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28 de junio 2018
Por: Rulo

Contracultura pop | La música y el Mundial (parte 3)

A propósito del Mundial, hemos hablado de la usualmente poco afortunada unión entre la música y el futbol, pero hay excepciones

A propósito del Mundial, hemos hablado en esta columna, durante las últimas dos semanas, de la usualmente poco afortunada unión entre la música y el futbol. Pero hay excepciones, por supuesto, como las que les presentamos a continuación

Sí, el futbol suele inspirar canciones malísimas. Los temas oficiales de los Mundiales generalmente apestan, igual que casi todas las canciones escritas para apoyar a equipos nacionales. Pero hay anomalías. Se los juro.

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Los que mejor lo hacen, me parece, son los ingleses. No importa que hayan ganado su primer y único Mundial en 1966, tienen la que a mi gusto es la mejor canción futbolera de todos los tiempos: “World In Motion”, de New Order, diseñada para apoyar a la selección inglesa que compitió en Italia 90, pero que a la fecha sigue siendo utilizada. Se trata de una pieza que realmente no ha envejecido mal. Suena como cualquiera de las buenas canciones que han encumbrado a este legendario grupo de Manchester, que consiguió su único número uno en las listas de popularidad con ella. Ni siquiera le afectó contar con un rap bastante primitivo a cargo del extraordinario futbolista John Barnes. Otra muestra de la puntería futbolera musical de los ingleses es la canción del Mundial de 1998 llamada “Vindaloo”. Es simpática y pachanguera. El intérprete, Fat Les, es un colectivo al que pertenecen el bajista de Blur, Alex James; el legendario artista Damien Hirst, y Keith Allen, un comediante que también tiene crédito de autor en “World In Motion”.

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Los reyes de hacer canciones sobre futbol en nuestra lengua son los argentinos. Hay una relación estrecha entre su rock y el balón. Es muy común que las barras canten a todo pulmón fragmentos de canciones convirtiéndolas en porras. Me gustaría detenerme en Andrés Calamaro, uno de los grandes cantautores latinoamericanos. Tiene un par de canciones que vale la pena mencionar. La primera es “Maradona”, una carta de amor musical, una celebración de la magia que el Diego generaba en la cancha. La otra, “Estadio Azteca”, es mucho más interesante. Con nostalgia, Calamaro parecer recordar el Mundial del 86 y, de paso, su infancia. Hay otros que aseguran que es sobre su uso de drogas. Como sea, es una chulada. Hablando de Maradona, él ha inspirado cualquier cantidad de canciones. Incluso una de Mano Negra, pero no es de las mejores de Manu Chao, así que olvídenla. También Los Fabulosos Cadillacs han hablado de futbol, aunque de manera indirecta, en “La marcha del golazo solitario”, que cruza el juego con el amor.

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El indie español tiene dos canciones fantásticas que hablan sobre este deporte, pero de manera más o menos adyacente. Por un lado, “Eto’o (su jugador favorito)”, de La Granja. Por el otro, “Nunca ganaremos el Mundial”, de La Habitación Roja. Es chistoso, porque aunque el camerunés Eto’o ya está retirado y España ya fue campeón, siguen siendo buenísimas.

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Las canciones futboleras que me vienen a la mente en este momento hechas por bandas respetables son regulares. Pienso, por ejemplo, en “Fut callejero (pura diversión)”, de la Maldita Vecindad. Bien intencionada, contrasta la belleza de jugar futbol en cualquier lado contra el negocio millonario de la FIFA. Pero, creo, no acaba de cuajar. Otra, la de Molotov, “Queremos ver golazos”, tampoco es de sus más inspiradas creaciones. Ahí sí les seguimos debiendo.

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Mi favorita es, sin duda, “El rock del Mundial”, de Los Ramblers, hecha para conmemorar el evento de Chile 62. Es alegre, ingeniosa, poco inocente, para toda la familia y muy divertida. Tiene la cantidad perfecta de referencias al juego y a la justa, pero funciona en cualquier contexto. Más como esta, por favor.

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