22 de agosto 2018
Por: Fernando Hernandez Urias

Eric Nepomuceno, escritor: Dejar que las historias se construyan

La editorial Almadía acaba de publicar Las tres estaciones, segunda colección de relatos que puede conseguirse en nuestro país del escritor y traductor brasileño

Nacido en 1948, en Río de Janeiro, Eric Nepomuceno lleva más de 50 años escribiendo y ha construido una carrera impresionante. Ha trabajado como periodista para medios como El País, La Jornada y Página 12; ha hecho traducciones al portugués (más de 80 libros) de autores como Gabriel García Márquez, Juan Rulfo, Julio Cortázar y Jorge Luis Borges; y tiene publicados ocho títulos de ficción y no ficción.

En México debutó con Bangladesh, tal vez, una colección de 19 historias que la editorial Almadía publicó en 2012. Ahora, el sello oaxaqueño lanza en nuestro país Las tres estaciones, un volumen de cuentos que hablan sobre los primeros amores, las primeras ilusiones y los primeros sueños, pero también sobre finales: la última noche de una pareja, el último intento de un hombre por ser feliz. La nostalgia convertida en una tabla que asfixia a algunos, mientras a otros los saca a flote.

Un grupo de niños que se enamoran de la esposa de un maestro, un viejo de 75 que por primera vez en la vida decide ser feliz, una mujer que saca fuerzas ante la adversidad de sus recuerdos de la infancia y un hombre que descubre que el dolor por la muerte de su padre nunca pasará; entre varios más, componen este divertido y entrañable catálogo de personajes, al que sin duda vale la pena echarle un ojo.

¿Cómo fue el proceso de escritura de Las tres estaciones? ¿Cuánto tiempo te tomó? ¿Escribiste los 15 cuentos pensando en que serían publicados en un
mismo volumen?

En realidad, el libro es una compilación de cuentos que integran cinco libros distintos. Fueron escritos a lo largo de décadas… En ese tiempo, el proceso de escritura no cambió: traté de partir de determinada imagen, de un detalle específico, y esperar que la historia se construyera a su alrededor.

¿Por qué la división en tres apartados?

La idea fue buscar un hilo conductor y crear una misma atmósfera que invite al lector a entrar. En la primera parte están historias de la infancia y la primera juventud. En la segunda, aparece una vida que puede ser muy dura, contrastando con la etapa del descubrimiento del mundo. Y en la parte final, encuentros y desencuentros, las contradicciones de la vida.

¿De dónde surge la inspiración para tus historias?

La verdad es que no creo mucho en la inspiración. Tampoco soy un escritor de gran imaginación. Lo que sí tengo es una memoria inmensa, lo que a veces me salva y a veces me fulmina…

¿Por qué elegiste a niños como protagonistas de la mayoría de los relatos de la primera sección? ¿Qué ventajas te permitía eso?

No pensé en ventajas… Elegí esos cuentos de infancia y la primera juventud porque son tiempos de descubrimientos, de iluminaciones. Hay, creo yo, mucha ternura en los personajes que de a poquito van perdiendo una cierta inocencia mientras se fortalecen para lo que vendrá después, para las batallas de la vida.

En esos mismos relatos parece que las primeras experiencias (primeros sueños, primer amor, primera decepción) resultan determinantes para formar lo que seremos. ¿Crees que quedamos marcados y ya no hay vuelta atrás?

Sí, lo creo. Para bien y para mal.

En “La novia del batallón” pareces decir que la realidad siempre es mucho peor que como la imaginamos. Que el mundo sería mejor si los deseos no se cumplieran. ¿Crees que es así? ¿La imaginación es un mecanismo de defensa de la especie?

No, no creo para nada que el mundo fuese mejor si los deseos no se cumplieran… No, de ninguna manera. Y creo que más que mecanismo de defensa de la especie, la imaginación puede ser uno de los elementos más esenciales para mantenernos vivos.

¿Tu trabajo como traductor influye de cierta forma en tu escritura?

No soy exactamente un traductor profesional, pese a llevar más de 80 libros traducidos del castellano. Soy un escritor que traduce a los amigos o determinados libros que me gustan. Traduje a autores tan pero tan distintos, que si me dejara influenciar por ellos, mis textos serían de una confusión amazónica.

¿Qué escritores brasileños le recomendarías a los lectores mexicanos?

La literatura brasileña, quizá por la indiferencia de autores y editores y por la inexistencia de una política pública de difusión, muy a diferencia de lo que existe en otros países, es conocida en un grado infinitamente menor de lo que merece. Sugiero desde clásicos absolutos, como Machado de Assis, a maestros de maestros como Rubem Fonseca, Lygia Fagundes Telles o Dalton Trevisan.

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