No sólo se debe a la fuerza de la naturaleza, sino a sus comunidades que han hecho de todo para restaurar este ecosistema
Itzam Pineda no cabe en su asombro. Mira hacia el cielo con la boca abierta. Estamos empapados en la cima de la peña de San Telmo, una comunidad ubicada en el municipio de Tepetlaoxtoc, Estado de México, en las montañas que rodean el Lago de Texcoco.
Hemos viajado un par de horas en la batea de una camioneta 4×4 en medio de una intensa tormenta sólo para estar aquí. El paisaje es sobrecogedor: allá, a lo lejos, está la Ciudad de México y sus edificios. Aquí arriba llueve y el agua inunda los caminos, escurre por las terrazas agrícolas, se detiene en los jagüeyes y en las pequeñas lagunas. “¡Este es el lago: nos está cayendo encima!”, grita Itzam como si la revelación lo desbordara. ¡El lago nos está bañando!
Antropólogo y profesor por la Universidad Autónoma de la Ciudad de México, Itzam es uno de los responsables de elaborar el nuevo Programa de Ordenamiento Ecológico Territorial Participativo de la Cuenca de Atenco. Se trata de un instrumento esencial para permitir que, tras la cancelación del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (NAICM) a finales de 2018, el Lago de Texcoco logre restaurarse.
Itzam es también integrante de Manos a la Cuenca, un colectivo derivado de la campaña #YoPrefieroElLago. Se trata de un esfuerzo académico por reconocer el conocimiento en cuanto a gestión del agua de las comunidades campesinas y ejidales que han modificado este paisaje desde tiempos de Nezahualcóyotl, gobernante, poeta e ingeniero hidráulico que reinó estos rumbos en el siglo XV. Desde que el Lago de Texcoco fue declarado Área Natural Protegida, en colaboración con la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), la Comisión Nacional del Agua (Conagua) y otras instancias, este colectivo ha hecho de todo para restaurar el lago en los términos de las comunidades.
A la fecha, por ejemplo, han recuperado 14 kilómetros de ríos y reconectado con el lago dos de los más grandes: el Papalotla y el Teotihuacán; se han construido cinco humedales, uno de casi dos hectáreas en Atenco; ocho jagüeyes fueron restaurados; hay 10 presas nuevas en la zona de la montaña, y se rehabilitaron 19 pozos agrícolas y nueve de agua potable para las comunidades.
El resultado es evidente: la laguna de Xalapango que, en 2019 estaba a punto de ser desecada, hoy mide más de 400 kilómetros; la Ciénaga de San Juan mide más de 600. Estos son los dos principales cuerpos de agua que sobrevivieron la desecación del lago. A esto hay que agregar Casa Colorada: la laguna de regulación dentro del Lago de Texcoco, hoy dentro del Parque Ecológico, desde 2019 amplió su capacidad de 150 mil metros cúbicos de agua a 2.5 millones.
A la fecha, después de uno de los meses más lluviosos en décadas, las superficies inundadas ya superan las dos mil hectáreas y se espera duplicar esa extensión en pocos años. “Esto es vital para la Ciudad de México. La reserva del lago no sólo nos asegura sustentabilidad hídrica o nos ayuda a evitar inundaciones, porque el agua se queda aquí en lugar de inundar la ciudad o ser enviada hacia Tula”.

Itzam está convencido: se trata de un asunto de vida o muerte. De acuerdo a un reciente estudio del Instituto de Geología de la UNAM, si la falta de agua y el hundimiento de 40 centímetros al año no se soluciona pronto, varias zonas de la capital (sobre todo en las alcaldías Cuauhtémoc, Gustavo A. Madero, Tláhuac e Iztacalco) serán inhabitables y enfrentarán procesos de desplazamiento forzado. Tener un cuerpo de agua de las dimensiones del Lago de Texcoco no sólo otorga una mínima sustentabilidad hídrica al Valle de México, también permite contener las inundaciones, regular el clima de la ciudad y aminorar el peligro sísmico.
El lago renace
Desde la cima de esta montaña, en la comunidad de San Telmo, Itzam alcanza a ver el Lago Nabor Carrillo y la Ciénaga de San Juan. Según registros de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp), la población de aves se ha duplicado en los últimos años: más de 2,300 ejemplares viven allí. Garzas, patos mexicanos, patos tepalcates, pijijes, garzas albas, incluso hay un par de flamingos que llegaron en los últimos meses al Nabor Carrillo.
Es cierto: el lago de Texcoco renace y la emblemática terminal en forma de equis del aeropuerto que no fue está por completo inundada. Además, la Conanp está generando un sistema de “celdas” que permiten contener y almacenar el agua en distintas zonas del Parque Ecológico, sobre todo durante la temporada de lluvias.
Desde aquí arriba, Itzam piensa en el Códice de Tepetlaoxtoc: un memorial que fue usado por la población de esta zona en los primeros años posteriores a la conquista. Fue una solicitud al reino de España para que moderara el cobro de tributo a los pueblos de la zona. Aunque el códice es sobre todo una relación de los productos agrícolas, documenta también la relación íntima de la comunidad con su entorno. A Itzam le divierte pensar que ese códice, de alguna forma, era ya una suerte de Programa de Ordenamiento Ambiental.
“Todos estos pueblos, por ejemplo, todavía usan el sistema de apantles: canales que van en bajada a los costados de la calle y que abren para llevar agua a las tierras de cultivo. Este tipo de tecnologías, como los jagüeyes, los embalses y todo el sistema de terrazas, son conocimientos que se han ido actualizando.
Muchos de los hijos de los ejidatarios se han especializado en distintas materias. Hay ingenieros forestales, ingenieros agrícolas, biólogos, de todo. Por eso a mí no me gusta decir que son ‘conocimientos tradicionales’. Son los herederos de la ingeniería hidráulica de Nezahualcóyotl. Si el lago hoy está inundado es gracias a todos ellos”.
- Del 25 al 28 de octubre de 2018 fue la consulta popular impulsada por el expresidente Andrés Manuel López Obrador que derivó en la cancelación del NAICM
- 22 de marzo de 2022 es la fecha en que la zona del Lago de Texcoco se convirtió por decreto presidencial en Área Natural Protegida
La campaña #YoPrefieroElLago inició el 24 de septiembre de 2018 impulsada por el Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra y Pueblos Unidos contra el Aeropuerto, entre otros. Acabó en octubre de ese mismo año con el anuncio de la cancelación del proyecto