Cana77 brinda talleres de dibujo y serigrafía a hombres privados de su libertad como parte de un proyecto de reinserción laboral que relaciona el arte y la educación
Por Bryan Rivera
“Aquí, todos son perros, y el que no, es perra, y si no, lo volvemos. Vete quitando la ropa, pero ya”, ordena un policía de gafas negras. Delante suyo, hincado, un hombre recién detenido tiene los ojos vendados con un paliacate azul. Es Ismael Corona. Narra su adolescencia delictiva y su inevitable paso por un tutelar de menores, por la Comunidad Especializada para Adolescentes “Dr. Alfonso Quiroz Cuarón” y por el penal de Santa Martha, donde purgó una condena por homicidio.
Ismael está enfrentando su pasado y presente de forma simultánea: el contexto social y la violencia sistemática que lo llevó a delinquir. En plena catarsis, entra la música y varias personas caminan a su alrededor. No es una película, es un fragmento de una obra de teatro, La Espera, pero también algo más. Es la pasarela-performance de Cana 77 que se realizó el viernes pasado en un pequeño auditorio del Centro Cultural del Bosque.
Las y los modelos que pasan junto a Ismael exhiben piezas de diseñador hechas por hombres privados de su libertad en Santa Martha y el Reclusorio Preventivo Sur. Llevan hoddies, pantalones y camisas holgadas, entre otras prendas relacionadas a la cultura chicana. Algunas tienen un diseño en común: líneas horizontales y diagonales que se asemejan a los barrotes de una prisión.
Este proyecto inició en 2020 con un taller impartido dentro de Santa Martha por Sandra Garibaldi, diseñadora de moda. Ismael se subió a ese barco aprendiendo serigrafía. Sumando su experiencia como actor y miembro de la Compañía de Teatro Penitenciario, ambos dieron forma a un proyecto que poco a poco comenzó a definirse y que quedaría constituido como Cana77.
Cerca de 20 reclusos aprendieron dibujo. Durante 2023 ampliaron este proyecto de reinserción laboral al Reclusorio Preventivo Varonil Sur con Roy Rodea, costurero preso. Los diseños de los reclusos de Santa Martha fueron enviados a Roy para su confección. Así comenzaron a gestar el proyecto. Ese mismo año, Cana77 acumuló cinco prendas hechas por los presos, mismas que la Compañía de Teatro Penitenciario vistió en los Premios Metropolitanos de Teatro (Metro).
Durante ese año, hicieron su primera pasarela. Para la edición de este 2025, Cana77 exhibió 81 piezas hechas por presos, mismas que modelaron varios voluntarios.
Aprendizaje y reintegración social
Ismael Corona asegura que el trabajo coordinado de los presos de Santa Martha y del Reclusorio Sur permite formar un tejido colaborativo.
“La pasarela es la muestra de todo este esfuerzo, de todas las personas que están detrás de nosotros apoyando: la familia, el gremio teatral, incluso escritoras y escritores que se suman al proyecto”, comenta en entrevista para Chilango Diario.
Como parte de su apuesta por la reinserción laboral, las prendas se ponen a la venta luego de la pasarela. Para dignificar este trabajo, pagan a los presos lo que realmente valen sus diseños. Incluso los capacitan para que sepan cuánto deben cobrar por la elaboración de ropa de diseñador y si deciden dedicarse a ello cuando queden en libertad.
Ismael se inquieta cuando menciona la palabra “moda”. Le da risa. Dice que dicho concepto le era ajeno. Ismael sólo relacionaba la moda con la pose, como una puesta en escena. Pero cuando analiza desde el diseño, desde la serigrafía, la costura, entiende a la moda como una obra de arte. A eso se suma el impulso artístico de los presos, facultad que ellos mismos intentan negar, según asegura.
“Tal vez los dibujos que (los reos) hacen no significan nada, pero cuando lo ven impresos en una playera, ven que son capaces de crear”, acota.
Desde el teatro, Ismael lleva 15 años de apego a las prisiones, luego de que él mismo estuvo recluido por un asesinato que cometió en 2009 durante su adolescencia. Constantemente se pregunta por qué sigue ese camino: “La cárcel no me deja. Sigo pagando mi sentencia en libertad”.
“Mi responsabilidad después de haber delinquido es compartir que hay otras alternativas”
Ismael Corona, actor
La Espera es un juego escénico que oscila entre la realidad y la ficción, surgido del trabajo que la dramaturga Conchi León realizó con personas privadas de la libertad