Columna: Si hay vida, habrá teatro

Ciudad
Por: Mayté Valencia

Si el mundo es un escenario, Rodolfo Obregón es el lente que nos permite visualizar las distintas geografías y procesos histórico-sociales que le envuelven. Es el actor que, introspectivo, transita con paso firme sobre el proscenio, pero siempre atento a lo que sucede al exterior. Es el espectador que mira todo el mundo dentro del teatro y al teatro en todo el mundo y fuera de él.

Sin ensayar: crónicas de un mundo casi tan grande como el teatro, de Rodolfo Obregón, es una compilación de nueve relatos en los que los hallazgos, las coincidencias, los viajes y los azares están tejidos por un solo hilo: el teatro. Un arte que ha sido, es y seguramente será la columna vertebral de este investigador al que no sólo le antecede una amplia experiencia sino también —y sobre todo— una profunda pasión por el hecho escénico.

Director de escena, maestro de incontables generaciones, crítico y jurado de festivales internacionales, traductor y autor de numerosos textos sobre el fenómeno teatral, a Rodolfo Obregón quizá sólo le faltaba explorar uno de los géneros más personales y delirantes: la crónica. Y en este libro lo hace de una forma espléndida.

Sin ensayar, sin advertirnos, el autor nos lleva desde la calurosa Cuba víctima del sistema totalitario, pasando por Berlín dividido en dos caras, hasta la helada Rusia postsoviética con una narración en la que, como en la isla caribeña, el paso del tiempo es casi imperceptible. Desde la presentación del legendario director polaco Tadeusz Kantor en el Cervantino hasta una obra teatral montada en un penal de máxima seguridad de la Ciudad de México o un café negro en Egipto (y las similitudes entre el teatro de aquí y de allá), los relatos de Obregón son pequeñas puestas en escena que uno disfruta casi como si las estuviera viviendo de forma directa: en el ‘aquí y ahora’ que es tan teatral y vital a la vez. Con una mirada reflexiva y pulzante a la vez, sus textos develan la forma en la que el teatro expresa, crítica o anticipa lo que sucede a su alrededor. Porque el teatro no es ajeno y mientras haya vida, hay teatro. Y viceversa.

Obregón, Rodolfo. Sin ensayar: crónicas de un mundo casi tan grande como el teatro. Ediciones El Milagro. Pp. 144. 2016