Temporada de huracanes: el reto tormentoso de Elisa Miller de adaptar al cine un libro célebre

Por: Redacción
Compártelo en tus redes...

En el estreno de Temporada de huracanes en el FICM, la directora Elisa Miller habla del reto de adaptar la novela de Fernanda Melchor, una de sus favoritas

Por Cristina Salmerón

Llevar al cine Temporada de huracanes, la novela de Fernanda Melchor, era una idea osada. Sin pensarlo mucho podría ser grandiosa, pero pensándolo dos veces es una idea arriesgada, tormentosa. Después de leer el libro, la directora Elisa Miller buscó por todos los medios conseguir los derechos de la obra; una vez que lo consiguió no sabía cómo lidiar con, literalmente, este huracán.

Temporada de huracanes es un libro que bien puede encerrar lo que es la crudeza en México, es también un libro donde cada persona que se ha aventurado a entrar en esta narrativa mágica tiene un propio imaginario de los personajes. Plasmar todo esto en cine fue el reto de Elisa Miller, la primera ganadora mexicana de la Palma de Oro para cortometraje de ficción en el Festival de Cannes del 2007 con Ver llover.

No es spoiler decir que logró hacer su adaptación y ahora este largometraje de ficción está en competencia en el Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM) y se estrena este 1 de noviembre en Netflix. Para saber un poco más de este trabajo, conversamos con la directora Elisa Miller.

¿Cómo fue el reto de adaptar esta novela al cine?

Tuvimos que irnos a la línea del presente. De las decisiones dolorosas, hay cosas que la literatura permite, como contarte el pasado de los personajes; tuvimos que decidir por contar bien el presente, que de por sí era enredoso. Lo que más me fascinó de la novela fue cómo Fernanda cambia la voz para contar la historia, eso lo convertimos en un reto y fue el punto de partida. Tuvimos que aceptar que no cabía todo y que el lenguaje es distinto. El cine es un lenguaje de presente, donde obviamente hay flashbacks, pero donde el pasado se vuelve antecedente y no cabe.

¿Cómo respetar entonces esos recursos literarios?

Fue muy difícil. El proceso de adaptación de un libro es arrancarle su literatura. Pero al dividir el capítulos, al entrar en el capítulo de uno y otro, hicimos que la cámara poseyera a uno y otro personaje. Intentar homenajear a Fernanda fue tratar de encontrar un símil en el lenguaje audiovisual de sus recursos literarios.

¿Qué te dijo Fernanda Melchor después de verla?

Fue muy hermosa y sorora. Cuando la fuimos a ver ella acababa de ver mi película El placer es mío, y dijo “esta morra filma muy bien lo sórdido”, y eso le dio mucha confianza en mi trabajo. Me dijo “el libro es mío, la película es tuya”. Fernanda se involucró muy poco, mi sueño era que fuera mi coguionista, pero me dijo “no gracias, no me gusta ese formato. Vas”.

No leyó ninguna versión del guion, no se metió en nada, solamente cuando ya tenía los personajes me dijo quién era quién. Amó a la bruja. Esas cosas sumaron a darme confianza en que les interesaba mi lectura, mi visión. Esto fue mi entender de cuán diferente es el lenguaje de la literatura al del cine. En la literatura hay mucho más espacio para usar tus recursos de imaginación como lector, pero el cine es bien concreto.

Cuando Fernanda vio la película, en una sala de cine donde yo la invité, me dijo: “Yo soy autora, tú eres autora y entiendo que las autoras podemos mostrar nuestra obra cuando está lista”.

¿La decisión de Edgar Treviño para el personaje de “la bruja” tenía la intención de cambiar algo en la narrativa?

El proceso de casting fue muy complejo, aunque había la posibilidad de personificar a una mujer flaca y demacrada, Edgar me conmovió mucho. Hubo mucho pensamiento al respecto porque en el libro hay (es parte de la diferencia que te digo entre la literatura y el cine) una parte donde me di cuenta de que “la bruja” era un hombre. No era una mujer trans, era un hombre que se travestía. Fueron decisiones difíciles.

*Texto adaptado para +Chilango