Hablemos de la caca: chilangxs rompen prejuicios con baños secos

Por: Arlen Pimentel
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Hoteles, restaurantes, particulares e incluso una escuela desmienten creencias sobre el uso de baños secos como una alternativa para aliviar la escasez de agua en la Ciudad de México

Que son sucios, antihigiénicos, malolientes e imprácticos. Que son antitecnológicos y usarlos significa “un retroceso”. Que son difíciles de limpiar o de instalar. Estos prejuicios y malentendidos son comunes cuando se habla del uso de baños secos en las ciudades grandes, como la capital del país, tema que se ha vuelto relevante con la tendencia a la baja del Sistema Cutzamala, una de las principales fuentes de agua de la Ciudad de México, que hasta el 27 de febrero pasado mantenía un llenado promedio del 38.2%, de acuerdo con el registro de la Comisión Nacional del Agua (Conagua).

¿Nos estamos acabando el agua?

Para Jeinny Solís, fundadora de WCEco, la principal función de un baño seco “es el uso racional del recurso más importante del planeta, que es el agua, que nunca debió haber sido usado para transportar excretas, en realidad es el elemento más valioso del planeta, que absolutamente todos los seres del planeta lo requieren, todos los vegetales, los animales, cualquier ser en el planeta requiere agua y somos la única especie que justamente usa este recurso tan valioso para un uso tan inadecuado como es transportar caca”. 

Solís, ingeniera de profesión, creó en 2018 una empresa que vende baños secos, se encarga de la recolección de los desechos y los composta para su uso en bosques y campos de cultivo. La situación de estrés hídrico que vive la Ciudad de México, explica a + Chilango, no quiere decir que no hay agua, “sino que la hemos ensuciado a tal grado que ya no podemos usarla para lo indispensable como tomar, cocinar, bañarnos, lavar nuestra ropa. En lugar de utilizarla para estos usos que son indispensables, la estamos usando como banda transportadora de caca; obviamente eso no es viable”.

De acuerdo con la Secretaría del Medio Ambiente de la ciudad (Sedema), más del 64% del agua para consumo doméstico se gasta en el aseo personal, que incluye las descargas de agua del inodoro. Por otro lado, la Universidad Autónoma Metropolitana señala que si bien la medida por habitante en la Ciudad de México es de 314 litros (otras instituciones cuentan 380 litros), en realidad el 77% de la población consume menos de 150 litros al día. Además, el Sistema de Aguas de la Ciudad de México (Sacmex) señala que más del 60% de los principales consumidores de agua en la capital son empresas con fines de lucro, es decir, que el agua se ensucia de otras formas.

La primera escuela chilanga con baños secos

La alternativa de un baño seco, más allá de solucionar la escasez general de agua limpia, sirve para que las personas no se queden sin ella en el día a día.  Bajo esta idea algunxs chilangxs han comenzado a instalar los suyos. La empresa WCEco, por ejemplo, recolecta los desechos de más de 500 usuarixs en la ciudad, entre restaurantes, hoteles, comercios, oficinas e incluso una escuela, la Comunidad Educativa Owen, en la alcaldía Azcapotzalco. Este centro lleva usando baños secos durante un ciclo escolar, tiempo en el que ahorraron 510 mil litros de agua, explica su fundadora, Verónica Casseigne, lo que equivaldría a dar 2 litros de agua diarios durante un mes a 8 mil 500 habitantes de la colonia Nueva Santa María, en donde está ubicada la escuela.

“Fue toda una incursión muy aventada porque en ese momento los papás no sabían de qué se trataba, todo mundo se imaginaba que eran como letrinas, ¿no? O una cosa fea”, recuerda. Fue en abril de 2023 cuando decidió modificar los baños y convertirlos a su versión seca. Durante el proceso, descubrió que mientras las infancias se adaptaron fácilmente a usar los nuevos inodoros, el reto más grande fue convencer a madres y padres de familia, pues algunos incluso presentaron quejas ante la Secretaría de Educación Pública (SEP), que finalmente no prosperaron. Los beneficios, por otra parte, se notaron de inmediato para los 200 alumnos.

“Se volvieron más limpios los baños. Había mucha queja de que ‘no, es que ya lo taparon, es que ya ensuciaron, ya echaron mucho papel’ y ahora con el baño seco

sólo es asegurarte que todos dejaron tapado lo que hicieron. Otra fue el impacto de darnos cuenta del olor: todos esperábamos al entrar un baño apestoso y, al contrario, huele a madera [por el aserrín con el que se tapan los desechos], está bien tapado, es un buen manejo”.

Contra la “cacafobia”

Para Efrén Díaz Navarro, estudiante de ingeniería geomática, quien instaló un baño seco en su casa de Santa María la Ribera, en la alcaldía Cuauhtémoc, una de las dificultades para que la ciudadanía chilanga se convenza de tener este tipo de instalación es lo que él llama la cacafobia: “puede ser que un grupo de personas esté muy entusiasta al respecto, pero puede ser que las personas alrededor no necesariamente lo vean así, porque piensan que huele mal, que enferma, que es feo”. Otro gran obstáculo, considera, es la falta de acceso a un área verde en la que las personas puedan compostar sus desechos, tema que podría resolverse con la organización vecinal, mediante la ubicación de espacios con tierra que podrían ser utilizados por decenas de familias.

Chonch, director del Centro Cultural Agroecológico Huerta Culhua, en Iztapalapa, una de las alcaldías con mayor escasez de agua, literalmente rompió el concreto de su propiedad para llegar a la tierra. Hoy es un espacio que cuenta con huerta, compostero y baños secos. “Siento que no solo es quedarse en baños secos, también puede haber otras formas, al final es cada quien como quiera relacionarse con el agua, o sea, igual si cagas y la súper limpias [el agua] y después la usas en tu riego, entonces está bien, ¿no? El reto es más bien si aún tienes agua, veo un poco difícil que quieras cambiarte a un baño seco si aún tienes agua. La gente en la ciudad requiere todo súper masticado, que A lleva a B y que B lleva a C y que C lleva a D, eso es algo que falta, como algo más masticado”.