Fotos: Haarón Álvarez y Juan Gómez

17 de septiembre 2025
Por: Redacción

“¡Una más, una más!”

Chicos y grandes, hombres y mujeres, entrenan calistenia a un costado de la Glorieta de Insurgentes, donde demuestran sus habilidades en torneos autogestivos

Por Juan Gómez

Martín Aguillon es respetado, sus alumnos lo llaman sensei. Desde que comenzó a practicar calistenia hace 11 años ha compartido sus conocimientos con quienes se interesan en fortalecerse física y mentalmente. A Insurgentes llegó hace aproximadamente seis años y desde entonces es un referente del street workout (entrenamiento callejero) en la capital.

El sensei Martín está activo, va de un lado a otro, observa a hombres y mujeres hacer maniobras, mientras califica trucos como saltos en el aire o volteretas invertidas. Esta es la tercera ocasión en que organiza el torneo El Rey de la Paralela, una competencia que reúne a atletas urbanos en las Barras de Insurgentes, un gimnasio al aire libre a un costado de la avenida que parte la ciudad en dos.

Kallos (καλλος) significa “hermoso” y sthenos (σθενος) “fuerza”. Estas palabras griegas son el origen etimológico de la calistenia, una práctica que ejercita la fuerza física, principalmente de los brazos, así como la agilidad y los reflejos de quienes la practican.

Esta mañana de domingo, las Barras de Insurgentes están a reventar. Más de 100 personas vienen a competir y apoyar en las diez categorías del torneo organizado por el sensei Martín, quien se ha desempeñado como juez en otros campeonatos y trabaja como entrenador personal.

Fuerza y resistencia en ramas tanto varoniles como femeniles y freestyle son las categorías en las que atletas principiantes, intermedios y avanzados demuestran sus habilidades y compiten por premios aportados por los patrocinadores del evento.

Mientras observa rutinas de freestyle (estilo libre), Martin escribe puntajes en una tabla. “Casi en general en todas se califica la limpieza, en algunas es tiempo, que lo hagas en menos tiempo, que lo hagas estricto, que lo hagas con mejor técnica”, explica.

Uno de los participantes golpea el tubo con el pie mientras da una voltereta y el sonido metálico retumba. “¡Todos se están dando sus tubazos!”, “No miden bien su espacio”, señalan asistentes estrictos con el reglamento, pero que igual echan porras y dan ánimos si alguien se cae.

“¡Disfrútalo! ¡Disfrútalo! ¡No hay pedo”, se escucha un grito superado por el reguetón y el rap que retumba en las bocinas, mientras el siguiente atleta en la lista llena sus manos de magnesia, un polvo blanco que evita la sudoración y favorece el agarre.

“No es solo ponerte mamado, te da consciencia”


“Empecé cuando tenía doce años, era una persona muy hiperactiva y en mi familia había muchas situaciones que me llevaban a querer salir o alejarme de mi casa; ahí fue que empecé a entrenar es estos parques”, cuenta Josafat Meza, competidor de 27 años.

Tal es su amor por esta práctica que en el brazo izquierdo lleva tatuada la palabra calisthenics. Y es que le cambió la vida. Como niño atestiguó situaciones de violencia y vicios en su entorno inmediato, por lo que en las barras encontró un refugio y una profesión. Actualmente se dedica a entrenar a otros atletas y ha competido a nivel nacional en torneos de esta disciplina.

“A mí en lo personal me motiva tener el conocimiento y poder pasarlo a otras personas. Este deporte te da muchos aprendizajes, no solamente te pone mamado, sino que te da conciencia de muchas cosas de la vida”, dice Josafat mientras se alista para dar una muestra de freestyle.

Un deporte donde caben todos


Catalina López pasaba por la zona hace un año, le llamaron la atención las clases de calistenia y decidió comenzar a practicar a sus 55 años. Poco después conoció al sensei Martín, quien le enseñó los fundamentos de la disciplina, y desde entonces se ha sentido con más fuerza y mejor salud.

Esta fue su primera competencia como principiante y aunque no avanzó debido a una lesión, para ella lo importante es competir junto a su familia calisténica. “Lo que me ha motivado es que les puedo enseñar a mis dos hijas que se puede, que no importa nada, sino la actitud y la perseverancia”.

En el mismo sentido opina Antonio Rubio “Máster Milicia”, de 67 años, quien esta vez vino a dar una exhibición y apoyar a los competidores. Originario de Tepito, entrena calistenia en el deportivo Kid Azteca y frecuenta las barras de Insurgentes desde hace años. Sus ejercicios favoritos son en las barras paralelas y en los anillos olímpicos.

Los varones a partir de los 20 años predominan en este deporte, pero el espacio es inclusivo y llegan personas de todas las edades, hombres, mujeres e integrantes de la comunidad LGBTIQ+. Un pequeño de no más de diez años sube las barras sin esfuerzo, baja y vuelve a subir. Las ve como un juego.

Dar una más, una más


El torneo culminó con treinta ganadores, tres por cada categoría, quienes recibieron premios como bolsas de magnesia, chalecos con peso, bocinas y cupones para masajes deportivos, incentivos para reconocer y promover este deporte.

Organizar una competencia así lleva tiempo y es complejo obtener el respaldo de patrocinadores, cuenta Martín al finalizar el evento. Hoy se logró financiar gracias a las marcas que confían en él, a las cuotas de inscripción e incluso con recursos de su propio bolsillo.

El primer torneo lo organizó como un regalo para sí mismo y para su familia calisténica con motivo de su cumpleaños, el 10 de septiembre de 2023. Dos años después, la tercera edición del campeonato lo dejó con nuevas satisfacciones.

— ¿Y a ti qué te motiva?

— Pues seguir avanzando. Yo usaba mucho esa frase, la de ‘una más, una más, una más’. Cuando ya no puedo o cualquier cosa, ‘una más, sí se puede, sí se puede’. Aunque tengas un mal día, pues dar una más, una más, sí se puede.

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