31 de mayo 2016
Por: Gabriela Warkentin

Las profes lesbianas

El acta de matrimonio ampliada, muy ampliada, así grandota; además plastificada, para sobrevivir las inclemencias, y pegada a la puerta de la entrada de la primaria Rafael Jiménez, en la delegación Venustiano Carranza de esta chilanga (nunca mexiqueña) ciudad nuestra. Así, evidenciando “el escándalo” de ser una pareja del mismo sexo (¡casada!), fue como las autoridades de esa escuela (supuestamente la directora de la misma) intentaron deshacerse de una profesora, de una docente de larga trayectoria y buen desempeño. ¿Por qué la animadversión? Supuestamente para disponer de la plaza que hasta entonces ocupaba la profesora acosada.

Se llama Eva Velarde. Es un mujer discreta, callada, a la que se le nota la incomodidad de ser el centro de atención por algo muy privado: su relación de pareja. Eva es la profesora acosada. Converso con ella y su esposa: Angélica Vázquez (también docente en la mencionada escuela). A ambas les pesa tener que hablar de ellas, pero las circunstancias las colocaron en esa situación: casadas desde hace tiempo, habían guardado en silencio su situación marital por temor a discriminaciones, y ahora se veían obligadas a defenderse. Porque para deshacerse de ellas, “alguien” pegó su acta de matrimonio en la puerta de la escuela. Una letra escarlata de los tiempos que corren.

LEE LA COLUMNA ANTERIOR DE GABRIELA WARKENTIN: UN VOTO ABURRIDO

Me quedo con varios momentos de lo que conversé con las profesoras:

* que su primer impulso fue salir corriendo y pedir cambio de escuela cuando supieron de la exhibición pública de su estado civil, porque no sabían cómo enfrentar las miradas de descalificación;

* que los niños a los que les dan clase, puro chamaquito de primaria, las recibieron con muestras de apoyo y cariño: “Los niños no discriminan, nosotros les enseñamos a discriminar”;

* que algunos padres de familia se manifestaron afuera de la escuela para mostrar apoyo a las maestras (y mientras esto conversábamos en la radio, llegaron muchos mensajes de padres de exalumnos en abierto apoyo a Eva y Angélica);

* que algunos padres de familia y maestros de la escuela sí les retiraron el habla;

* que la SEP finalmente les brindó apoyo a las profesoras y no permitió el cambio porque “no se merecían perder sus plazas originales”.

 

Fuimos muchos los medios que le dimos cobertura al episodio (y agradezco a Genaro Lozano por haberme acercado el caso). Y muchos también nos comprometimos a no soltar esta necesaria exhibición de intolerancia (que se vuelve aún peor cuando es interesada y descarada). Falta saber qué pasó con la directora de la escuela. Pero mientras, sigamos apoyando a las Evas y a las Angélicas hasta que el estado civil de alguien deje de ser una letra escarlata de nuestros tiempos.

 

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