Taylor Swift, activista

Opinión
¿Deben las estrellas de la música externar opiniones políticas? ¿A alguien le importa si manifiestan simpatía por candidatos o partidos? Este columnista pensaba que no, hasta que Taylor Swift decidió manifestarse

Me tocó estar en el Auditorio Nacional una noche en la que León Larregui, desde el escenario, en la recta final de un concierto de Zoé, invitó a los asistentes a votar por AMLO, explicando sus razones y sus dudas. Aunque la mayoría de la gente aplaudió su breve discurso, me quedé con la impresión de que sus palabras tendrían un efecto poco significativo en la decisión electoral de ese público.
Ante las manifestaciones de simpatía que mostró la cantante Belinda hacia el mismo candidato fui casi igual de escéptico: no pensé que fuera capaz de influir de manera importante en la opinión de los votantes. Desafortunadamente no hay —o no he visto— ningún estudio que muestre si las posturas de estos dos artistas surtieron o no algún efecto.

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En Estados Unidos pasa algo similar. Las voces de la farándula no parecen pesar entre los electores. Salvo algunas excepciones, como la comediante Roseanne Barr, el rudo Clint Eastwood o el problemático Kanye West, los más notables del cine, la televisión y la música se volcaron contra Trump y todos sabemos de qué sirvió su oposición: de nada. Los analistas de este tipo de fenómenos concluyeron que a la gente común y corriente no le afecta o interesa lo que estas élites intentan recomendarles en cuanto a política.

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Por eso es de llamar la atención lo que ha pasado con Taylor Swift en estos días. Durante mucho tiempo se abstuvo de expresar sus preferencias políticas. Hasta el domingo pasado, cuando utilizó su cuenta de Instagram —con 112 millones de seguidores— para declararse a favor de un par de candidatos del Partido Demócrata que en las elecciones de noviembre contienden por un lugar en el Senado y uno en el Congreso que corresponden al estado de Swift, Tennessee. Su debut en la actividad política, según explica en un largo texto, lo atribuye a ciertos eventos recientemente sufridos tanto por ella como por el mundo. Para cerrar, tras ser detallada y clara sobre lo que motivó su respaldo a estos dos candidatos, invita a la gente que la sigue a registrarse para poder votar en caso de que no lo hubieran hecho.

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El efecto de declaración se hizo sentir de inmediato. El portal apartidista vote.org, al que Swift condujo a sus followers para que se registraran, tuvo un incremento notable tanto de tráfico como de registros. No sé si será suficiente para vencer a los republicanos en ese estado, pero hay números duros que confirman que la cantante sí tiene peso en la opinión pública. La reacción de Trump fue completamente predecible: “Digamos que su música me gusta un 25% por ciento menos”, dijo el presidente de EU cuando se le cuestionó sobre el tema. Le dolió. Los medios aliados a su presidencia fueron durísimos con ella. Le tiraron todo tipo de golpes. Muchos de sus fans son conservadores. Swift viene de la música country, que es la música favorita de quienes se inclinan por la derecha, entonces anunciaron que le retiraban su apoyo.

“Hay números duros que confirman que la cantante sí tiene peso en la opinión pública”

En unas semanas veremos qué resultado tiene el activismo de Swift. Creo que aunque no consiga su objetivo, su postura es valiente: me parece que las figuras públicas que expresan preferencia por un candidato o partido —sin importar de qué lado del espectro ideológico sea— de manera honesta, sin incentivos económicos de por medio, pierden más de lo que ganan. “Cállate y ponte a cantar”, se lee con frecuencia en redes sociales. Como si por su condición de celebridades no tuvieran derecho a extender una opinión. Como si no debieran preocuparse por los problemas sociales que todos padecemos. Lo de Swift es particularmente sorprendente, porque en estos tiempos y con el contexto que ya dimos, quizá logre hacer una diferencia. Y no cualquiera.