(AP Photo/Mary Altaffer)

30 de abril 2019
Por: Nacho Lozano

Ciudad de necios | Amamos las mentiras

Necios que mienten. Necios que son adictos a escuchar esas mentiras

¿Qué sería de las campañas electorales en México sin las mentiras?

Algunos dirán que las promesas de campaña incumplidas no son propiamente falsedades, ¿pero qué es sino una mentira cuando alguien te dice que hará algo y no lo cumple? Ah, pues de ese chocolate hemos chopeado todos: chilangos y no chilangos, mexicanas y mexicanos de aquí y allá, todos los votantes hemos sido presas de los mentirosos. Y parece que nos encanta, tal vez porque a la gente durante la campaña no le gusta escuchar verdades y prefiere un dulce envenenado pero que suene bonito, que nos permita imaginar una colonia más bonita y que nuestras conductas y corrupción desaparecerán de un día a otro como por decreto.

De hecho, cualquier candidato que quiera ser honesto y transparente con el electorado tendría que asumir su derrota antes de comenzar siquiera la campaña simple y sencillamente por el hecho de comprometerse a decir verdades como: “esto no se va a lograr porque no nos alcanza el dinero”, “la seguridad no mejorará durante mi sexenio, sino que llevará más años conseguir la paz”, “en mis manos no está encarcelar a los corruptos, porque seré gobernador, no juez”, “no tendrás trabajo en el corto plazo, sino hasta que logremos atraer inversión, lo que nos llevará un par de años por lo menos”, “sinceramente no quiero combatir al crimen organizado porque está en riesgo mi vida y la de mi familia”, “no vamos a crecer económicamente como les gustaría, debido a que los factores externos no nos favorecen”, etc. De ser así, estaríamos frente a un candidato perdedor y en México gana el que mejor promete, el dueño de la mejor farsa, el que seduce con el arte de la simulación y no con la escuela de la honestidad y la verdad.

Noto fascinación por las mentiras por sobre los hechos verificados. De otra manera no me explico que tanto político corrupto, mediocre, incumplido, mentiroso y bueno para nada tenga trabajo en las administraciones públicas de todos los niveles. Y todavía dijera uno: “Bueno, aquel me mintió, porque me prometió algo que no cumplió, así que no vuelvo a creerle”, ¡pero no! Los mismos se presentan nuevamente en una elección, prometen una vez más lo incumplible… ¡y ganan elecciones! ¡Los premiamos! ¿Es memoria corta de los mexicanos o seducción por quien nos baje la Luna y las estrellas?

The Washington Post, uno de los periódicos con mayor prestigio en los Estados Unidos, publicó ayer la cuenta de las mentiras de Donald Trump, el infausto presidente gringo. ¿Están listos para saber cuántas mentiras dijo el mandatario del copete falso? De cuando rindió protesta como mandatario, que fue en enero de 2017, al mes similar de este año, ¡Trump mintió públicamente 10 mil veces! Ante el mundo entero pronunció 10 mil reclamos falsos o engañosos, según el equipo fact checker (verificador de hechos) del rotativo. Y no pasa nada, sigue despachando el muy granuja. ¿Por qué? Pues porque no hay quien le reclame; y eso, entre otras cosas, significa que a la gente le gusta verlo mentir.

Lo impresionante es la velocidad con la que miente: en 601 días, Trump cometió 5 mil falsedades y en los 226 días que vinieron después alcanzó los 10 mil engaños. Si los números no me fallan, Trump mintió a un ritmo de 12 invenciones al día.

En México, ¿cuánto miente un presidente, un gobernador, un legislador…? ¿Y cuánto nos gusta como para permitirles batir semejante récord?

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