capilla Sixtina
16 de junio 2018
Por: Tamara de Anda

Traer la Sixtina a la Moctezuma

Miguel Macías estaba por jubilarse cuando se le ocurrió una alocada idea, reproducir la Capilla Sixtina en una parroquia de la Moctezuma.

Miguel Macías estaba por jubilarse cuando se le ocurrió una alocada idea, reproducir la Capilla Sixtina en una parroquia de la colonia Moctezuma

Por Tamara de Anda (@plaqueta)

En 1999, Miguel recibió una propuesta inesperada, pero bastante tentadora, de su cuate Jorge Aguilar para que se fueran juntos de viaje por toda Europa. “No, ¿cómo crees? —respondió— ¡Es muchísimo dinero!”. El hijo de Jorge le pidió que, por favor, acompañara a su papá, y le ofreció pagar la mitad del viaje. Así sí le salían las cuentas a Miguel. Pidió prestado por aquí y por allá, rompió el cochinito y reunió lo necesario para cruzar el Atlántico por primera vez en su vida.

Por allá se pasearon muy a gusto a lo largo de un mes. Una de las paradas obligatorias fue la Capilla Sixtina, en el Vaticano. Además de quedar fascinado ante la gran pintura, Miguel notó que la construcción tenía un tamaño muy similar al de la bóveda de la Parroquia de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, ubicada en su barrio, la colonia Moctezuma. Ahí, justo en ese momento, una alocada idea se apoderó de su cabeza: ¿y si él, con ese talento para las artes visuales que “Dios le había otorgado”, hacía una reproducción de la obra de Miguel Ángel?

Tras regresar a nuestro país corroboró que las dimensiones de ambas estructuras eran casi exactas, la diferencia es de apenas 80 centímetros. Se dio cuenta de que iba a ser difícil pintar el techo directamente, así que decidió dividir la composición en cuadritos, pintar cada uno de los lienzos y, una vez listos, montarlos en las alturas.

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Los inicios, en el 2000, fueron complicados; nunca había hecho piezas tan grandes. Tampoco sabía cómo pegar las enormes telas en el techo. Aunque recibió asesoría de especialistas y compró el pegamento más finolis, nomás no lo lograba. ¡Ya tenía encima el evento de inauguración, al que iba a asistir el entonces cardenal, Norberto Rivera! Tres días antes del deadline que él mismo se puso, en el 2006, soñó con la solución: Resistol 5000. ¡El ingenio del mexicano al rescate!

Cuando instaló los primeros lienzos se encontró con algunos parroquianos indignados: “¡Cómo vamos a tener pinturas de personas desnudas dentro de la iglesia!”; pero poco a poco, los feligreses se familiarizaron con el proyecto y lo aceptaron. A lo largo de estos 18 años, Miguel ha dado pláticas sobre historia del arte y le ha contagiado su entusiasmo por los maestros renacentistas a sus vecinos moctezumenses. Dice que está muy orgulloso de haber traído un pedacito de Europa al barrio donde lleva viviendo más de cuatro décadas.

Chilango polímata

Don Miguel estudió diseño gráfico. Como era buenazo y disciplinado, luego luego le dieron chamba en un despacho de arquitectos. Sin embargo, sus habilidades no se limitan únicamente a cuestiones relacionadas con lo visual. También es ducho en la escultura y la literatura, otra de sus grandes pasiones. “Escribo cuento corto, mi gran influencia es Juan Rulfo —platica—. Tengo historias sobre la ciudad, el campo, la provincia, y uno sobre los mayas que plantea una teoría a su desaparición”. Ya encarrerado, y tras hacer la modestia a un lado, revela ser bueno para la cocina, asegura que tiene excelente sazón y que ha organizado talleres ahí mismo en la iglesia, donde al final rifa todo el material entre los asistentes.

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Lo que sí le gusta presumir es un reconocimiento que le hizo la Organización de las Naciones Unidas (ONU) por haber aportado material gráfico para una campaña de la UNICEF. Ahí nomás.

Por si fuera poco, confiesa que tiene un invento para acabar por fin con el problema de la contaminación. Ha mandado el proyecto a la ONU un par de ocasiones, pero hasta ahora no ha recibido respuesta. “Se los regalo —dice con confianza—. ¡Solo quisiera que funcionara por el bien de la humanidad!”. Ahora que tenga tiempo libre, lo va a volver a intentar. En una de esas, salva al planeta.

Artista imparable

Miguel creyó que elaborar su versión de la Capilla Sixtina le tomaría solamente un sexenio, pero el tiempo siguió su pasó. La cifra se multiplicó por tres y ¡ahora sí ya quedó! 18 años, siete caídas e incontables litros de pintura después, está listo para montar los últimos cuatro lienzos en el techo de la parroquia y, al fin, dar por terminado este ambicioso proyecto. “Yo digo que esta es obra de Dios. Yo nada más hice lo que tenía que hacer”.

Confiesa que le encantaría que viniera el Papa a ver su creación; aunque para él “todos son importantes, sin distinción”. Le da mucha satisfacción y orgullo ver a turistas, a la prensa nacional e internacional y a estudiantes de todas las edades interesados en la obra en la que dejó tanto sacrificio y esfuerzo.

Su próximo y ambicioso plan es pintar una representación de Los Cuatro Evangelistas en la cúpula del Santuario de Nuestra Señora de San Juan de los Lagos —mejor conocido como “La Sanjuanita”—, en la colonia 20 de Noviembre, también en la delegación Venustiano Carranza. Aunque ese es tan solo uno de los muchos proyectos que ocupan su cabeza.

A sus 72 años, este chilango tiene mucha energía e ideas que compartir.

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