12 de diciembre 2016
Por: Diego Osorno

10 años de terror en México

En México no han existido Torres Gemelas derrumbadas, pero sí estaciones petroleras que estallaron en pedazos, plazas públicas blanco de granadas, cajeros bancarios humeantes y grafiteados, así como masacres con cadáveres fotografiados y humillados para provocar terror.

El calendario nacional carece de su 11 de septiembre, pero se enmarca en el inicio del sexenio de Felipe Calderón, del cual se cumplen 10 años este mes. No tiene una forma definida en la imaginación de la ciudadanía, como sí la tiene en la de los Estados Unidos, donde queda representada a través de Al-Qaeda o de otros grupos radicales islámicos. En el caso mexicano, el terrorismo es un recurso esporádico al que han recurrido tanto grupos ilegales como oficiales.

Un grupo de especialistas mexicanos del Colectivo de Análisis de la Seguridad con Democracia, dio a conocer en 2009 los resultados de la primera encuesta de temas de seguridad nacional hecha en el país, en la cual se da a conocer que apenas el seis por ciento de los mexicanos consultados consideran al terrorismo como una amenaza seria para la seguridad nacional.

En medio de la crítica situación en materia de seguridad pública, la tentación del terrorismo fue asomando la cara cada vez más. Así suele suceder: cuando las acciones regulares de un grupo se pierden en la trágica normalidad, surge el terrorismo. El terrorismo, que es definido por la ONU como un método y no como una ideología, se trata de una elección. Una estrategia concreta escogida entre varias para posicionar algo, ya sea una demanda política (guerrillas), una mayor ganancia económica (narco), una reivindicación moral (animalistas), o bien, para el mantenimiento de un estado de orden oficial (fuerzas armadas).

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Las acciones terroristas en México no se inventaron en el siglo XXI. Luis González de Alba recuerda en uno de sus ensayos que el terrorismo nacional lo realizaba el Ejército cuando ahorcaba cristeros a lo largo de caminos donde fueran ejemplo de lo que ocurría a otros alzados y lo cometían también los propios cristeros cuando empalaban a maestros rurales que defendían la educación laica.

En estos 10 años ha sucedido algo similar. Nadie tiene el monopolio del terrorismo en México. Se trata de un sector en crecimiento y competido, pero hay algunos casos más emblemáticos que otros. En las siguientes entregas repasaremos algunos de ellos.

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