La Peninsular y sus más de 100 años de existencia, pero que mejor que sus habitantes para contarnos su historia.

Los habitantes de… la cantina más antigua del Centro Histórico

Ciudad

Por mucho tiempo las cantinas fueron un punto de encuentro para los bohemios, en ellas podías ver tanto a humildes comerciantes como a figuras del ámbito político. Una de ellas es La Peninsular, una cantina con más de 100 años. Conoce la historia de este lugar a través de quienes la habitan.

Obtuvo su registro en 1872 y en 2013 fue remodelada. Durante su tiempo de vida ha tenido todo tipo de propietarios, tanto nacionales como extranjeros, quienes le ha dado variedad y un toque distintivo al lugar.

A pesar del cambio, la cantina aún conserva parte de su arquitectura y por su antigüedad es considerada patrimonio nacional; sus muros limosneros son una prueba, pues son característicos de las viejas construcciones del Centro Histórico.

La Peninsular fue construida en un edificio de casi 500 años de antigüedad, por lo que los dueños reclaman ser la primera cantina, después de El Nivel (desaparecida hace algunos años).

“La licencia número uno la tiene El Nivel, pero eso no quiere decir que sea la primera en la historia, porque las cantinas empezaron a operar antes de tener el registro oficial”, nos platica José Luis Franco, actual encargado.

Según nos contó José Luis, esta longeva cantina ha sido escenario de películas como el Callejón de los milagros, y que , incluso, en los años ochenta Lucha Villa se echaba sus tragos aquí.

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Durante mucho tiempo, una de las peculiaridades de esta cantina era que entre la carta tenía impreso una leyenda que decía: “Permiso legal” para hombres casados: “Hago constar por la presente, que autorizo a mi pareja para que se divierta cuando quiera y pueda, beba hasta emborracharse, juegue y se distraiga con cuantas señoras y señoritas se le presenten. Firman la señora y la suegra”.

Aunque actualmente ya no aparece en la carta, en cambio puedes ver una amplia oferta de alimentos provenientes del mar como: caldo de camarón, pescadillas, pulpo, jaiba y mojarras, por mencionar parte del menú.

La música viva también es amplia, los jueves son de son cubano, viernes mariachi o son cubano y los sábados de norteños; el resto de la semana te puedes deleitar con las bellas melodías de la rockola.

Ahora conoce la historia de esta cantina en voz de aquellas personas que día a día ponen todo su empeño para que La Peninsular, a pesar del tiempo, continúe en pie.

Le gusta escuchar historias 

cantina

Emmanuel es un joven de aproximadamente 21 años, con una gran sonrisa pasa de mesa en mesa para tomar la orden de los clientes: “Me gusta atender y platicar con la gente, me agrada servir porque es muy bonito “, comenta, mientras le acerca un tarro de cerveza a un comensal.

A pesar de tener apenas tres meses laborando en La Peninsular, Emmanuel comentó que se ha llegado a encariñar con algunas personas que frecuentan el lugar, uno de ellos era Don Juan, un señor de alrededor de 80 años, que asistía con regularidad:”Era un un señor muy querido por nosotros y por los antiguos administradores, cuando venía quemaba billetes de 500 pesos, dos o tres cada vez. Una ocasión se tomó fotos con todos, se echó sus copas, se despidió y se fue, después nos enteramos de que al otro día falleció”. Emmanuel cree que fue a despedirse del lugar que durante más de 50 años le abrió las puertas.

El joven mesero, al igual que sus compañeros, porta una camisa azul marino con puntos blancos, un chaleco y pantalón en color negro, es de mediana estatura y complexión delgada. Dijo sentirse orgulloso de ser parte de los habitantes de la cantina más antigua del Centro Histórico, además de que su salario le ha ayudado a pagar sus estudios.

“Estudio la licenciatura en Criminología y Criminalística, estoy por terminarla y trabajar aquí me ayuda porque el administrador me permite ir a la escuela y  venir a trabajar después de clases”.

Con el sartén por el mango 

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Félix Sarabia es el chef, su labor empieza a partir de las 10 de la mañana, dirige el trabajo en la cocina, también se encarga del abastecimiento y de la calidad de los platillos que se realizan.

Trae una filipina en color azul rey, encima porta un mandil negro con rayas blancas que combina con su característica gorra, la cual hace que parezca más alto de lo que en realidad es. No platica mucho, apenas y contesta lo esencial, es tímido, pero no duda en mostrar el gusto por su trabajo.

“Me gusta mucho mi trabajo, he tenido la oportunidad de laborar en otros lugares y en pocos me he sentido tan satisfecho como en La Peninsular”.

La cocina está situada al fondo, aunque desde cualquier punto de la cantina puedes verla y echarle un ojo a la elaboración de los alimentos, esta particularidad le permite a Félix interactuar con los comensales: “Tengo la oportunidad de hablar con la gente y preguntarle qué es lo que les gusta y así mejorar las recetas”, comenta.

Félix nos cuenta que no sabía que La Peninsular era una de las cantinas más antiguas de la Ciudad de México, se enteró desde hace algunos meses, sin embargo ahora cocina con más gusto.

¡Cantinero!, otra copa

Antonio es el encargado de levantar el ánimo a quienes buscan la fiesta, a los crudos y a uno que otro decepcionado del amor, la familia o el trabajo. La receta está en la coctelería y las cervezas que se encarga de servir.

No duda en darnos sus mejores recetas para ponerle fin a la cruda: “La sangría preparada es uno de mis remedios infalibles para matar la cruda, lleva jarabe, jugo de limón, agua mineral vino tinto y vodka”, y si eso no te resulta, está la piedra: ” lleva anís, tequila y refresco”.

A Antonio no le genera ningún sentimiento trabajar en una de las cantinas más antiguas del Centro Histórico: “Estoy acostumbrado a trabajar en lugares así de importantes con grandes personalidades”.

Cliente frecuente 

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Venancio viste pantalón de mezclilla, camisa azul cielo a cuadros, botas piteadas y tejana color crudo. Mientras bebe de un tarro, nos platica que asiste a La Peninsular desde que tenía 8 años.

Su acento delata que es de algún estado del norte de la República, Guanajuato para ser exactos. Dice que durante sus visitas a la cantina ha hecho grandes amigos, y que desde que recuerda el ambiente no ha cambiado.

“Cambió la administración, remodelaron el lugar, pero la esencia sigue siendo la misma desde que tenía ocho años, es un lugar de tradición”.

En este lugar ha conocido a grandes personajes, como a Pedrito, quien acude a La Peninsular desde hace 70 años.

Venancio comenta que “la antigua administración le prohibía el acceso porque al ser una persona mayor no se aguantaba y se orinaba, se paraba en la puerta y desde afuera veía hacía dentro, actualmente ya le dan permiso y de repente lo veo”.

Dónde: Local 4, Alhóndiga 26, col Centro, Cuauhtémoc

Horario: de 10:00 a 20:00 horas

Costo: con 200 pesos puedes consumir comida de la carta y tres copas de cualquier bebida

(Fotos: Dulce Ahumada)