26 de julio 2016
Por: Aníbal Santiago

Mato, bailo, canto y te digo “acércate”

Si hoy lees el periódico y por una crónica te enteras que en Veracruz un grupo de sicarios entró a la casa del periodista Pedro Tamayo y le dio tres tiros frente a su esposa, te conmoverás poco o mucho. Sí, es posible que algo sientas, pero lo que es imposible es que la noticia te sorprenda: no es novedad que en ese estado varios sicarios maten, lo hagan en la casa de su víctima, delante de un pariente y menos que quien dejó de existir sea un periodista (con el gobernador Duarte van 19 asesinados).

Ahora lee atento la escena que siguió al homicidio: “Uno de los tiradores caminó hacia la calle, alardeó, levantó el arma de fuego en lo más alto. Iba fuera de sí, bailando, cantando, como si la adrenalina o algo más lo mantuviera en un éxtasis constante”, escribió Edgar Ávila para El Universal.

En Veracruz un hombre mata, alardea, baila, canta. Sí, en Veracruz matas, alardeas, bailas y cantas, en ese orden.

¿Y después? Después José Adrián, el hijo de la víctima, al ver que el hombre que lo había dejado sin padre abandonaba su casa con la pistola en alto orgulloso a lo Billy The Kid para enseguida bailar y cantar, tuvo acaso una partícula infinitesimal de esperanza. Afuera, bendita coincidencia, había una patrulla de la Policía Estatal.

José Adrián gritó: “Deténgalos, fueron ellos”. Los policías estatales no detuvieron al hombre que mató, bailó, cantó y tampoco a sus cómplices, que pasaron a su lado y se fueron en un auto compacto.

Los policías estatales prefirieron hacer otra cosa: bajaron de la patrulla, entraron a la casa y se enfrentaron a Alicia Blanco, porque pretendía llorar sobre el cadáver de su esposo. Un policía cortó cartucho y le dijo a la mujer: “Si te acercas te disparo”, según el reportero Ávila.

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Afuera de la casa, en la ciudad de Tierra Blanca, los asesinos “huían en un auto compacto de color oscuro de forma lenta, muy lentamente, parsimoniosa”, narra la crónica. ¿Huían? Los asesinos, incluido el que mató, alardeó, bailó y cantó, más bien paseaban por la ciudad resguardados por la Policía Estatal.

¿Quién dirige la Policía Estatal que protegió a los asesinos de Tamayo? ¿Quién dirige a la Policía Estatal que en febrero secuestró, asesinó quemó, molió y aventó a un río, también en Tierra Blanca, a cinco jóvenes que estaban de fiesta?

El secretario Arturo Bermúdez Zurita, al que decidí googlear: lo primero que apareció son los nombres de las 21 empresas que habría creado para atraer recursos del gobierno de Duarte brindándole servicios fantasma. Empresas de papel con las que los trogloditas Bermúdez y Duarte maman recursos al erario a cambio de nada.

Quizá para saciar el morbo, quería oír, leer, verle la cara a Bermúdez, máximo policía de la entidad. Me metí a la web del gobierno, donde así nos da la bienvenida, impecable, de gorra y uniforme azul: “Acércate a nosotros, con la plena confianza de saber que en cada Policía Estatal, empezando por un servidor, tienes a un amigo y aliado que está cercano a ti y a tu familia, dispuesto a dar incluso la vida misma, con el único objetivo de que vivas en un Veracruz más seguro. Con la vocación de servir, atentamente: Mtro. Arturo Bermúdez Zurita Secretario de Seguridad Pública del Estado de Veracruz”.

“Acércate”, dice el jefe policial a los veracruzanos, y que sea con “plena confianza”.

El gobierno estatal mata, alardea, baila y canta frente a los deudos pese a su crimen (jubiloso gracias a su crimen, en realidad) y cariñoso pide a su pueblo: Acércate, con plena confianza.

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