11 de febrero 2019
Por: Redacción

El reto de ser Churchill

Platicamos con el protagonista de 3 días en mayo, la obra que narra uno de los momentos determinantes de la Segunda Guerra Mundial y que hoy regresa al Helénico

Reunido con su gabinete, el Primer Ministro británico y Premio Nobel de Literatura, Winston Churchill, tendrá que tomar una decisión que cambiará el rumbo de la historia: ¿pactar con los nazis o enfrentarlos? Es mayo de 1940 y miles de soldados ingleses y algunos de sus aliados intentan frenar el devastador avance del ejército alemán, que parece invencible en su deseo por conquistar Europa.

Las horas previas a la última palabra que toma Churchill son el eje central de la puesta en escena 3 días en mayo, escrita por Ben Brown, protagonizada por Sergio Zurita y que hoy regresa al Teatro Helénico después del éxito obtenido en 2016 y 2017.

Bajo la dirección de Lorena Maza, en este drama político producido por la Sociedad Artística Sinaloense también participan los actores Luis Miguel Lombana (Neville Chamberlain), José Carlos Rodríguez (Lord Halifax) y Fernando Bonilla (Jack Colville).

Miguel Conde y José Carriedo alternan como Clement Attlee; Pedro Mira y Alberto Lomnitz harán lo propio con la personificación de Arthur Greenwood. En tanto, Arnaud Charpentier da vida a Paul Reynaud y Juan Carlos Beyes al General Dill.

¿Qué tanto cambió tu forma de percibir este periodo de la historia luego de tu preparación para la obra?

Digamos que cada vez he ido entendiendo más la premura de los tres días en mayo a los que hace referencia la obra, es decir, tres días es nada para tomar una decisión que pudo haber cambiado el curso de la historia. La pregunta era: ¿pactamos con los nazis o les hacemos frente?, lo cual podía significar la destrucción del Reino Unido como lo conocemos, seguramente la destrucción de Inglaterra y el triunfo absoluto de Hitler en la Segunda Guerra Mundial. Eso hubiera cambiado la historia de manera absolutamente radical, de entrada, por ejemplo, hubieran desaparecido a los judíos de la faz de la Tierra.

¿Hubo algún dato que te haya asombrado en el proceso creativo?

La información de que sí existieron estas juntas que dan origen a 3 días en mayo es reciente, de ahí que a Ben Brown se le ocurriera escribir la obra. No deja de sorprenderme la decisión tomada, pero hay una lógica en ella, es decir: “Sí pactar, pero ¿a cambio de qué?, mejor nos morimos peleando, que no se diga que nos rendimos”. Luego vienen varios golpes de suerte, como Dunkerque, la entrada de los Estados Unidos… Tampoco deja de sorprenderme el valor del pueblo británico.

¿Cómo te documentaste para dar vida
a Winston Churchill?

Estuve leyendo mucho. El biógrafo oficial de Churchill es Sir Martin Gilbert, su biografía es muy amplia, de varios tomos. Hay algunas otras, por ejemplo, hay una de cuatro textos distintos y que fue escrita desde varios puntos de vista, como el psicológico. Hay seis tomos escritos por el propio Churchill sobre la Segunda Guerra Mundial… Pero uno que me gustó mucho y que creo que me sirvió bastante fue My Early Life, es verdaderamente conmovedor, muy bonito.

¿Qué aspectos de la personalidad de Churchill reconoces en ti?

Un gusto por el lenguaje, un placer por la palabra hablada y escrita. A mí me gusta escribir y hablar igual que a él; no me comparo, por supuesto, pero él hacía radio de pronto y eso es una feliz coincidencia. Se despertaba a las 11 de la mañana pasara lo que estuviera pasando, y se levantaba dos horas después, todo lo hacía desde ahí mientras le tomaba dictado su famoso secretario Jock (John Colville). Desayunaba huevos fritos, tocino, tomaba vino de desayunar. Los malos hábitos alimenticios es algo en lo que me parezco, odiaba hacer ejercicio y era pésimo con sus finanzas, igual que yo. Y también nos parecemos en la falta de una figura paterna absoluta.

¿Qué tan pertinente es la obra en una época como esta, con personajes como Donald Trump?

La obra ha tenido una repercusión inmediata. Churchill decía que negociar con un cocodrilo es estar esperando que te coma al último. De hecho, Paco Calderón hizo un cartón en donde, además de que me echaba una flor, hablaba de no pactar con tiranos, como Chamberlain —el Primer Ministro anterior a Churchill—, que pacta con Hitler y Hitler por supuesto no cumple su palabra. Paco Calderón aprovechaba eso para decir que no había que pactar con Trump. El día que se invita a Trump y está por llegar, Enrique Krauze estaba hablando con Loret de Mola del error de Chamberlain. Dijo que era una de las grandes lecciones del siglo XX y que no la habíamos aprendido. Krauze justo había asistido el fin de semana anterior al teatro, luego escribió un artículo al respecto de la visita de Trump y mencionó la obra.

¿Qué significa para ti ser el único Church- ill de habla hispana y que México sea el primer país donde se presenta la obra después de Londres?

Trato de no pensar en eso, porque me pongo más nervioso, pero sin duda es lo mejor que me ha pasado, es un reto muy grande. Existen registros de la voz de Churchill, de cómo se movía, muchísimos actores lo han interpretado y si logras el efecto de “es que es igualito” le llevas tres goles de ventaja a los demás. Encontrar la voz y las posturas fue todo un reto muy divertido.

¿Qué fue lo que te dijo Ben Brown cuando vio tu actuación?

Me comentó que era el montaje con más imaginación que había visto de la obra, que le gustaba mucho, me felicitó.

Ficha

Teatro Helénico, del 11 de febrero al 16 de abril, lunes y martes, 20:30, $350-$600

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