La censura, versión 2018

Opinión
Como en otros tiempos, los guardianes de las buenas costumbres se hicieron presentes para impedir la actuación de una banda de rock. Por fortuna, la CDMX resistió los embates de la censura

Hace unas semanas, me encontraba visitando al podólogo por razones que no vale la pena detallar en esta columna. De la nada me dijo: “Tú que sabes de música, ¿qué has escuchado de este grupo satánico que va a venir? Ya me están mandando mensajes para que prohíban su concierto”. Achis. ¿Qué grupo? De inmediato me puse a buscar las noticias más recientes sobre Marduk, cuarteto de suecos maquillados como pandas ensangrentados cuyo nombre no recordaba haber escuchado antes. La primera nota que apareció en mi navegador decía que las gestiones para impedir que se presentara se estaban llevando a cabo en Guatemala. Claro, en México, pese a todo, si algo existe es libertad de expresión. Aquí, esas medidas cuasimedievales de prohibir conciertos son de otra era. Leo que en Guatemala, efectivamente, incluso se votó en el Congreso la prohibición del evento. Fueron 87 a favor de impedirlo contra 13 en contra. Uno de los congresistas, Oliverio García Rodas, aseguró que la música del grupo resultaba ofensiva para “la moralidad de la gente cristiana de Guatemala”.

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Ni modo, a escuchar a Marduk. Es lo que me imaginaba: metal duro, corrosivo, de ese que me gustaba a los 13 años, pero que ahora me resulta absolutamente pueril. Por fortuna no se aparece el Diablo en la sala de mi departamento mientras suenan sus canciones. El grupo se formó en 1990 y, según leo, sus letras son anticristianas, satanistas y profanas. Además le rinden cierto culto a los nazis e incluso en alguno de sus discos han sampleado cantos antisemitas, lo cual, por supuesto, me parece muy problemático, y más tomando en cuenta el estado actual del mundo.

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Me equivoqué. Resulta que en México también hay inquisidores. Torquemada se encuentra sano y salvo en Monterrey, Nuevo León, donde la autoridad negó el permiso para que Marduk actuara en vivo y en directo. La petición que hay en Change.org (que empieza así: “Este mensaje es para las personas que aún tienen temor de Dios y saben y entienden que las batallas contra el enemigo se ganan orando”) para impedir su concierto tiene 67 mil firmas y surtió el efecto deseado. En la CDMX sí tocaron, en el Foro Indie Rocks! de la colonia Roma. Y aunque algunos, con todo su derecho, fueron al lugar a protestar por el show, no consiguieron su objetivo de cancelarlo.

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Hay varias cosas que me sorprenden:

Que a tanta gente le importe y le afecte más la guerra de Marduk contra la religión de su preferencia que el peligroso mensaje fascista y antimigrante que se encuentra en sus canciones.

Que en pleno 2018 haya autoridades en México preocupadas por evitar que se lleven a cabo conciertos negando permisos. Se entiende que se haga en casos en los que no se pueda garantizar la seguridad de los asistentes, mas no por motivos ideológicos. Además, ¿no tienen cosas más importantes de las cuales ocuparse?

Que además actúen en tándem con organizaciones religiosas que tratan de imponer su forma de pensar, en lugar de defender la libertad de expresión. ¿O sea que eso le da manga ancha a ciertos grupos religiosos de censurar y vetar a quien no les guste? ¿Y el Estado laico?

Que haya quienes crean que prohibiendo un concierto de una banda de rock, por nefasta y repugnante que sea, como en este caso, logran salvar a los jóvenes. O sus almas. Todo mundo sabe que la prohibición es la mejor promoción que existe. Hoy mucha más gente sabe quiénes son. Y si no fuera por su acto represor, yo no estaría escribiendo sobre este grupo.

Por suerte, nuestra ciudad no claudicó ante presiones absurdas, por terrible que sea Marduk.

“Todo mundo sabe que la prohibición es la mejor promoción que existe”