16 de diciembre 2016
Por: Luciano Pascoe

El periodista vuelto político o loco

El aspirante presidencial Pedro Ferriz de Con alguna vez se dedicó al periodismo como actividad principal. Tuvo programas de televisión y radio que tenían una sólida base de audiencia.

La combinación de sus seguidores y su controversial personaje parece hacerle sentir con suficiente arraigo para promover su candidatura a la presidencia.

Todos tienen derecho a sostener aspiraciones políticas, todos a votar y a ser votados; en cambio, nadie tiene derecho a amenazar a periodistas. Y Pedro Ferriz lo hizo esta semana al transmitir en vivo para rechazar lo que consideró injurias de Patricia Chapoy.

Más allá del entuerto, el denuesto a la labor periodística no tiene lugar en democracia; tampoco cabe la amenaza de asegurar que Chapoy no tiene la menor idea “de hasta dónde puedo llegar contigo”. Cuídate mucho, le dice, “cuídate mucho”.

Para el aspirante, los canales legales no son adecuados porque, asegura, no tiene tiempo.

LEE LA COLUMNA ANTERIOR DE LUCIANO PASCOE: DEMOCRACIA (IN)VENCIBLE

Pedro Ferriz no es un periodista que, al volverse político, haya perdido el respeto a la profesión o su propia tolerancia. En abril pasado se enfrentó a un estudiante de la UANL durante una conferencia llamándolo pendejo; en la misma charla se refirió a su esposa como “su vieja”. Ferriz de Con ha sido demandado por su labor periodística y también ha demandado a periodistas. Ha llamado pendejo a quien busca entrevistarlo y, al contarlo en una conferencia, el público se lo festejó. Eso suena un poco loco.

La defensa de la libertad de prensa no puede limitarse a aquellos con los que coincidimos. Si sólo alzamos la voz por los medios que dicen lo que queremos, nos vemos aplaudiendo lo que confirma nuestra posición; si nos callamos cuando el periodismo amenazado nos es ajeno, no somos menos que cómplices de un intento de censura a aquello con lo que no estamos de acuerdo.

Si Pedro Ferriz cree que tiene posibilidades de triunfo electoral, quizá sea porque su referente es el presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, quien durante su campaña arremetió varias veces contra periodistas, mujeres y críticas y hoy, siendo electo, sigue intolerante a la crítica de los medios y busca cualquier forma de acallarlos.

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