La directora Celine Song nos cuenta más sobre esa perspectiva del amor que la llevó a crear un triángulo amoroso protagonizado por Dakota Johnson, Pedro Pascal y Chris Evans
¿Cómo describirías a tu pareja ideal? Muy probablemente pensarás en su altura, complexión, color de ojos, estilo de cabello o incluso la edad. Tal vez podrías decir cosas como “que sea detallista” o “que sea sexy”, así como pensar en su profesión y esperar una modelo, una influencer, un médico cardiólogo o un empresario. Las opciones son muchas, pero en este mercado del amor el match no es tan sencillo de lograr.
Celine Song lo sabe, y no porque en su más reciente película su protagonista sea una casamentera, sino porque ella tuvo el mismo empleo (al menos durante algunos meses) y esa experiencia es la que refleja en Amores materialistas, que llega hoy a salas de cine mexicanas en preestreno.
En entrevista, la directora y guionista coreano-canadiense comparte que su trabajo como casamentera le brindó la oportunidad de conocer lo que la gente realmente piensa, a qué tipo de persona esperaban o qué estaban buscando en una pareja: “La gente era muy honesta conmigo, incluso tal vez de una manera que no lo eran con su terapeuta. Podía escuchar lo que verdaderamente llevaban en el corazón. Así que comenzaban a hablar conmigo como si describieran el coche o la casa que querían, me decían directamente lo que buscaban”.
Fue de esa manera que se dio cuenta de que mucho de lo que decían tenía que ver con números: “Más de 1.80 metros, menos de cierto peso, edad mayor que tal, menor que tal, que gane tanto, no menos de cierta cantidad. Vi cómo ese lenguaje numérico, casi financiero (como el de Wall Street o cualquier mercado de valores), se había infiltrado en algo que se supone trata sobre el corazón, sobre lo que sentimos y sobre envejecer junto a alguien”.
Y Lucy, la protagonista de Amores materialistas, entiende esas matemáticas. Ella calcula para sus clientes y para sí misma. Por eso cuando conoce a Harry, un “unicornio” por hacer check en todo (soltero, guapo, caballeroso, rico, etc.), corresponde a su interés… hasta que aparece John, su ex, un hombre atento, guapo y que siempre ha estado para ella, aunque su relación terminó por problemas económicos. ¿A qué responderá el amor?
Song, quien en su anterior película puso a la madurez y los recuerdos a jugar con el amor (Vidas pasadas), ahora pone frente a frente nuestras expectativas frías en las relaciones románticas versus el valor de los sentimientos y los seres humanos. Una reflexión pertinente en un momento donde nos queremos ahorrar hasta el tiempo en desilusionarnos y nos recargamos en la tecnología para intentar acelerar el proceso de la “transacción”.

Para la realizadora, todo se ha convertido en una transacción (y siempre ha sido así), por lo cual es difícil separar ese mundo de lo íntimo. “Hay un enorme intento por resolver el misterio del amor: los algoritmos, las apps, hay tantas formas en las que la gente está intentando resolver este problema en particular. Pero es el único que creo que jamás podrá resolverse con tecnología, ni con IA ni nada. Podemos seguir intentando usar transacciones para encontrar pareja, pero sé que al final esas transacciones no hablan de lo que ocurre en tu corazón”, opina.
Por ello, a pesar de que los personajes usan el celular, hacen llamadas, mencionan las redes sociales y hasta las dating apps, Song pone el énfasis en los sentimientos desde los rostros, las acciones y lo que se expresa.
“A veces pienso en ello como si el amor fuera como ser alcanzado por un rayo, las apps como Tinder son como salir cuando hay tormenta para tratar de que te caiga. Son herramientas útiles para aumentar las probabilidades, pero no son rayos”.
Así que entre la búsqueda del romance de película y el miedo al amor realista, Song cita a Lucy para decir lo que cree que es el amor ideal: “Cambiar los pañales del otro y ser enterrados juntos”, pues considera que es la cosa más romántica que puedes pensar junto a otro ser humano. “Creo que la línea más importante de toda la película es ‘no soy mercancía, soy una persona’… Una mercancía no puede amar a otra mercancía. Pero si eres una persona, tal vez puedas amar a otra persona. Entonces tal vez el amor es posible”.
¿Flechada por las historias de amor?
Celine Song explica que no suele controlar las historias que quiere contar, más bien a veces se interesa por una historia o unos personajes y, a veces, sabe cómo va a terminar el guion. Sin embargo, ¿por qué tiene ese instinto por filmar historias de amor? “Creo que el amor es un tema muy interesante para mí porque es el único ámbito donde no sólo está permitido, sino que se alienta, que seas un tonto”, señala. “Como directora, como mujeres trabajadoras, inteligentes, tenemos que tener respuestas, estar presentes, ser listas. Pero en el ámbito del amor, decimos: “no lo sé, no sé por qué amo a esta persona”. Es como un milagro, es el único lugar donde no se nos exige tener el control e importa lo que pasa en el corazón. Es algo aterrador y difícil”.
“Merecemos historias de amor que hablen de cómo es realmente, no sólo de fantasías. Claro que hay algo fantástico en salir con Dakota, Chris o Pedro, pero el amor es un tema real, serio, universal, que merece una película seria”
– Celine Song, directora y guionista
- Este miércoles (30 de julio) llega a salas de cine mexicanas como preestreno Amores materialistas; mañana es su estreno oficial
- 2 nominaciones al Oscar tuvo la ópera prima de Celine Song, Vidas pasadas: a Mejor guion original y Mejor película. Amores materialistas es su segundo largometraje