La gran victoria del domingo

Opinión
Por: Mario Campos

El domingo fue un día terrible para el PRI pero un gran día para la democracia en México. ¿La razón? Las elecciones sirvieron para castigar a los actores políticos en función de su trabajo. Y eso que se dice fácil es una gran noticia.

Primero, porque es claro que, en un país en el que parece que no pasa nada, a veces sí ocurren cosas. Y si no que le pregunten a Javier Duarte, el gobernador de Veracruz que se portó por años como un déspota y que seguro no duerme bien pensando en que Miguel Ángel Yunes, a pesar de todos sus esfuerzos, será su sucesor. Lo mismo podríamos decir de César Duarte, el hombre que hoy gobierna Chihuahua, sobre el que pesan múltiples sospechas de corrupción, y que ahora tendrá que lidiar con Javier Corral como el futuro gobernador. Y así nos podríamos seguir con muchos estados en donde el voto de castigo fue evidente.

¿Cuál es la buena noticia? Que ni todo el poder, ni todo el dinero que metieron, fue capaz de frenar a los ciudadanos que se decidieron a darles una patada para sacarlos del gobierno. El domingo triunfó el voto independiente frente al voto de las estructuras partidistas y eso permitió tantos procesos de alternancia.

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El tema merece una sonrisa porque permite creer que las elecciones sí sirven como una herramienta para hacer pagar consecuencias. ¿Que en automático implicará que muchos entren a la cárcel? No, son corruptos, no idiotas. Pero es un hecho que no estarán igual de tranquilos que si hubieran dejado en su lugar a un personaje a modo.

La lección queda para todos los gobernadores y para el gobierno federal. Porque si en Los Pinos pensaban que era imposible derrotarlos en 2018, ahora tendrán mucho en qué pensar. Si confiaban en que la estructura del PRI era suficiente, que se vean en los espejos de Veracruz, Tamaulipas o Durango. Si suponían que el voto antisistema se iba a dividir entre los opositores y con eso iban a ganar, que echen un vistazo a lo que pasó en Chihuahua en donde, aunque había dos opositores fuertes, el elector aplicó el voto útil y optó por sacar al PRI del poder.

Y si en Los Pinos todavía piensan que todo es un problema de mal humor, de encono o de deseo gratuito de polarización, más vale que lo piensen dos veces pues lo que ocurrió el 5 de junio es que los electores demostraron que, a pesar de todo, todavía creen en las elecciones y, que cuando quieren, pueden salir en masa a castigar o a premiar y eso es una buena señal para la democracia mexicana que debemos celebrar.