La CDMX en el tiempo: Cafeterías del centro

Ciudad

Unas aún sobreviven, otras ya no, pero un buen chilango conoce las cafeterías que han pasado por la Ciudad de México

Las cafeterías del centro han sido testigos de acontecimientos históricos del país, han escuchado interminables platicas de intelectuales, políticos y ciudadanos que han pasado horas degustando sus cafés, no sólo por el sabor sino por la comodidad del sitio y la atención.

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La Ciudad de México cuenta con muchas cafeterías pero sin duda están las que han nacido, crecido y muerto en esta gran urbe. Aquí algunas de las más longevas y queridas de la CDMX

Café Colón

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Manuel Gutiérrez Nájera, poeta, escritor y cirujano mexicano, invitaba a través de un poema a contemplar la puesta de sol que lograba verse desde el café .“Los últimos rayos del sol, como tomando las últimas copas para irse a dormir de buen humor se disputan los vasos, y pagan convirtiendo en topacio la cerveza, en oro el cognac, el absintio en esmeralda, y la grosella, la más inocente de las bebidas, en rubor”. Esta cafetería ubicada en lo que hoy es Reforma y Antonio Caso, en su época fue de las más visitadas por la sociedad mexicana, hoy sólo queda el recuerdo.

 

Gran Café La Concordia

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Se decía que esta cafetería estaba a la altura de las grandes cafeterías de Europa por su comodidad, decoración y, claro, su servicio. Estaba localizada en la esquina de Madero e Isabel la Católica y era el lugar favorito de artistas, literatos, periodistas y políticos del México del siglo XIX. Dejó de existir en 1906.

 

Café París

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Esta cafetería fue el punto de reunión de muchos –muchísimos- intelectuales, políticos, artistas y de quien quisiera sentarse a tomar un buen café. Su historia inició en 1934, colocándose en 5 de mayo y Filomeno Mata, desde sus inicios fue visitado por grandes personalidades. El mismo Paz tiene recuerdos de los amigos que conoció ahí: “Lo conocí hacia 1936 o 1937. ¿Fue en la redacción de El Nacional, con Efraín Huerta? ¿O fue en el Café París en la mesa que frecuentaban, entre otros, Juan Soriano, María Izquierdo y Lola Álvarez Bravo?… “. Esta cafetería también fue refugio de exiliados españoles, quienes se reunían a platicar con los mexicanos que encontraban o para hacer tertulias. Era común encontrarse a Remedios Varo, Salvador Novo y hasta André Breton.

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Los pintores Siquieros, Rivera, Tamayo y Orozco no se quedaron atrás y visitaron con frecuncia esta cafetería en la que el poeta Avelino Pilongano convenció a Gabriel Vargas de publicar la ‘Familia Burrón’. Fue en los años 50 que esta cafetería vio sus últimos años, pero le dejó lugar a La Pagoda que a la fecha sigue recibiendo a los trasnochados chilangos.

 

Café de Tacuba

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El restaurante Café Tacuba se convirtió con los años en un clásico del Centro Histórico. La historia va desde sus inicios en la que las monjas atendían a los pacientes del Hospital Psiquiátrico que abarcaba un enorme inmueble. Con el paso del tiempo se dividió y quedó en su lugar un local de tamales y frutas en almibar . Al paso de los años, en 1912 nació el Café de Tacuba, en honor a la calle que lo resguarda.

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Muchas cosas ha vivido este inmueble, ¿quién no ha festejado ahí su cumpleaños? ¿O ha ido solo para conocer el café que inspiró a una de las bandas más emblemáticas de nuestro país su nombre?, o como lo describe el mismo recinto -en su portal de internet- “viví un asesinato en una de mis sillas y no pude cerrar los ojos… sufrí quemaduras de tercer grado y sentí el cariño de mi pueblo para volver del tizne y las cenizas, a complacer a los más antojadizos transeúntes de esta ciudad”.

 

Casa de los Azulejos

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Si caminas por la calle de Madero es imposible no voltear a ver la casa de los azulejos o también conocida por ser la casa del segundo Conde del Valle de Orizaba, de quien se dice gastaba en grandes cantidades el dinero de la familia por lo que su padre lo reprendía diciéndole que con esos despilfarros jamás llegaría a tener “una casa de azulejos”.

Al reformarse le demostró a su padre que había cambiado y decidió forrar la casa de azulejos de talavera poblana. Con el paso del tiempo el lugar tuvo varios dueños y para 1919 los hermanos Sanbors compraron el inmueble. Así este café-restaurante ha vivido parte de la historia de la capital desde zapatistas, villistas y artistas como: Rufino Tamayo, José Luis Cuevas, María Felix, Carlos Fuentes y Salvador Novo.

Fueron muchas las cafeterías que nacieron a la par que la ciudad de algunas solo se conservan placas que son testigos que allí estuvieron.

 

(Fotos: cortesías)