Christopher Uckermann, se le bajaron los humos
1 de junio 2017
Por: Diana Delgado

Actuar sin pretensiones

Christopher pasó de ser un rebelde a un sobreviviente del apocalipsis en el año 2091. Es un actor que se sacudió el ego para crecer.

Para Christopher Uckermann, la fama de la telenovela RBD quedó en el pasado; su presente es explorar su lado humano

FOTO: LULÚ URDAPILLETA

La fama y el ego de un actor o cantante ya no funciona como antes. Hoy, todas las personas pueden tener seguidores, pueden ser influencers. La gente se acostumbra a ver en las calles a quienes descubrieron en las pantallas y ese fanatismo de locura ha empezado a difuminarse.

Eso es algo que Christopher Von Uckermann aplaude. El actor y cantante de 30 años, y con 26 años de carrera, ha entendido que, como artista, lo más inspirador es vivir en sociedad y eliminar las barreras entre la vida pública y privada porque, dice, “el oficio del arte es como cualquier otro trabajo, la única diferencia es que te pueden ver o escuchar muchas personas al mismo tiempo”. Tener un sentido de pertenencia.

Christopher fue parte de uno de los fenómenos televisivos y musicales pop más importantes de habla hispana: RBD. Este proyecto lo llevó, por varios años, a trabajar sin descanso, a alejarse de la gente con tal de conseguir privacidad y, una vez terminado el proyecto, lo aisló durante meses para tomar fuerza y empezar de nuevo.
Hoy se considera más centrado. Es un hombre que dejó atrás a ese niño inquieto que a los cuatro años participaba en comerciales y, a los 10, protagonizaba series infantiles como El diario de Daniela, Cómplices al rescate y Aventuras en el tiempo.

“Cuando escuchan que empecé a trabajar desde niño, me ven con cara de susto y me preguntan si alguien me obligaba o si eso me permitió crecer bien”, dice con ironía, “pero a esa edad tenía el apoyo de mis padres y todo lo veía como juego”, cuenta.

Repetir diálogos, cantar frente a una cámara y ser el niño de la primaria que salía en televisión eran hobbies que combinaba con la escuela y que también le permitían hacer actividades de su edad, como salir a jugar o comer con sus amigos una bolsa de papas bañadas en salsa.

Entre las vivencias infantiles, atesora haber compartido con grandes actores, su favorito: Gaspar Henaine “Capulina”, pues de él aprendió a dejar de lado el ego, a disfrutar el trabajo, ser profesional y no dejarse llevar por pretensiones de fama. “Capulina era realmente un comediante y su trato muy agradable. Personas como él son verdaderas estrellas y, si algo le aprendí y me ha guiado en mi carrera, es a ser honesto con mi trabajo, porque cuando dejas que el ego interfiera, la creatividad no fluye. La gente se da cuenta y tarde o temprano te lo va a reprochar”, dice.

La ciudad que inspira
Si hay algo que Christopher no quisiera repetir sería la fama desbordada. Para el actor y músico que recorrió 23 países con RBD, grabó seis discos, dos telenovelas y cantó ante millones de personas, la experiencia se convirtió en algo demandante, pues durante cinco años filmaban de lunes a viernes y viajaban los fines de semana.

“Todos esos años nos fue muy bien como equipo, pero se trató de un fenómeno que se salió de control y, lejos de hacernos convivir, nos aisló. Ahorita busco que más gente crea en mis proyectos. Cuesta años, pero voy en el camino”, asegura.

Pero Christopher Von Uckermann se asume distinto. Dice haber conocido los cambios en el medio del espectáculo y, a ocho años de distancia de lo que fue Rebelde, redescubrió su lado más humano y menos ególatra. Puso los pies en la Tierra.

“Me di cuenta de que la convivencia con la gente me hace más feliz y en parte se debe a que esa figura de la estrella de televisión se está diluyendo y nos empezamos a ver como cualquier otra persona”, explica.

Después de conocer el éxito aplastante, ¿en dónde radica la satisfacción? En las cosas sencillas. Además de trabajar, es andar por las calles, observar a la gente y tomar inspiración de detalles de la vida cotidiana.

Por eso no sería raro encontrar a Christopher caminando por el Zócalo, patinando en Chapultepec o tomando notas en el Monumento a la Revolución.

Tampoco sería extraño descubrirlo observando a la gente en los parques de la CDMX pues, dice, los lugares con naturaleza en medio de la ciudad son los que lo recargan de ideas y eso lo ha llevado al activismo ambiental. “Siempre busco parques y con Greenpeace pedimos que se planten más árboles, que caminemos, que usemos la bici y cuidemos la naturaleza”.

De no ser así, imagina el cantante, se volvería caótico no tener esos espacios verdes en donde la gente puede almorzar un sándwich, donde los adultos mayores se detienen a descansar, en los que las personas leen o donde los jóvenes se encuentran antes de una cita.

En los últimos años, Christopher ha interpretado a un clon de Jesucristo (Kdabra) y ahora es un sobreviviente del apocalipsis que forma parte de un videojuego (2091), ambas son series latinoamericanas hechas por cadenas internacionales de televisión.

También está por estrenar tres películas y desde hace un par de años la música se convirtió en su obsesión, pues además de actuar, prepara un disco que promete sonará como un soundtrack.

“Me gustaría que mi público siga creciendo. Es un proceso largo, pero sé que vienen buenas cosas y si algo he aprendido es que dejando las pretensiones y trabajando duro, todo viene a su tiempo”, afirma.

En cifras: 

 

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