Yuri Herrera: La necesidad de reconstruir una tragedia

Entrevistas

Los sellos Periférica y Cooperativa Editorial acaban de publicar el nuevo libro del escritor hidalguense, Yuri Herrera, El incendio de la mina El Bordo, su primera incursión en la no ficción

Tras casi seis años sin publicar (en 2013 presentó La transmigración de los cuerpos), Yuri Herrera está de vuelta en las librerías del país con El incendio de la mina El Bordo, su primera incursión en la no ficción y la cual es coeditada en nuestro país por la editorial española Periférica (en el cual ha publicado la mayoría de su obra) y por el sello mexicano Cooperativa Editorial.

En poco más de un centenar de páginas, el escritor hidalguense repasa lo ocurrido en marzo de 1920 en la mina El Bordo, donde, debido a un incendio, murieron, al menos, 87 personas. 

¿Por qué te interesó rescatar esta historia y contarla? 

Llevaba mucho tiempo dándole vueltas cuando decidí comenzar la investigación. Siempre me había parecido que era increíble que algo tan espantoso no fuera conocido por más gente, y pensé que esa capacidad de olvido es uno de nuestros problemas más grandes, y que quizá es por eso que en Hidalgo sigue persistiendo el caciquismo, el latifundismo, el porrismo, y es de los pocos estados donde no ha habido alternancia en la gubernatura. Creo que es importante mirar nuestras tragedias presentes a la luz de nuestra historia.

¿Cómo fue el proceso del libro? ¿Cuál fue la parte de la investigación que más trabajo te costó?

Localizar el expediente judicial, consultar las notas periodísticas de la época, seleccionar las que fueran originales y dejar de lado las que solo repetían lo reportado en aquellas, entrevistar gente en Pachuca para averiguar si tenían historias específicas sobre los hechos o si conocían a alguien que tuviera algún registro sobre ellos, visitar la fosa común donde depositaron los cadáveres de los mineros, visitar diversos archivos en busca de más material, bajar a otras minas (la mina El Bordo hace tiempo que ya está clausurada).

Creo que lo más difícil fue encontrar el tono justo para contar esta historia, ateniéndome a la información existente pero sin ser rehén de los vacíos y omisiones alrededor del caso, cómo explicar que esos vacíos y omisiones son hechos concretos tan importantes como los datos verificados. Este libro es una versión informada de esta historia, pero no pretendo que sea la definitiva. 

¿Qué nos enseña el incendio de la mina El Bordo? Según tú, ¿qué nos dice del país en el que vivimos? 

Para mí, esta historia es parte de la genealogía de la impunidad en México. Muestra que en este país las instituciones han sido diseñadas para distinguir entre ciudadanos de primera y de segunda, que la indefensión en que viven las mayorías no es un defecto institucional sino que ha sido la manera en que han funcionado las instituciones por generaciones y que por eso no basta con reformarlas o con cambiar a quienes las encabezan sino crear nuevas.

Me parece que una de las principales críticas que hace el libro es evidenciar lo fácil que es cambiar la historia desde el poder (en este caso el gobierno, la iglesia y los empresarios), ¿la verdad sigue siendo tan manipulable en México como hace 100 años o ha cambiado? 

Las instituciones han cambiado muy poco. Los medios son mucho menos homogéneos que en ese entonces, pero la realidad no ha mejorado radicalmente.

Tenemos múltiples ejemplos de complicidad de los medios y las instituciones con el poder económico para relegar historias similares en nuestro tiempo, desde los despojos que están realizando las mineras hasta la indiferencia de los medios ante la que quizá sea la historia más importante de nuestro tiempo, las madres buscadoras que llevan años encontrando fosas comunes, haciendo el trabajo que las instituciones no hacen.

La crítica hacia el periodismo —ese lleno de subjetividades y opiniones, que no cuestiona sino asegura cómo sucedieron las cosas— también está presente. ¿Crees que el periodismo en México sigue sirviendo para defender los intereses de alguien o ha cambiado? ¿Tenemos el periodismo que nos merecemos? 

De nuevo, creo que el medio periodístico es mucho menos homogéneo que antes y que internet ha posibilitado romper el control de la información por parte del Estado y las grandes corporaciones; también ha traído una dinámica en la que muchos medios viven de la noticia efectista e inmediata.

Creo que es necesario que haya más medios financiados y dirigidos por periodistas, no por grupos de poder, empresariales o políticos, y que se dediquen muchos más recursos al periodismo de investigación. 

Cada vez son más los casos en los que se convierte a la víctima en el responsable, ¿a qué atribuyes esto? ¿Es una cuestión de incapacidad o de corrupción? 

Un poco de ambas, pero sobre todo creo que es un asunto de vocación. Nuestras ins- titituciones, más allá de la letra, no fueron diseñadas para proteger derechos sino para proteger intereses. 

Tras esta experiencia, ¿te sientes más cómodo escribiendo ficción o no ficción? 

Con cada proyecto es diferente. Y siempre me siento incómodo durante buena parte de la hechura de cada libro. Creo que así debe ser, cuando te sientes cómodo con un solo tipo de escritura deja de ser interesante para ti y para los lectores.

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