06066 | Un Mundial de locos

Opinión

Hasta hace no mucho tiempo, Italia fue testigo de los electroshocks, tortura y vejaciones disfrazadas de curación de enfermos mentales, homosexuales y todo aquel que se pensaba que estaba poseído por algún demonio. 

Hace 40 años, Italia se convirtió en el primer y único país en abolir los manicomios y hospitales psiquiátricos, poniéndose como desafío exclusivo el tratamiento adecuado e inclusión de enfermos mentales en la sociedad. Y en los últimos años, lo han hecho de forma muy particular.

El domingo pasado, comenzó en Roma el segundo Mundial de Futbol para enfermos mentales llamado Dream World Cup, coincidiendo con el aniversario de la Ley Basaglia, llamada así en honor al médico que la impulsó y que dio lugar al nacimiento de la antipsiquiatría.

En el Dream World Cup, jugadores de 23 a 50 años de edad, muchos de ellos diagnosticados con trastornos de personalidad, esquizofrenia, bipolaridad, ansiedad o depresión, salen a la cancha con la misión de ganar, pero sobre todo, de mostrar al mundo que las enfermedades mentales son tratables, y muchas de esas terapias permiten llevar una vida normal de forma cotidiana.

En el mundial participan 10 selecciones en igualdad de condiciones, el ganador no recibirá ningún trofeo ni los futbolistas verán un peso en su bolsillo; irónicamente, todos participan por la locura que provoca el futbol.

Por si fuera poco, en año mundialista, la única selección italiana que jugará esta ocasión en un torneo global de futbol será precisamente la que participe en la Dream World Cup, mejor conocida como “la Armada Brancaleone”, la cual se conformó hace dos años y que, lejos de tener un director técnico al mando, cuenta con un psiquiatra a cargo, responsable de animar, motivar e incentivar a sus jugadores en el terreno de juego.

Dentro de los equipos que participan en Dream World Cup, además de Italia, están España, Japón, Chile, Argentina, Perú, Senegal y Francia.

Si están interesados en el tema, la película Locos por el futbol, de Francesco Trento y Wolfgang de Biasi, así como el libro con el mismo nombre, escrito por Miguel Jiménez, retratan el drama, las alegrías y las locuras a las que se enfrentaron algunos de estos pacientes con trastornos mentales, y nos recuerdan que, después de todo, el mejor estado de la locura es la felicidad.