceiba”, comparte.
Esta pasión la continuó puliendo a través de su apoyo al trabajo de biólogos y expertos en botánica con los cuales aprendió y se decidió a hacer su colección. “Con todo este trabajo me gustaría terminar apoyando a las leyes naturales de la botánica en el país. Tratar de congregarnos como sociedad y de pensar en las mejores prácticas botánicas que podemos tener tanto internamente en la ciudad como en reservas ecológicas”, admite.
La foto al natural
Si bien Enrique considera que su labor botánica inicia como la de cualquier otro fotógrafo, con una idea, acepta que es muy diferente al de otros ámbitos. Es decir, otros trabajos podrá entregarlos en tiempo y forma, pero con una planta o árbol no funciona así porque depende de las condiciones de la naturaleza.
“Me refiero a que si estamos en época de sequía y me piden la foto de la fruta, pues tal vez no está la fruta o la flor. Entonces hay que esperar un ciclo anual que, hoy en día, la sociedad y el calentamiento global han cambiado. También la luz de las ciudades ha modificado la floración. Los especialistas saben más, pero la luz y el sobrecalentamiento ha cambiado los tiempos botánicos”, comenta.
Además, procura ser lo más fiel posible a la realidad, tratando de ser lo menos invasivo, mediante las técnicas que ha aprendido a lo largo de su trayectoria. Así que busca el momento adecuado para capturar la imagen y aprovechar la luz y la escena.
Una imagen activista
Enrique ve en su fotografía más que una manera de preservar la memoria de la naturaleza: para él la imagen también es activismo. “Todos los días se cortan árboles y nadie dice nada […]. A veces hay que entender que las leyes y la causante de las circunstancias de la botánica en la ciudad es la sociedad”, señala.
Con la fotografía, apunta que no le gustaría dar problemas botánicos, sino hacer entender que, aunque el cambio en la sociedad es constante y en una ciudad primero está el humano y su protección, es necesario procurar a los árboles, proponer soluciones para su bienestar a la par de lo que ellos aportan (incluso a nivel cultural e histórico) y comprender por qué debemos cuidarlos o no, por qué plantar una especie en un lugar o no, por qué los queremos o no.
“Yo no soy un tree hugger, un abrazador de árboles, soy un fotógrafo que apoya a los árboles a nivel visual y me encanta pensar que estas narrativas son más fáciles de digerir para la sociedad actual”, expresa. “Yo me dedico a la publicidad de árboles”.
- 2 libros propios ha publicado Enrique en torno a la botánica: el primero (sin salida comercial) en 2014; el segundo, Colección de palmas: Jardín Botánico Culiacán de la editorial Turner, en 2020
- Sigue su trabajo a través de sus redes sociales; encuentras a Enrique Macías Martínez en Instagram como: @enriquemaciasmartinez
“Si no entendemos que los árboles han vivido más que nosotros y los vamos a seguir teniendo (aunque no lo queramos) porque son parte esencial de nuestra vida, si no entendemos que su protección ambiental es para nuestra misma protección y supervivencia, no lograremos el camino adecuado como sociedad”.
Enrique Macías Martínez, fotógrafo