13 de junio 2016
Por: Antonio Ortuño

La cortina esfumada

El domingo 5 de junio, habitantes de 10 estados del país y el exDF fueron a las urnas. Los estados eligieron gobernadores y los chilangos a una parte de sus constitucionalistas (dejemos de lado que la abstención de los capitalinos haya sido tan alta que resulta difícil pensar que los candidatos elegidos se sientan eufóricos y plenos de respaldo popular, lo cual, desde luego, no les impedirá hacerlo). Coincidentemente, ese mismo día por la tardecita jugó la Selección Mexicana de futbol su primer partido de la Copa América.

A contrapelo de lo que suele pasar con la Selección en su debut en torneos de importancia, el equipo jugó bien y terminó ganándole a Uruguay, lo que no es cualquier cosa. En el campo electoral, las cosas no salieron mal en un sentido organizativo (si dejamos de lado, de nuevo, la abstención del exDF): con esto quiero decir que los comicios no acabaron bañados en sangre y los habituales encapuchados no se robaron demasiadas urnas. Dejo a otros la tarea de alegrarse por los triunfos o derrotas de los partidos, porque me considero equidistante a todos (eso sí, como antipriista me parece muy bien que el partidazo perdiera varias votaciones, aunque los ganadores, panistas muchos de ellos, no muevan al entusiasmo). Me parece claro que el actual sistema político mexicano no va a resolver ninguno de nuestros problemas. Pero esa es otra discusión.

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Lo que me maravilla, en todo caso, fue la velocidad con la que una queja habitual creció y desapareció durante ese domingo. ¿Cuál queja? Que la terrible mano negra, que presuntamente controla todos los órdenes de la vida pública del país, planeó el calendario de la Copa América de modo que el juego de la Selección coincidiera con las horas finales (y cruciales) de las elecciones para que la gente no fuera a votar. Una cortina de humo, pues. Creo que leí unas 50 denuncias en las redes durante los días previos a las votaciones y otras 100 por la mañana de la jornada electoral. Las quejas se volvieron más amargas cuando arrancó el juego. Claro: la mano negra esperaba ese momento para torcerlo todo.

Curiosamente, cuando el lunes amanecimos con unos resultados que representan duras derrotas para el PRI, la queja se esfumó. Al parecer, la Selección Mexicana no cumplió esta vez con su cometido idiotizador, apolitizador, evasivo y escapista, porque los estados más flagrantemente victimizados por sus gobernadores priistas fueron ganados por la oposición (oposición en nuestros términos, pues). Por si fuera poco, la Selección triunfó. Negocio redondo: la cortina de humo se esfumó y le pegamos a los uruguayos. El problema es que nuestra democracia está tan llena de errores que estoy seguro que la próxima vez que haya elecciones también habrá quejas del mismo tipo contra cualquier juego o película de moda o contra el atardecer si es que es bonito. En ese nivel de análisis, ay, estamos atrapados.

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