En tiempo de lluvias, la Unidad Tormenta monitorea los encharcamientos e inundaciones, recabando datos para su atención oportuna
La Ciudad de México tiene una relación profunda con el agua. Asentada sobre un extinto sistema de lagos, con altos registros de lluvia durante el año, extracción permanente del subsuelo y el consumo de agua de otras cuencas, sufre las consecuencias de todas estas acciones en forma de emergencias que a veces derivan en desastres.
Según datos oficiales de la Secretaría de Gestión Integral del Agua (SEGIAGUA), al menos el 40% del agua potable de la ciudad se pierde en fugas, que en algunos casos provocan socavones. Tan sólo en los últimos cinco años se han registrado 500 socavones en la capital, la más alta concentración ocurre en la alcaldía Gustavo A. Madero.
Para atender estas necesidades, en 2007 el entonces jefe de gobierno, Marcelo Ebrard, impulsó la creación de un equipo de emergencias hídricas conformado por trabajadorxs expertxs en el funcionamiento de las entrañas de la ciudad: la Unidad Tormenta.
Este equipo coordina la atención durante emergencias como socavones, encharcamientos, inundaciones, brotes de aguas negras y fugas. Por la naturaleza de su trabajo, que debe ser veloz e inmediato, se traslada en motocicleta, se capacita para identificar las causas de un siniestro y ha adquirido habilidades de gestión social como la atención ciudadana y la contención de conflictos.
Eduardo Pérez, elemento de la Unidad Tormenta, explica en entrevista para Chilango Diario en qué consiste su trabajo: “Somos la avanzada, nos adelantamos a revisar para ayudarle en el trabajo a las cuadrillas, verificar que las fugas que son reportadas existan y atenderlas por prioridad”.
Lalo, como le dicen amistosamente sus compañerxs, tiene 17 años trabajando en la unidad. Rara vez requiere el uso de GPS porque conoce la ciudad a detalle: avenidas, atajos, zonas de alto riesgo… Y no sólo en términos de infraestructura hidráulica, sino en términos históricos y sociales. Su experiencia le permite saber que el poniente es una zona con gran número de fugas, a diferencia del oriente, donde las inundaciones son más frecuentes.
Otro integrante de la Unidad Tormenta es Rodolfo Arturo Ruelas González, quien lleva trabajando en ella desde su inicio. Su testimonio da cuenta de cómo ha cambiado su quehacer con el tiempo:
“Cuando se creó este proyecto se pensó en cubrir las emergencias por lluvias. En ese entonces manejábamos lo que era un puesto de mando, traíamos varios tetras [radios digitales para comunicaciones móviles], llegábamos al punto de la emergencia y analizábamos la situación; podíamos pedir un vactor [equipo hidroneumático para desazolve], por ejemplo, o incluso atender la emergencia al momento si teníamos material para hacerlo”.
El desarrollo tecnológico se ha convertido en un gran aliado para esta agrupación, pues es posible compartir videos y fotografías en tiempo real para dimensionar la necesidad de la atención al momento.
La temporada de lluvias, el mayor desafío

Si bien todo el año las emergencias están presentes, es la época de lluvias la que requiere de toda su atención y celeridad. Lxs “tormentas”, como se les conoce, no son quienes reparan las averías, sino más bien los ojos de las diferentes dependencias encargadas de la gestión de la red hidráulica en la ciudad (la SEGIAGUA en el caso de la red primaria y las alcaldías en las secundarias). Su labor comienza desde la identificación del problema.
Arturo describe sólo una de las muchas inundaciones históricas que le ha tocado vivir y atender. En el año 2010, tras 48 horas de lluvias continuas en la colonia El Arenal, en la alcaldía Venustiano Carranza, la zona quedó bajo el agua afectando a miles de personas. “Se inundó toda la colonia a una altura de dos metros, entramos con lanchas, todo el equipo del entonces Sistema de Aguas dirigiendo a todas las cuadrillas para solucionar”.
Eduardo opina que otro evento impactante fue cuando se abrió el socavón de Reforma en 2017, aquel enorme agujero sobre la vialidad que medía 10 metros de diámetro y siete de profundidad. “Yo llegué al lugar y era pequeño y de repente era enorme, gigante, me impresiona pensar que me pude haber quedado ahí”, recuerda.
Un trabajo tan apasionante como riesgoso
Su trabajo es apasionante pues implica encontrar una solución inmediata a los desastres, siempre sin perder el control, atendiendo amablemente a la ciudadanía afectada. El lado oscuro de esta profesión es el permanente riesgo al que están expuestos. Arturo comparte un viejo dicho entre motociclistas: “Solamente existen dos tipos de motociclista, el que ya se cayó y el que se va a caer. Todos hemos vivido caídas y accidentes, de doce compañeros que somos al menos ocho han tenido un accidente de gravedad”.
La necesidad de trasladarse en motocicleta es un gran riesgo. Lalo comenta con solemnidad que de los seis accidentes que ha tenido, todos han sido provocados por la imprudencia de lxs conductorxs, por ir viendo el celular o conducir a exceso de velocidad.
Con todo, al preguntarle qué es lo que más le gusta de su trabajo, con una gran sonrisa responde: “me gusta mucho servir a los demás, es una satisfacción cuando la gente te da las gracias por haberlos atendido”.
Las inundaciones son un problema recurrente en la CDMX, especialmente en temporada de lluvias. Los factores que las causan son: fallas en el sistema de drenaje, hundimiento del suelo, densidad poblacional y la acumulación de basura
- Este equipo también ayuda en el combate a incendios, indicando a lxs bomberxs dónde pueden llenar sus pipas de agua
- 10,374 eventos hidrometeorológicos se atendieron en la ciudad entre 2018 y 2024, representando el 13% de todas las emergencias