29 de agosto 2016
Por: Diego Osorno

Aristegui: no es aceptable la resignación

Vice consideró en 2015 que Carmen Aristegui fue una de las figuras más importantes del año. En ese contexto, entrevisté a la periodista mexicana que padeció la censura y una serie de ataques oficiales luego de que su equipo de investigación documentara un caso de corrupción que involucraba al presidente Enrique Peña Nieto y a su esposa Angélica Rivera, en la adquisición de una mansión propiedad de un contratista del gobierno mexicano. La conversación sucedió antes de que se diera a conocer un nuevo golpe periodístico dado por Aristegui en conjunto con Irving Huerta, Rafael Cabrera, Sebastián Barragán y Juan Omar Fierro, al demostrar el plagio realizado por Peña Nieto en la tesis con la que se tituló como licenciado.

— Tú has tenido una carrera periodística brillante. Te has sobrepuesto a dos o tres golpes muy duros, con los que el sistema te ha puesto un alto, pero tú te resarces y continúas y vuelves a hacer periodismo. Quizá el golpe más fuerte que has tenido fue el último en MVS y me parece que, mientras decides regresar a la radio o a la tele, o a internet o lo que sea, estás más actuante que nunca. Estás tomando decisiones más contundentes, como el haber hecho una denuncia internacional en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos en contra de la justicia mexicana, así como el involucrarte directamente en ciertas causas. Lo veo como un paso adelante en tu actitud cívica o tu responsabilidad cívica. Ya no nada más es la lucha por la libertad de expresión, sino por la justicia y un montón de problemas que también hay en un país colapsado como México, donde los partidos políticos registran un descrédito sin igual.

Pero estas acciones son incomprendidas por algunos de tus radioescuchas, que dicen: “No, ya que se deje de esas cosas y que nos vuelva a dar las noticias”. ¿Qué sucede? ¿Las circunstancias del agravio que sufriste te están llevando a involucrarte en una incidencia más real, incluso de la vida política del país?

— Bueno, el proceso que se ha dado a raíz del golpe de censura que hemos vivido un grupo de periodistas —porque no salí yo solita, salimos más de 25 personas, dejamos de estar al aire de un espacio de comunicación que logramos construir a lo largo de 6 años, construir una relación con nuestras audiencias en toda la República mexicana— todo ese proceso que se dio a raíz de que MVS se convirtió en ese instrumento de poder para sacarnos del aire a como diera lugar, fue tan grave, ha sido tan grave, es tan brutal la manera en la que desde el poder se pretende aniquilar la presencia radiofónica y pública de estos periodistas, que me ha obligado a mí en lo personal y profesional a dar una serie de pasos, que efectivamente no ocurrieron en situaciones previas que también me ha tocado vivir, con golpes importantes y salidas poco tersas de otros espacios de comunicación, como en W Radio y en Grupo Imagen en su momento. En este caso, los componentes y la manera como ocurrieron las cosas, y la brutalidad del ataque desde el más alto nivel de poder, desde mi lectura de las cosas, me obliga y me ha obligado a recurrir a la justicia mexicana a partir de realidades que me lo han permitido. Por ejemplo, la existencia de un contrato que se incumple unilateralmente y el tema es que no es un contrato civil, o mercantil solamente, si no, es un contrato que se logró hacer con una empresa de comunicación en donde están incorporados derechos fundamentales; la libertad de expresión principalmente, que ese contrato está vigente, que cuando tú y yo estamos hablando está vigente. Incumplido, pero vigente.

Que haya logrado como periodista un contrato que se establece con claridad la responsabilidad de la periodista de conducir y dirigir los contenidos del programa y colocar dentro del contrato un código de ética para que la libertad de expresión se ejerciera y nos obligáramos la empresa de comunicación y la periodista con la empresa, y la empresa con las audiencias, todo esto está pretendiendo ser siendo aniquilado, todo eso que existe y fue posible gracias a un esfuerzo importante que nos permitió tener eso.

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— ¿Cuál es tu sentimiento para llegar a eso?

 Me llevan al punto, de que si yo personal y profesionalmente logré una protección legal para ejercer mis libertades, y si frente a esa herramienta legal, el propio Estado y los propios empresarios a nombre del Estado, aniquilan y no hago nada, es una barbaridad. No sólo por proteger nuestro espacio de periodistas, si no que viva cuenta de que en México puedes asesinar, desaparecer periodistas, que no tienen ninguna protección legal de ningún otro tipo, cuando el Estado y los factores de poder aniquilan a quien sí lo tiene, quiere decir que hay que hacer todo lo necesario para que se respete o se logre respetar esos territorios ganados, frente a la indefensión de la mayoría. Si nos ha ocurrido o nos ocurre, a los que logramos, esa entre comillas, protección, ¿qué pasa con quien ni siquiera tiene contrato, con quien en la esquina de su localidad es asesinado por publicar algo como el periodista asesinado de Veracruz, Moisés Sánchez?

— Eso es justo a lo que quería llegar, tu lucha no es tu lucha, es una lucha en donde ya puedes estar representando a mucha gente más…

 No es que lo diga en esos términos, pero estoy convencida que en mi caso frente al atropello, desde luego no es aceptable la resignación, primer punto. Y desde luego viendo el panorama general, si tenemos la fuerza, la intención y la decisión para defender una causa como ésta, no es en lo particular, si no es apenas un punto de arranque para exponer una realidad estructural muy desfavorable para los periodistas y la sociedad. Son batallas que hay que dar por la libertad nuestra y por la de los demás.

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