Adicción a solventes
5 de octubre 2016
Por: Diana Delgado

Seducidos por el solvente

Los solventes son la tercera sustancia adictiva más utilizada por los jóvenes en la Ciudad de México, principalmente por su bajo costo

Los inhalables son la tercera sustancia adictiva preferida por los adolescentes en la Cuauhtémoc, principalmente por su bajo costo.

ARTE: ANDREE ÁVALOS

Dicen que uno de los efectos de la inhalación de solventes es la pérdida del apetito y el adormecimiento de los sentidos. Y uno de los habitantes de la explanada del Teatro Blanquita parece buscar justo eso.

Tiene un pedazo de tela húmedo en su mano, aprieta el puño, levanta su mano hasta el rostro y aspira la “mona” queriéndose acabar todo. El aroma que a otros quemaría, a él le pone los ojos en blanco, con ese jalón de solvente parece calmar su hambre.

A nivel nacional, el Fideicomiso para la Investigación sobre Inhalables (FISI), una asociación conformada por representantes de distintas industrias, estima que más de 606 mil estudiantes de secundaria y bachillerato, y 83 mil de quinto y sexto de primaria han consumido solventes a nivel nacional. Mientras que en la Ciudad de México entre 50 mil y 60 mil niños y jóvenes presentan adicción.

Las delegaciones con más prevalencia en el consumo son Iztacalco con 9.7%, Azcapotzalco con 9% y en tercer lugar la Cuauhtémoc que registra un 8.8%. A los tres primeros le siguen, en orden,  Venustiano Carranza, Tláhuac, Magdalena Contreras e Iztapalapa, según cifras de la Secretaría de Salud capitalina (Sedesa).

En estas demarcaciones, los jóvenes entre los 12 y los 18 años son los más propensos a caer en la adicción a una sustancia tan agresiva cuyo daño podría compararse a un traumatismo craneoencefálico.

Según el FISI, los inhalantes y solventes ni son drogas ni son ilegales, son productos destinados al trabajo en la industria y en el hogar; sin embargo, constituyen la tercera sustancia psicoactiva más consumida.

Seduce a estudiantes

Para la mona no se requieren estopas ni papel. La ropa es suficiente cuando lo que se busca es discreción. Rosario Tapia, directora del Instituto para la Atención y Prevención de las Adicciones (IAPA) dice que cuentan con reportes de jóvenes de secundaria que humedecen las mangas de su suéter con tíner para luego inhalarlo.

“Hacen como que se limpian la nariz, pero el suéter ya está impregnado de la sustancia. Esa es su manera de consumirla con discreción dentro de la escuela”, explica.

Informes del FISI indican que otras formas de disfrazar el consumo es a través de esencias artificiales, colorantes e incluso saborizantes. El líquido ya preparado se introduce en frascos de perfume y se usa al interior de las escuelas.

Marcadores permanentes, productos de limpieza, de oficina y de higiene personal, además de botellas, son otras formas de esconder esta adicción.

Datos de la más reciente Encuesta Nacional de Adicciones y la Encuesta Nacional de Consumo de Drogas en Escolares 2014 indican que los inhalantes representan 40.4% del uso de sustancias psicoactivas.

Los costos accesibles y la facilidad con que se encuentran en tlapalerías, ferreterías y hasta en papelerías son factores por los que el consumo es elevado.

Para  la directora del IAPA resulta alarmante que la edad media para el inicio del consumo de inhalables sean los 13 años, pues en esta etapa los jóvenes continúan en un periodo de desarrollo biológico y cualquier droga se anida en su cuerpo acelerando el proceso de caer en una adicción.

“Lo grave es que los inhalantes son una sustancia muy agresiva. Estos productos industriales disuelven grasas y pinturas, y el cerebro tiene una composición grasa, entonces imagínate lo que está pasando: el funcionamiento se daña, se cortan las conexiones neuronales”.

En pocas palabras es como disolver el cerebro: en las primeras fases de consumo se dañan los neurotrasmisores encargados  del movimiento, la vista y el oído y generan un efecto de embriaguez.

Al hacerlo cotidiano provocan problemas respiratorios y del corazón, mientras que en un grado avanzado hay pérdida de la capacidad cerebral para la abstracción, la atención y el análisis de conceptos, además de una disminución de las funciones que podrían ser permanentes.

La adicción que se generalizó

El consumo de solventes para acelerar el sistema nervioso se conoce desde 1970, durante varias décadas fue considerada una “droga” para personas de bajos recursos, sin embargo, explica Rosario Tapia, en los últimos años el consumo de estas sustancias no marca diferencias.

“Antes estaban considerados que los consumía sólo la población de calle, pero llegó a nuestros estudiantes como un sustituto del alcohol”, dice Tapia.

Aunque existen versiones de que algunos solventes e inhalables son consumidos para bajar de peso por su capacidad de inhibir el apetito o  que se utilizan en bares y discotecas para aumentar los niveles de euforia, la directora del IAPA señaló que aún no existen bases científicas que sustenten ambos casos, sin embargo, confirmó la necesidad de indagarlo.

“Lo que sí tenemos claro, y estamos trabajando en ello, es que el consumo de inhalables, particularmente de monas y mamilas, está vinculado a cierto tipo de fiestas llamadas perreos, donde el consumo es una consigna: si vas tienes que consumir”, dice.

En cifras: