LAS ELEGIDAS: EL ‘MISERY-PORN’ QUE CONQUISTÓ AL ARIEL

Ciudad
Por: Jesús Iglesias

Todo nació con un pequeño guión que el laureado escritor mexicano Jorge Volpi esbozó. El tema de dicho relato, que después habría de engendrar una ópera titulada Cuatro corridos, y una novela escrita en verso –Volpi “haciendo un Homero” en todos los sentidos referenciales posibles– se centraba en las relaciones de poder existentes dentro de una vasta red de prostitución ubicada en Tenancingo, Tlaxcala.

La organización criminal, implantada en la más verificable realidad, fue descubierta en el año 2001, y se fijó de lleno en el imaginario colectivo de la zona de donde es originaria la mujer de Volpi: de ahí el punto de partida de ese guión que el cineasta mexicano David Pablos reescribiría a partir de su visión artística, para luego convencer a NETFLIX de la valía de su proyecto y estrenarlo, con bombo y platillo, en la célebre plataforma digital.

Esta historia de éxito –que culminó con la estatuilla del Ariel 2016 a mejor película– antoja por razones evidentes el producto fílmico de Pablos. Por desgracia, lo que se ve en pantalla contrasta radicalmente con las expectativas creadas por la exitosa campaña de promoción del filme.

Las elegidas es un filme que se construye desde un núcleo muy primario de misery-porn: Pablos no pierde tiempo y de inmediato plantea la historia de Sofía, una niña infeliz, descuidada por su familia y necesitada de cariño, que cae en las garras de Ulises, un chico joven cuya misión es enamorar y reclutar chicas que sirvan al harén familiar. Sofía es la primera misión de Ulises y este cae irremediablemente enamorado, abriéndose un dilema moral en el que las lealtades familiares compiten contra el amor y contra el remordimiento del criminal novato.

Predecible, pero sobre todo intrascendente, la narrativa de Las elegidas es un compendio de los lugares más comunes asociados al infierno de la prostitución en México; un agujero negro de donde sólo consigue salir avante la actuación de la joven Nancy Talamantes, y que bien podría haberse resumido en 15 minutos de metraje como lo hizo Amat Escalante en Esclava (2014): cortometraje hermano de Las elegidas, temáticamente muy similar y pletórico también de patetismo innecesario, pero al menos breve y hermosamente fotografiado.

Resulta también sorprendente el Ariel otorgado a Las elegidas dentro del rubro de mejor fotografía, ya que el trabajo de Carolina Costa tras la cámara se evidencia no sólo modesto, sino carente de imaginación al momento de encuadrar a esos personajes incapaces de generar reacción alguna en el espectador; personajes emocionalmente cuasicatatónicos que actúan desde el punto más burdo del instinto, y cuyas decisiones terminan por no importarle al espectador en lo más mínimo.

En definitiva: si esto es lo mejor que produjo el cine mexicano durante el 2015, guardemos esos cuatro números cuanto antes en el cajón del olvido.