“Gallo maldito”, por @apsantiago

No sé qué fue más triste para Gallos Blancos: cuando un día antes de recibir al Atlas en la jornada 15 no hicieron concentración para ahorrarse el hotel. Cuando su presidente, Adolfo Ríos, anunció el Gallotón: “Si tenemos que salir a los semáforos a pedir y que la gente done un peso, lo vamos a hacer”. Cuando el pobre jugador Yasser Corona vendió paletas para completar al gasto familiar. Cuando el DT Nacho Ambriz declaró, tras meses de un plantel sin sueldo, “El que tiene más ayudará al que menos tiene, le dará para comer o pagará la renta”. O cuando, tras ir ganando 3-0 en el minuto 74, Tuzos les marcó 4 y adiós Liguilla.

 Quizá, en realidad, la tragedia futbolística queretanana fue mayo del 2013: Amado Yáñez compró al Jaguares, lo volvió Gallos e inició la oscura historia. Sin embargo, el sangriento amasiato de Querétaro y el futbol es viejo.

Querétaro tenía en 1979 un precioso equipo todo pueblo, Atletas Campesinos, que venció a Osos Grises de Toluca en la final de Segunda División. Ya en Primera, el estadio Municipal era un carnaval negro y azul. Pero en 1981 su dueño vendió el equipo a Pemex, y a esos Campesinos que jugaban con la imagen de un tractor en el pecho les brotaron tenazas y caparazón hasta mutar en jaibas (o “Jaibos”). Los queretanos murieron al volverse tampiqueños.

Televisa creó cuatro años después un semillero para el América y fundó Cobras de Querétaro, que ascendieron en 1986. Pero el año siguiente sumaron 31 puntos en 40 partidos y descendieron.

En ‘89 el Atlante eligió Querétaro como nueva sede; y claro, descendió de inmediato.

Cuatro años después, cuando la ciudad gozaba otra vez futbol en Primera, con De los Cobos como DT volvió a descender.

La historia amagó justicia pronto, en 1995. En pleno torneo, Tampico tuvo problemas en su estadio y emigró a Querétaro rebautizado como TM Gallos Blancos. Inútil: bastó ser queretanos para sufrir la maldición y caer a Segunda.

Y hay más. En 2007 el equipo descendió de la mano de Chava Reyes Jr. Y aunque subió en 2009, apoyado por una afición fantástica volvió a descender en 2013. Si bien la inmunda maniobra de la Federación Mexicana de Futbol los salvó el día que Yáñez compró Jaguares, 2014 fue el acabose del “Gallotón” y demás vergüenzas.

Hoy la FMF dictará el futuro de ese anatema en forma de equipo que custodia la PGR. Los mismos directivos que avalaron que el dueño de Oceanografía restregara en sus partes blandas las normas deportivas a cambio de billetes, al parecer lavarán sus culpas con una de estas opciones. 1: desafiliarlo (desaparecerlo). 2: aceptar que el empresario Miguel Sánchez (un desconocido en el futbol) lo compre. 3 (la peor): vender Gallos a Alejandro Burillo, destructor de su propio equipo, el Atlante.

Funestas, todas las opciones. Pobre Querétaro. Debería optar por el beisbol.

 (ANÍBAL SANTIAGO)