Vive una miniexperiencia religiosa

Ciudad
Por: Tamara de Anda

Si ves la foto de la Capilla del Señor de la Humildad dices “ah, una iglesia muy bonita: gracias pero ya he visitado un millón, ¡estamos en México!”. Ya que la tienes frente a ti es una sensación rarísima: ¡parece de juguete! O de parque de diversiones, maqueta o set de televisión. Es chiquitita. Tiene sus dos torres y los elementos arquitectónicos que notarías en un templo católico típico de México, pero es como si la hubieran escalado por computadora hasta que cupiera en medio de la angosta calle.

El edificio fue encargo de Hernán Cortés en el siglo XVI —una de las siete ermitas que mandó a construir—, en una época en la que la Iglesia Católica se expandía como sucursales de minisúper. Es de estilo barroco churrigueresco y está muy bien conservada: la gente del barrio se ha encargado de cuidarla. Aunque en el interior con trabajos caben 20 personas, es muy visitada y cada 6 de agosto se arma la fiesta patronal en grande. Dicen que los feligreses más frecuentes son los maloras —quienes después de visitarla tienen que dejar de robar, al menos por 24 horas—, pero en realidad toda clase de gente, dedicadas a toda clase de oficios, viene a rezar. Las monjitas que viven en la construcción anexa, encargadas de cuidar el recinto, no le hacen el feo a nadie. Y en una de esas hasta te dan de comer.

A unos pasos, en el número 25 de la calle Manzanares, está la que, se dice, es la casa-habitación más antigua de la Ciudad de México. Igual que la capilla, sobrevive desde el siglo XVI, nomás que está en ruinas: en cualquier momento se cae y las autoridades tan tranquilas. Qué coraje. Lo que sí sigue en pie es la pulquería El Recreo, donde uno puede ir a echarse un curado de jitomate después de la miniexperiencia religiosa.

La Capilla del Señor de la Humildad está en Manzanares casi esquina Anillo de Circunvalación. El Metro más cercano es Merced.