Contracultura pop | Dolores: inesperada y repentina despedida

Opinión

El lunes murió, a los 46 años, Dolores O’Riordan, vocalista y emblema de The Cranberries. Y aunque previo a esta lamentable noticia se hablaba poco de ella, su relevancia es notable.

No hay duda de que durante una época fue un grupo muy popular. Su catálogo suma 40 millones de copias vendidas. Pero más allá de los discos de oro y de platino acumulados, tras la súbita e inexplicable muerte de su vocalista Dolores O’Riordan, el lunes pasado, queda claro que la música de The Cranberries dejó una marca indeleble en una generación que encontró en sus canciones —y particularmente en la voz de O’Riordan— empatía, consuelo, alegría, compañía. Al menos esa impresión me queda tras haber visto la reacción intensa, multitudinaria, que generó la lamentable noticia en redes sociales. No se escatimó al hablar del dolor que provocaba en mucha gente su deceso. Muchos adolescentes de los 90 tempranos escribieron tributos sinceros resaltando la trascendencia que tuvieron durante sus años formativos las canciones de The Cranberries. Muchas chicas hablaron de cómo Dolores O’Riordan, con su ferocidad, su fuerza y su feminidad se convirtió en un modelo a seguir. Ni ella ni el grupo estaban tan olvidados como muchos creíamos.

Hay una lección que aprender: hay grupos y artistas que aparentemente no son importantes, pero en realidad sí lo son, solo no lo vemos. Como The Cranberries. No he visto alguno de sus álbumes mencionado en esas listas necias que hacemos los periodistas necios intentando reunir los mejores discos de los 90 o de la era del rock o de todos los tiempos. La crítica fue poco generosa al hablar sobre las virtudes de su obra. No recuerdo haber leído algún artículo en el que alguien sugiriera que su música hubiera transformado el rock o que lo hubiera llevado por nuevos caminos.

Ese desdén lo experimentó la banda desde el principio de su carrera, particularmente en el Reino Unido, donde causó sorpresa que en su primera gira por Estados Unidos, The Cranberries opacara despiadadamente a la atracción principal del cartel, Suede, la gran apuesta de los medios ingleses a principios de los 90, cuando la idea del britpop daba sus primeros pasos. En cuanto terminaba la breve presentación de The Cranberries, la mitad de la concurrencia partía, dejando a Bret Anderson y compañía tocando en foros semivacíos, deseando haber sido ellos los teloneros.

Aún no se sabe qué provocó la muerte de la señora Dolores O’Riordan. La familia ha pedido que le dejen llevar el duelo en paz y que se respete su privacidad. Se sabe que canceló una gira de The Cranberries el año pasado, obligada por un dolor de espalda. También se supo que padecía de bipolaridad a raíz de un incidente violento a bordo de un vuelo trasatlántico en el 2015, en el que, según los reportes, gritó, pataleó y se mostró prepotente y agresiva. También tuvo problemas de anorexia hace años. La policía ha dicho que su muerte no genera sospechas. Habrá que esperar. He pensado que la mejor manera de rendirle tributo será escuchar lo que hizo más allá de los grandes éxitos. Sus discos en solitario. Sus colaboraciones con Angelo Badalamenti. O D.A.R.K., el proyecto que inició junto a Andy Rourke, el antiguo bajista de The Smiths. Manos a la obra.