¿Te alcanza para ser mamá?

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Desde la primera prueba de embarazo hasta el día del parto podrías gastar cerca de 150 mil pesos. Y eso es solo el inicio

ARTE: ALBERTO MONTT

Dicen que hay un antes y un después en la vida al tener un hijo, pues no solo cambia la forma en la que se vive, sino también la administración del dinero.
Según la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco) y de la Comisión Nacional para la Protección y Defensa de los Usuarios de Servicios Financieros (Condusef), tener un hijo puede costar entre 23 mil y 150 mil pesos en un servicio privado.

Estas cantidades contemplan los costos a partir de que se hace la prueba de embarazo y hasta el día del parto, incluyendo las ocho consultas obstétricas recomendadas por la Organización Mundial de la Salud, que varían entre 300 y hasta mil 500 pesos cada una.

También toma en cuenta los ocho estudios de laboratorio básicos para la atención del embarazo, como las pruebas de VIH, sífilis, grupo sanguíneo y factor RH, biometría hemática, química sanguínea, examen general de orina y ultrasonido obstétrico, según lo dispuesto por la Norma Oficial Mexicana NOM-007-SSA2-2016 para la atención de la mujer durante el embarazo.

Por último, se incluye el costo de los procedimientos según el tipo de alumbramiento: programado o de emergencia; natural, cesárea o en agua, más los honorarios de los médicos y los días que pases en el hospital. Aquí los costos pueden ir de los 14 mil 900 pesos por un parto natural programado, a los 47 mil si se trata de una cesárea de emergencia con dos noches de hospitalización, detalla la Profeco.

En muchos casos, estos gastos resultan inalcanzables por los salarios bajos. La Encuesta Nacional de la Dinámica Demográfica 2014 estima que solo el 21% de las embarazadas se atiende en clínicas y hospitales privados; mientras que el 27.1% acude al IMSS o al ISSSTE y el 50% a la Secretaría de Salud y otros servicios públicos.

“Tienes que hacer tus cuentas. En mi caso, cuando tuve a mi bebé, mi familia me recomendó que me atendiera en el ISSSTE, en primer lugar porque es el servicio que tengo por mi trabajo y porque en caso de una emergencia, cuentan con lo necesario. Entonces preferí reservar el dinero que tenía ahorrado para gastos básicos como la ropa, la cuna y los pañales, e incluso para cubrir algún contratiempo. Creo que fue una buena decisión porque una vez que el bebé está en casa, el dinero se va muy rápido”, cuenta Karen Arellano, madre de un niño de tres años.

Que no te agarre desprevenida
Pero esto es apenas el principio de un nuevo orden familiar —y de presupuesto—.

Al tener un hijo es necesario destinar el 30% del salario mensual a las necesidades del menor, pues entre leche, pañales, ropa, cobijas, artículos de higiene y otros básicos se llega a gastar por lo menos dos mil pesos al mes, de acuerdo con algunos expertos en finanzas personales.

“Lo que se recomienda es que si te vas a atender en un hospital privado, empieces a cotizar varias opciones desde los dos meses de embarazo y tomes en cuenta los costos de honorarios, procedimientos y precios de hospitalización en caso de alguna complicación. De lo contrario podrías endeudarte con una cifra importante”, explica Marissa Díaz, especialista en economía familiar.

La experta también menciona que hay que preguntar por descuentos, precios especiales y formas de pago que se acomoden a tus necesidades, pues cada vez hay más paquetes de servicios de obstetricia pensados para los distintos presupuestos. Incluso, contemplar la posibilidad de contratar un seguro de gastos médicos que cubra las necesidades del bebé una vez que nace.

Para Díaz, cuando una familia decide tener hijos, el orden financiero debe cambiar a un sistema que le dé prioridad a los gastos del recién nacido y posibles emergencias.
“Algo que en México no se tiene por costumbre como en otros países, como el hecho de crear fondos y fideicomisos para la salud y para la educación de los hijos. Puedes empezar por aportar una pequeña cantidad mensual que a la larga va a resultar un respiro para la economía familiar”, dice.

El otro costo
A pesar de que cada vez es más común ver una composición monoparental, las mujeres siguen pagando un costo alto al decidir ser madres, pues aparte del factor económico, algunas futuras mamás se enfrentan con la discriminación laboral, lo que obstaculiza asegurar un presupuesto para la maternidad.

“En promedio, las mujeres ganan 21% menos que los hombres y siguen existiendo conductas discriminatorias en el ámbito laboral, como pedir que se hagan pruebas de embarazo y negar el empleo en caso de dar positivo”, explica Kenya Sánchez, coordinadora de Estudios e Intervención Social con Familias de la Escuela Nacional de Trabajo Social de la UNAM.

Datos de la Encuesta sobre Discriminación en la Ciudad de México (EDIS) indican que la violencia más común contra las mujeres embarazadas es negarle el derecho al trabajo con el 42.7%, mientras que el 2.6% ha sido despedida por su condición.

Así, el alto costo de ser mamá —ya sea como madre soltera o en pareja— no solo se reduce a cubrir los gastos básicos del embarazo y del bebé. En algunos casos, también implica lidiar con impedimentos para ser laboralmente productiva durante el embarazo.

En cifras: 

    • 35% de los hogares en  la Ciudad de México están encabezados por una mujer.
    • 2 mil pesos al mes es el gasto promedio durante el primer año de un recién nacido.
    • 1992 fue el año en el que se empezó a celebrar el  10 de mayo como Día de las madres.