Michael Driver

Foto: Lulú Urdpilleta

19 de enero 2018
Por: Margot Castañeda de la Cruz

“Solo haciendo preguntas surgen las ideas”

Michael Driver, ilustrador invitado de Pictoline Global Residency, nos cuenta cómo la Cdmx y los chilangos influyeron en sus ilustraciones

Michael Driver es un joven y galardonado ilustrador británico, con sede en Londres. Su trabajo es brillante, enérgico y con personajes divertidos. La paleta de color que utiliza, sencilla pero juguetona con los primarios, se ha convertido en uno de sus sellos: tanto en ilustraciones como en animaciones, aplica pocos tonos y, casi siempre, planos. Sus fortalezas son combinar técnicas análogas con digitales, crear personajes afables y transmitir conceptos complejos en imágenes pulcras y fáciles de digerir. Su carrera despegó desde que aún era estudiante de ilustración y animación en Kingstone University. Cuando se graduó, a los 25 años, Michael ya era un célebre ilustrador con decenas de oportunidades laborales. Lo encontramos en diversos medios impresos o digitales como The Guardian y The Washington Post, y en Pictoline, como parte del programa Global Residency —en el que cada mes había un ilustrador invitado—.

Su visita de finales del año pasado a la Ciudad de México para colaborar una semana con Pictoline, fue también la primera a nuestro país. Michael no resistió la influencia de los colores, los olores, las texturas y la personalidad de los chilangos en su trabajo, tanto personal como profesional. Platicamos con él sobre el poder visual de Cdmx y su particular personalidad creativa.

Foto: Lulú Urdpilleta

Antes de ser ilustrador fuiste cocinero. ¿Cómo encontraste tu vocación?

Fui cocinero por necesidad. No me gustaba la escuela y no estaba obteniendo las calificaciones que esperaba, así que me salí y conseguí un trabajo como chef en un pequeño restaurante de Nottingham. No lo disfruté. Recorría casi tres kilómetros en bicicleta todos los días y trabajaba alrededor de 60 horas a la semana. Eso ayudó a que me diera cuenta de que no se trata de trabajar por dinero, sino de hacer lo que más me gusta hacer y en lo que, además, soy bueno. Como siempre me ha gustado dibujar e ilustrar —de niño leía y dibujaba muchos cómics, incluso hacía competencias de dibujo con mis hermanos—, pensé en la posibilidad de ganar dinero haciendo lo que hacía en mis ratos libres. Antes de dejar de ser estudiante, ya era un ilustrador freelance con empleo de verdad.

¿Cuál fue la primera ilustración o animación que vendiste?

Estaba terminando mi primer año cuando No Culture Icons me pidió que diseñara unas tote bags para su sitio. Me emocionó mucho porque amo las playeras de conciertos. El diseño siempre es único e irrepetible. A veces me compraba una porque me gustaba la banda, pero otras veces era porque solo me gustaba el diseño. Siempre me pregunté qué se sentiría que un diseño tuyo anduviera por las calles, en la ropa de la gente. Por eso fue satisfactorio hacer esas bolsas, que de hecho siguen circulando.

Condensar una historia o un mensaje con muchas capas en una sola imagen debe ser muy complicado, ¿cómo es tu proceso creativo?

He aprendido a hacer miles de preguntas. Si el trabajo es para un cliente, le pregunto directo a él. Si es un proyecto personal, me cuestiono a mí mismo. Solo haciendo preguntas surgen las ideas principales, los elementos básicos de un mensaje. Por ejemplo: mala alimentación = hamburguesa. Con las ideas clave en mente, boceto y boceto sin parar. Eventualmente la mejor idea sale a la luz. Es más fácil de lo que parece: es solo mucho trabajo. Por eso me sorprende lo rápidos que son los ilustradores en Pictoline. Ellos no tienen mi proceso de bocetar muchas ideas, ellos brincan a la computadora con una sola idea en la cabeza. Tal vez por eso me cuestan tanto trabajo los proyectos exprés, no puedo trabajar bajo presión, necesito mi tiempo. También me cuestan trabajo los conceptos serios porque todos mis personajes son divertidos.

Foto: Lulú Urdpilleta

Visualmente, ¿qué es lo que más te gustó de la Ciudad de México?

Esta es la primera vez que salgo de Inglaterra y me tocó un país completamente diferente al mío. Londres es gris, es frío; México es multicolor y es cálido. Estoy fascinado con todo lo que he visto: desde las sonrisas de todos —¡en serio, todo el mundo sonríe, todo el mundo está feliz!— hasta los colores, siempre muy brillantes. Además, me encanta que a donde volteo encuentro algo kitsch.

¿Cómo crees que influenciará tu visita a México en tu trabajo como ilustrador?

En personajes, ahora me siento capaz de imaginar personas diferentes. En texturas, pensaré en papel maché. En conceptos, la forma en la que los mexicanos se relacionan con ideas complejas como el bien, el mal, la muerte. Es impresionante. En el Reino Unido un diablo no significa lo mismo que aquí, por ejemplo. Además, estoy seguro de que mi trabajo, de pronto, será mucho más colorido.

Foto: Lulú Urdpilleta

 

Conoce más de la obra del ilustrador británico en su página web: michaeldriver.co.uk. Además, ahí puedes adquirir algunas de sus creaciones.

También checa: Lydia Nichols, la ilustradora de Google llega a Pictoline y Frannerd, una ilustradora entre gatos y café.

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