FOTOS: CARLOS ACUÑA

Música budista para entrar en trance

Por: Carlos Acuña

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Ismael (SNRNG), vecino de la Pensil Norte, desarma viejos gameboys para usarlos como instrumentos musicales y crear sonidos electrónicos experimentales

A Ismael Méndez le gusta barrer cada mañana las hojas que dejan caer el floripondio y los tejocotes del patio de su casa, en la colonia Pensil Norte. Barrer le ayuda a calmar la ansiedad que a veces lo invade como mala hierba. Le desespera la falta de orden y lógica en el mundo, en las calles.

“La Pensil es una colonia muy chida, tradicional, popular”, dice sólo por poner un ejemplo, “pero también la convivencia es… complicada”.

Hasta hace poco este barrio de la alcaldía Miguel Hidalgo era considerado uno de los más peligrosos de la capital. El mismo día en que conversamos, a pocas calles, un comerciante enfrentó a balazos a unos supuestos sicarios: logró matar a uno antes de morir él también.

A Ismael le sorprende que, por la cercanía de Polanco, hoy se multipliquen los espacios que se alquilan en Airbnb y que allí se hospeden sobre todo familias coreanas. “De veras me impresiona. Hace años nunca lo hubiera imaginado”, dice.

Él mismo es aficionado a la cultura oriental. Desde Mazinger Z hasta los escritos del vietnamita Thich Nhat Hanh, los poemas del chino Li Po o los ensayos del surcoreano Byung-Chul Han. Tiene 38 años, ojos rasgados y una melena larguísima que incluye una rasta que le cuelga hasta los tobillos. Ciclista, vegano y practicante de budismo, cuenta también con un diagnóstico del cual pide no publicar detalles.

“Baste decir que, por mi neurodivergencia, hay cuestiones que me detonan mucha ansiedad: las relaciones afectivas o ciertas cuestiones como el desorden. Al mismo tiempo tengo muy buena memoria y facilidad para asuntos técnicos o cosas prácticas”, cuenta.

Cosas prácticas como desarmar gameboys antiguos para usarlos como instrumentos musicales, conectarlos a pedales o procesadores midi y crear una extraña música oscilatoria: ambient, drone, trance sonoro.

En la escena local, Ismael es conocido como SNRNG (Señor Hongo, para lxs amigxs) y su acto en vivo representa un discreto milagro en medio del escándalo y la prisa. Más de una vez lo he visto encender sus máquinas y generar una vibración lentísima capaz de envolver al público y obligarlo a sentarse y cerrar los ojos. Los cuerpos se estremecen, como si fueran arbustos que el viento agita.

Un secreto a voces

De niño siempre fue etiquetado como conflictivo: “latoso”. Las clases en la primaria Centro Escolar Mexicano le parecían sencillas y no hubo nadie que notara que su cerebro necesitaba otros estímulos. Memorizaba todo al instante y lidiaba con el tedio agitando a sus compañerxs. Hasta que su maestra decidió encerrarlo en la biblioteca.

“Fue muy violento”, dice, “pasé muchos meses solo ahí, leyendo, hasta que una maestra de música se dio cuenta de que me encerraban y empezó a enseñarme piano. Notó mi buena memoria y que me divertían los procesos lógicos de la música. Me cambió la vida”.

Formalmente no estudió música pero aprendió de todo: artes plásticas, arte vitral, fotografía, performance. Como autodidacta, se empapó de la producción musical y se interesó en el uso de aparatos análogos: aquellos que aún tienen bulbos en su interior, cintas magnéticas, samplers viejitos.

Pronto se involucró en la escena local de experimentación sonora y conoció prácticas como el circuit bending, el chiptune, el noise. “Gente que hace música sólo con discos duros descompuestos, con tornamesas deconstruidas, con radios de onda corta”.

Comenzó a documentar el trabajo de artistas como Iván Abreu, Bárbara Lázara, Tania Salomonoff, Daniel Morales, Concepción Huerta o Fernando Vigueras. En discos duros bien organizados guarda década y media (varios terabytes) de registros audiovisuales en los eternos hoyos funky de la capital: la Terraza Monstruo, X-Teresa, Dirty Sound, Oficina del Ruido, Venas Rotas.

Cada año, además, ofrece talleres de glitchtape a niñxs o adolescentes y cuenta con los registros bien clasificados de cada unx de sus alumnxs; suele presentarse en vivo junto a radios locales o pequeños festivales de música electrónica. También pinta: composiciones psicodélicas que parecen escenas vistas con un microscopio.

Su producción discográfica es aún discreta, apenas un secreto a voces. Le cuesta decidirse a liberar toda la música que ha hecho en las plataformas digitales. Tiene que ver con su neurodivergencia: le parece que se coloca en una situación de vulnerabilidad cada que promociona su música en redes sociales.

Hoy se esfuerza en entender ese juego pero todavía le incomodan sus reglas no escritas, el desorden y cierta economía moral de prestigio, nombres y favores que mueve la pequeñísima industria de experimentación sonora en la CDMX. Pero entiende que es parte de su manera de percibir el mundo.

Hay un haiku (poema japonés) de Kobayashi Issa que le gusta citar:

Barro las hojas

hasta que al fin las dejo

seguir bailando.

“He encontrado refugio en el budismo. Gracias a la práctica budista sé que mi necesidad de orden se puede satisfacer abrazando la vacuidad, en la no búsqueda de un sentido. A veces no hay que barrer las hojas: hay que dejarlas bailar”.

A través de sus composiciones, caracterizadas por sonidos envolventes, ostinatos hipnóticos y melodías etéreas, SNRNG busca evocar una experiencia auditiva profunda que invita a sumergirte en un espacio introspectivo y emocional

  • 2010 fue el año en que Ismael Méndez inició su proyecto musical