Los hermanos Arturo y Roy Ambriz crearon el estudio chilango Cinema Fantasma, que está a poco días de demostrar lo que el talento mexicano es capaz de lograr en la animación
Escondido en el sur de la Ciudad de México se encuentra Cinema Fantasma, un estudio que está a punto de alcanzar un sueño tanto para ellos como para la animación en nuestro país: el de estrenar la primera película en stop-motion 100% mexicana en salas de cine.
Esta técnica no les es para nada desconocida a los hermanos Arturo y Roy Ambriz, fundadores de Cinema Fantasma, pues con 15 años de experiencia han impulsado diferentes proyectos inscritos en la misma como su corto Revoltoso (2016) o más recientemente la serie Mujeres con hombreras (2025) de Gonzalo Córdova. Sin embargo, para llegar a Soy Frankelda (2025) hubo un arduo camino que recorrer.
“Los dos estudiamos la carrera de Cine y Televisión y en ella colaboramos mucho, pero nos dimos cuenta de que no íbamos a encontrar a alguien que nos contratara para hacer lo que nos gustaba hacer. Yo, desde que estudié cine, asumí que hacías películas, que dirigías películas, que escribías películas, pero nunca me pasó por la cabeza que estudiabas cine y harías publicidad”, comparte Arturo Ambriz en entrevista con Chilango Diario.
A pesar de que realizar publicidad no estaba entre sus planes, Arturo reconoce que les dejó algo muy positivo: “Eso nos obligó a ser muy rápidos, somos ultra rápidos. Nos organizamos fácilmente, podemos manejar deadlines muy extremas”. Tan es así que tardaron alrededor de tres años y medio en hacer su nueva película, un tiempo muy bueno considerando que a la par filmaron una serie para Adult Swim.
“El encuentro con la realidad fue muy difícil, deprimente, de mucha ansiedad. Pero por eso llevamos 15 años en este estudio intentando hacer nuestras películas. Estamos felices de que se logró, o sea, de que sí se hace realidad el sueño, sólo tomó más años de los que creíamos y pensamos que ya con esta inercia no vamos a parar”.
Crear a mano otra realidad
El stop-motion es una prueba de paciencia y atención al detalle. Lo que se puede describir sencillamente como foto-movimiento-foto requiere 24 fotogramas para un segundo de animación. Ahora haz cuentas sabiendo que el primer corte de Soy Frankelda que se cerró en el estudio duraba dos horas y media, y a finales de agosto aún estaban filmando dos nuevas escenas para el corte final (de una hora y 36 minutos).
Eso sólo es el proceso de filmación, porque detrás está todo un trabajo artesanal. El primer paso se da con bocetos en papel, pero la magia del stop-motion comienza desde el Taller de Diseño Industrial, donde se materializa cada concepto.
Según la función del personaje en la historia se decide el material con el que será construido. Todos llevan un esqueleto el cual puede ser de acero con latón y/o de alambre. También pueden ser cubiertos con silicona, resina y foam, dependiendo su cuerpo y qué tan fino deba ser su movimiento. Mientras que detalles como las manos se llegan a hacer en serie para intercambiarlas, en especial en caso de incidentes.
Luego pasan al Taller de Acabados Finos, en el que se realiza el desarrollo visual de los personajes y los lugares con pintura, pelucas, vestuarios y props. Incluso se esculpen “facciones” que no son fijas, sino que se pueden combinar gracias a imanes para crear distintas expresiones.
“Dependiendo del personaje, un puppet puede llevarse desde dos o tres semanas hasta tres meses. Pero esto es juntando todos los procesos, o sea, desde el inicio del concept art aprobado. Ahí empieza el tiempo a correr con todo y el modelado, la armadura que va dentro, los moldes que se vacían, se les ponen imanes, se lijan, se pintan…
“Al mismo tiempo, se está haciendo la peluquería, el vestuario, todo dependiendo de la complejidad del personaje. Y sí también se están haciendo copias, podemos llevarnos hasta tres meses, pero no por cada una sino haciéndolas simultáneamente”, explica Ana Coronilla, directora de arte y cabeza del Taller de Acabados Finos.
Concluidas las piezas, se montan en los sets donde empieza la toma de fotografías para las secuencias. Aquí el juego con escalas es fundamental según el tipo de escena que se ha planeado hacer. Los escenarios también entran en acción con elementos que incluso tienen alambre para dar ilusión de movimiento, como el pasto.
Y por ello también es muy importante la creatividad, pues, como se explicó en un recorrido a medios, no existen reglas específicas para la animación sobre cómo crear elementos como el agua o el cielo. Menos cuando se busca la menor intervención posible de lo digital. Al final, tras cuidar detalles como la iluminación, el color y la continuidad, se da paso al proceso de montaje y edición.
Con corazón tradicional
Soy Frankelda arranca su trama en el Real del Monte (Hidalgo) del siglo XIX, donde la talentosa Francisca Imelda se niega a rendirse ante quienes quieren reprimir su talento para escribir cuentos de terror. Pero todo cambia cuando el príncipe Herneval le pide ir a su mundo para ayudar a restablecer el equilibrio entre la ficción y la realidad.
Arturo describe a la protagonista como una Mary Shelley mexicana y, analiza, la terquedad que demuestra ante su talento incomprendido es algo con lo cual cualquier persona que se dedique a la creatividad se puede identificar. Esto quedó enmarcado en un mundo que retrata el alma mexa pero alejada del cliché, encontrando otras maneras de reinterpretar lo tradicional.
- El 23 de octubre se estrena Soy Frankelda en cines. Como antecedente puedes encontrar la serie Los sustos ocultos de Frankelda (2021) en el streaming
- Más de 60 sets y más de 200 personajes se crearon para su nueva película. También se realizaron alrededor de 60 combinaciones de boquitas y cejas para los puppets principales
“Cualquier persona que se dedique a la creatividad en México debe ser inmune al fracaso, a las críticas, a las burlas. Nadie te lo dice en la escuela, pero hacer cine significa que de cada 15 aplicaciones que hagas, 14 te van a decir que no…”
Arturo Ambriz, cofundador de Cinema Fantasma