12 de enero 2017
Por: Fernando Rivera Calderón

El Presidente que se hizo pequeño

Al principio pensé que era un efecto óptico, algo relacionado con las pantallas de televisión y esas cuestiones meramente tecnológicas. Me fui convenciendo de que no era así con el paso de los meses y comparando sus apariciones públicas en orden cronológico; en cada una de ellas, el Presidente parecía estar misteriosamente disminuyendo de tamaño, sin que nadie a su alrededor hiciera nada por hacerlo evidente.

Los columnistas políticos seguían cuestionando sus torpes declaraciones y sus erráticas decisiones, pero no reparaban en lo principal: el notable achicamiento del primer mandatario. Después de todo, en la televisión todos se ven del mismo tamaño y al Presidente sólo se le podía ver por ahí.

En las primeras semanas, el proceso de reducción —del que sólo algunos nos dimos cuenta— hizo que al Presidente pareciera que le quedaba grande todo: el traje, la banda presidencial, la silla del águila, el país. Hubo quien dijo que estaba enfermo porque se veía muy delgado, pero en realidad era el empequeñecimiento paulatino que le aquejaba.

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No pasó mucho tiempo para que comenzaran a fabricarle ropa y sets “adaptados” para sus mensajes. En una primera instancia usaba ropa apenas una talla más pequeña, pero pasado el tiempo comenzó a vestir trajes de niño y, posteriormente, la ropa que usan los muñecos Ken de las Barbies.

El proceso de jibarización presidencial se aceleró dramáticamente en las últimas semanas, quizás después del fallido encuentro con Donald Trump. Tuvieron que hacerle un vestuario aún más pequeño. Luego vino el gasolinazo y la cosa se complicó para su investidura y para los sastres del gobierno, quienes ya no hallaban manera de arropar a un ser con los tamaños de una cucaracha.

El nombramiento del nuevo canciller fue anunciado por el Presidente desde un set de televisión construido en una caja de cerillos. La situación era insostenible. Muchos pensaron que el nuevo ministro parecía de mayor altura que el mandatario, pero en realidad era que había perdido todo rastro de altura.

Su último mensaje televisivo, transmitido a través de un microscopio atómico, fue confuso e incierto. Algunos lo escucharon decir: “Qué hubieran hecho ustedes?” y al parecer el Presidente desapareció para siempre en el territorio de la antimateria.

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