Foto: Tamara de Anda

Excéntrica CDMX | Ciudades sobre ruedas

Ciudad

 

Cuando le cuentas a los visitantes europeos o asiáticos que alguna vez hubo un muy desarrollado sistema de trenes en México, pero que hace dos décadas el gobierno decidió deshacerse de él (#ThanksZedillo), de plano no lo pueden creer. La evidencia de esta insólita decisión está no solo en los libros de historia, sino en un par de miniciudades levantadas sobre vestigios ferrocarrileros. Muchos de sus ocupantes son extrabajadores de esta industria o sus descendientes.  

Uno de estos peculiares barrios está en el centro de Naucalpan, y se ha vuelto célebre porque hay una primaria que ocupa un vagón como salón de clases. Esta inusual escuela, la Artículo 123 Lic. Adolfo López Mateos, lleva más de cuatro décadas “estacionada” en esta área y es una de las mejores del Estado de México. La columna vertebral de este caserío es la calle Ferrocarril Acámbaro, trazada sobre los rieles en desuso, a lo largo de la cual se levantan viviendas sobre ruedas-que-ya-no-ruedan, pintadas de colores brillantes, decoradas con plantas y coronadas por antenas de televisión. Y al fondo de la vía, en su cruce con avenida 16 de septiembre, está lo que fue la Terminal Ferroviaria del Valle de México. En el andén destartalado la gente se sienta a pasar la tarde, como en espera de un tren fantasma.

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La otra aldea ferrocarrilera está en la frontera entre las colonias Popotla y San Salvador Xochimanca, en el cruce de Calzada de los Gallos y Camarones. Establecida en la década de los 60, hoy es un conjunto donde habitan más de 100 familias. Los pobladores están muy enraizados y, a pesar de sus atípicas casas, ni de broma piensan irse de aquí, ¡si la ubicación es excelente! A pesar de que aún pasa el tren de carga con todo y el ruido y la zarandeada que eso significa, el horno inmobiliario no está para bollos. Y puede que aquí no haya escuela, ¿pero qué tal la tiendita de abarrotes?

Junto al Museo de los Ferrocarrileros de La Villa y la estación La Cima, en el pueblo de Parres, estos dos barrios son las últimas pruebas vivientes en el área metropolitana de que alguna vez la CDMX estuvo ferrocarrileramente conectada con el resto del país.

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