Aromaterapia y emociones: todo lo que necesitas saber

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Fotografía: Shutterstock

De los sentidos, el olfato es muy poderoso, ya que en él se quedan grabadas memorias de muchos años. El olfato está relacionado con nuestras vivencias más profundas.

Quizás alguna vez hayas tenido la experiencia de ir pasando por una cafetería en donde se horneaba pan y remontarte al olor de casa de tu abuela; o quizás alguna vez hayas recordado a alguien que no veías hace mucho tiempo, por tan solo oler en otra persona el mismo perfume.

La aromaterapia es capaz de equilibrar y armonizar no solo el cuerpo físico, sino también la mente y las emociones.

Estudios realizados en Japón demuestran que los aromas pueden alterar las ondas cerebrales para hacerte sentir más alerta o más relajado. Y si aprendemos a usar la aromaterapia, seremos capaces de tener un control sobre nuestras emociones y estados de ánimo. Al menos podremos dejar de ser menos intensos y aminorar las emociones que a veces nos hacen sentir fuera de lugar.

Varios estudios han comprobado que los compuestos naturales de algunos aceites esenciales como el cedro, el incienso, toronjil o clavo, pueden aumentar los niveles de oxígeno en el cerebro y así se estabilizan las emociones y el balance en general. 

La acción de los aceites esenciales a nivel físico-emocional ocurre por medio de las fibras nerviosas de las neuronas olfativas. Cuando olemos un aceite esencial, la molécula aromática se transforma en impulsos eléctricos que transmiten el mensaje al sistema límbico, encargado de procesar las reacciones emocionales y de controlar el ritmo cardíaco, la presión arterial, los niveles de estrés y la respiración entre otras funciones. 

Los aceites pueden aplicarse en la mano y olerse o aplicarse en el tronco, el interior de las muñecas, el cuello, el oído, la planta de los pies y la cabeza. También pueden olerse a través de un difusor. 

Los aceites se clasifican de la siguiente forma:

Aceites cítricos: ayudan a elevar la energía y el estado de ánimo.

Bergamota, naranja, limón, toronja, limoncillo.

Aceites florales: ayudan a calmar.

Rosa, Neroli, Rosa Mosqueta, Geranio, Jasmín

Maderas y resinas: ayudan a dar arraigo:

Ylang Ylang, Patchuli, Incienso, vetiver, sándalo.

Texto por Ana Paula Domínguez