3 de julio 2018
Por: Nacho Lozano

Ciudad de Necios | Podríamos empezar así

Necios que ven cómo un hombre madrea a una mujer sin intervenir. Necios que no quieren que las cosas cambien

Ni Andrés Manuel ni Claudia son ministerios públicos. Ellos no imparten justicia ni fueron elegidos para resolver asuntos como los feminicidios. Pero sí serán la cabeza del gobierno mexicano y del más importante gobierno local en este país, y deberán demostrar voluntad política para evitar que la violencia contra las mujeres continúe. Porque si algo aviva la hoguera de los feminicidios es la indiferencia. Y tengo la impresión de que los recientes presidentes de México y jefes de Gobierno han sido indiferentes con las víctimas de feminicidio —las mujeres asesinadas, claro—, pero también con las víctimas colaterales: sus hijos sobrevivientes, sus padres que reclaman justicia o sus amigos quienes, en la lucha por dar con los responsables, son victimizados por la discriminación que viven.

“Los mexicanos, cuando andamos en la calle y vemos que secuestran a alguien más, preferimos taparnos los ojos”

Por aquí podrían empezar nuestros flamantes administradores electos: conocí a Itzel Meza y me contó cómo asesinaron a su hermana. El relato me ha dejado petrificado. Se llamaba Delsia y, justo hace un año, había llegado a trabajar a una taquería a la que había sido recomendada por su pareja sentimental. Ambos compartían empleo y una vida llena de violencia de la que Delsia era sobreviviente hasta una noche en que Israel Flores llegó borracho a la taquería a gritarle, a golpearla delante de los comensales y a consumar el feminicidio.

Si de por si el relato es escalofriante, lo que me dejó sin palabras fue escuchar que nadie en la taquería, ni el jefe, ni sus compañeros meseros, ni los cocineros, ni los comensales, hicieron lo mínimo para defender a Delsia de Israel. Los mexicanos, cuando andamos en la calle y vemos que secuestran a alguien más, preferimos taparnos los ojos antes de pedir auxilio; cuando vemos que alguien violenta a otro, preferimos no intervenir. Nos hacemos güeyes, evadimos la escena, somos indiferentes. Tal vez por eso se explica que la normalización de la violencia contra las mujeres supere cualquier pudor entre nosotros.

Israel golpeó a Delsia con impunidad y con la tranquilidad de saber que hacerle eso a una mujer, en una ciudad como esta no tiene consecuencias. Matas a una mujer y no pasa nada. Por eso tomó un cuchillo y comenzó a apuñalarla, en medio de la taquería, ante la mirada de los comensales y compañeros de trabajo. Nadie lo detuvo. Delsia murió y dejó huérfanos a tres hijos que hoy Itzel cuida sin poder tener la custodia de ellos, porque los jueces le dan largas para seguir el trámite. Además, ella no puede distraer sus precarias finanzas en la custodia de sus sobrinos cuando la prioridad ahora es hacer justicia y dar con los responsables. Pero es que parece que los ministerios públicos están hechos para impedir, de todas las maneras, el acceso a la justicia, porque le piden un pago de 60 mil pesos para dar trámite a las impresiones y fotocopias que nutrirían el expediente del caso. Aunque Israel cuenta ya con una orden de aprehensión e Itzel ha avisado en numerables ocasiones dónde se ubica el asesino de su hermana, los judiciales en el MP le responden: “Si usted lo trae, lo detenemos, porque no podemos ir, así de fácil, por él”.

¿Qué harían Andrés Manuel y Claudia para que esta familia tenga justicia? ¿Cómo van a evitar que haya más feminicidios?

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