Este proyecto del DIF capitalino surge del amor y de la necesidad de sanar
Por Natyelly Meneses Arias*
Alma, Arturo y Mau sonríen, se asustan ante rostros desconocidos y, como cualquier bebé, se refugian en el regazo de quienes les cuidan sólo por un tiempo, pero con un amor incondicional. Sus vidas tienen una coincidencia: provienen de situaciones de abandono y están detenidas en medio de litigios. Sin embargo, origen no es destino, y hoy crecen, juegan y sanan en un hogar de corazón.
Estas personitas resilientes están bajo la tutela temporal de Lu y Abraham, y de Vane, dos de las 22 Familias de Acogida Temporal (FAT) que forman parte del programa Hogares de Corazón del DIF de la CDMX. “Hogares de Corazón es un programa de acción social para familias de acogida temporal sin fines de adopción; es decir, familias interesadas en darle acogimiento a niños del DIF sin adoptar”, explica la maestra Elizabeth Vargas, enlace de Centros de Asistencia y Seguimiento y encargada de la Acción Social Bienestar de Hogares de Corazón.
Cuando se habla de familia, se hace en el sentido más amplio, pues en el programa pueden participar personas solteras, parejas (heterosexuales u homoparentales), con o sin hijxs. Además de cumplir requisitos como ser mayores de 25 años o contar con recursos económicos y socioafectivos, las familias temporales deben, sobre todo, tener un deseo genuino de ayudar.
Lu y Abraham: ¡papás primerizos!
La joven pareja decidió no tener hijxs biológicxs. Sin embargo, ambos comparten el deseo de hacer una labor social, por lo que se inscribieron al programa. Así, a su vida llegó Alma, con sólo dos meses y una salud frágil.
“Recibimos a Alma en el hospital con un pañalero que le regalaron, unas leches, y un calcetín… nada más tenía un calcetín, y una cobija sencilla”, recuerda Abraham.
Tras firmar los papeles de acogida, se fueron a casa con una bebé en brazos y cero experiencia. “No sabíamos nada”, cuenta entre risas Abraham, quien hoy es experto en cambiar pañales, cantar canciones de cuna y en juegos improvisados como los que ahora comparte con Arturo, el segundo niño que acogieron, meses después de la llegada de Alma. “Estábamos más preparados, ya sabíamos qué necesitábamos”, asegura Abraham.
Sin embargo, admiten que empatizar con un nuevo integrante también requiere de esfuerzo. “Él (Arturo) viene de un contexto diferente y su comportamiento es diferente. Para ayudar, necesitas empatizar. De la noche a la mañana no puedes querer a alguien, pero nos esforzamos por quererlo porque ese amor hace la diferencia”, dice Lu mientras carga a Alma y le da una galleta de arroz a Arturo.
Vane y Mau: la fuerza de un hogar en momentos duros
Vane nunca había cuidado bebés, así que el día que le preguntaron si podía recibir a un pequeño de tres meses, entró “en pánico”. Sin embargo, su decisión de ser una familia temporal fue para “ayudar a la vida de alguien, con todo lo que eso implicara”.
Al ver a Mau con ojos avispados y sus piernas regordetas, pocos imaginarían que fue diagnosticado con displasia pulmonar y que estuvo en terapia intensiva, uno de los episodios más fuertes para este dúo. “No hay nada que yo recuerde en mi vida que sea más doloroso que ver a un bebé en una situación así”, recuerda Vane, conmovida, pero satisfecha por cómo ha cambiado la vida del pequeño.
Amar sin pensar en la permanencia
Para estas familias temporales, la mayor satisfacción es ayudar a las y los niños. Y aunque saben que un día se irán de sus vidas (y eso conlleva un duelo), están conscientes de que lo más importante es el bienestar de lxs menores.
“Verlos contentos, dormir con tranquilidad, eso da mucha satisfacción. Ver que son niños felices a pesar de sus circunstancias. Lo único que pensamos es que sean felices”, asegura Lu, quien afirma que esto es verdaderamente amar sin pensar en la permanencia.
Vane sabe que Mau se irá un día de su vida y lo tiene muy asumido: “Nadie sabemos cuánto tiempo estaremos en cualquier sitio”. Además de todo el amor que ella le ha dado, Vane desea para Mau: “que crezca siendo feliz; que se sienta orgulloso de sí mismo, que sea sano y que sepa que muchas personas lucharon por él”.
Abre la puerta de tu corazón
Hogares de Corazón es un programa del DIF de la Ciudad de México que nació en 2020 como respuesta a la pandemia de COVID-19. Su objetivo es brindar un entorno seguro, temporal y afectuoso a niñas, niños y adolescentes que han sido abandonadxs, han sufrido violencia o han sido víctimas de algún delito, y cuya integridad física, emocional, libertad o vida están en riesgo. Los requisitos para participar en el programa son:
- Tener 25 años cumplidos o más.
- No estar en proceso de adopción ni tener la intención de iniciar uno mientras se tenga vigente un acogimiento temporal.
- Contar con un perfil adecuado para brindar atención y cuidado, conforme a los criterios establecidos por el DIF de la CDMX.
- Aprobar una evaluación legal, socioeconómica y psicológica realizada por el DIF.
- En caso de vivir con otras personas, éstas deben manifestar por escrito su conformidad y participar en las evaluaciones requeridas.
- Acreditar la capacitación obligatoria para familias de acogida.
- En caso de familias profesionalizadas, demostrar experiencia o formación específica en áreas como docencia, salud o cuidado infantil.
Solicita más información en [email protected] y al teléfono 55 5604 0127 ext. 6000 y 6246
- $4,000 mensuales reciben de apoyo económico las familias de acogida para cubrir gastos de alimentación, vestido, alojamiento y atención médica de lxs niñxs bajo su cuidado
- Las personas interesadas en brindar acogimiento temporal sin fines de adopción pueden registrarse en el sitio web del DIF de la CDMX. El registro está abierto desde abril y cierra el próximo 30 de septiembre
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*Texto adaptado para Chilango Diario