Objetos extintos que hicieron historia

Por: Redacción

Compártelo en tus redes...

Un recorrido nostálgico por aquellos objetos que todos usamos, jugamos o coleccionamos en la Ciudad de México

En la CDMX (aunque pensándolo bien, en cualquier parte del país) hay una ley no escrita: lo que hoy parece eterno, mañana puede convertirse en un recuerdo guardado en un cajón, en una caja de zapatos o hasta simplemente en la memoria colectiva.

La vida se transforma tan rápido que muchos de los objetos que marcaron generaciones enteras ya son piezas de museo o de tianguis de antigüedades. Y siendo esta ciudad tan enorme, es fácil que de una u otra forma todos hayamos tenido una fuerte conexión con algunos de ellos. Desde herramientas esenciales para movernos, comunicarnos o divertirnos, hasta juguetes o simples detalles que daban color a la rutina. Todos tienen en común algo: unieron a miles de mexicanos en la misma experiencia, y ahora sobreviven en el recuerdo.

Tarjetas Ladatel

En los tiempos donde era impensable un smartphone, si querías avisar que llegarías tarde o pedir que te recogieran, tu salvación estaba en una tarjeta de plástico con chip dorado: la tarjeta Ladatel. Servía para hacer llamadas en teléfonos públicos de Telmex que estaban en cada esquina. Algunas tenían diseños de eventos culturales, películas o caricaturas, lo que las convirtió en objetos de colección. Desaparecieron casi sin que nos diéramos cuenta, arrasadas por la telefonía móvil, aunque la compañía aclaró en años recientes que el sistema (aunque en desuso) sigue vigente.

Tazos

Los recreos de las primarias y secundarias de los 90s y 2000s no se entienden sin ese “¡taz!” seco contra el piso. Los tazos eran pequeños discos de plástico (y más tarde de metal) que venían como premio en las bolsas de frituras. Había de Pokémon, Looney Tunes, Dragon Ball y decenas de franquicias. No sólo eran para coleccionar: el verdadero reto era ganarles a tus amigos apostando los más valiosos. Hoy todavía existen, pero ya no tienen la omnipresencia ni la fiebre de antaño. En 1994 salió la primera colección inspirada en los Tiny Toons, como parte de una estrategia de marketing. Fue tan exitosa que bastaba que un niño sacara un tazo brillante para desatar la histeria en la primaria.

Discman

En el transporte público era común ver gente con audífonos conectados a un Discman para reproducir sus CDs de música, muy probablemente descargada de internet con más de dos horas de espera por canción. Estos aparatos sostenían la banda sonora personal antes del MP3 y Spotify. Los Discman, con su promesa de “antishock” que rara vez funcionaba en los baches, fueron el último grito de la tecnología portátil noventera. 1984 fue el año donde por primera vez vieron la luz y su revolución de los discos desplazó al vinilo durante unas buenas décadas hasta que los barrió la era digital.

Hielocos

A finales de los noventa también reinaba una fiebre plástica llamada Hielocos. Estas figuritas de plástico semitransparente llegaron en 1997 gracias a la promoción de una conocida refresquera. Había hasta 60 modelos diferentes en cada colección que sacaron, disponibles en una paleta de ocho colores. Entre sus series más icónicas estaban los Originales, los que brillaban en la oscuridad, los Aliens y los Futboleros. Hoy, quienes guardaron su colección, pueden venderla por montos sorprendentemente elevados: entre $3,000 y $6,000 por el lote completo. Eran figuras que emocionaban desde el primer minuto y hoy todavía te logran devolver a una etapa maravillosa.

Boletos del Metro

Lo más reciente de toda la lista: esos pequeños rectángulos de papel que eran la llave para moverse por toda la ciudad. Aparecieron en 1969 y durante décadas fueron el pase a la aventura urbana por la módica cantidad de $1 o menos, dependiendo de la época. Había ediciones especiales conmemorando eventos, desde mundiales de futbol hasta aniversarios del propio Metro, y más de uno guardaba los boletos más raros como si fueran estampitas valiosas. Su desaparición comenzó en 2022 con la migración a la tarjeta de movilidad integrada. Actualmente algunos boletos conmemorativos se cotizan hasta en $7,000 entre coleccionistas.

La nostalgia cabe en la palma de la mano

Estos objetos, además de ser muy útiles o extremadamente divertidos, fueron puntos de encuentro entre generaciones. Las tarjetas Ladatel solucionaban una emergencia; los tazos eran la excusa para hacer nuevos amigos o nuevas rivalidades; los boletos del Metro iniciaban un viaje por $1. Todos ellos, aunque hayan desaparecido o estén en vías de extinción, forman parte de nuestra memoria y cuentan una historia común: la de una ciudad imparable, pero que siempre guarda un rincón para lo que ya fue.

  • En 1979, aunque más de antaño, salió al mercado el Walkman TPS-L2 que funcionaba con casetes y cambió por completo la experiencia musical personal
  • La nostalgia encuentra comunidad en línea y varias personas intercambian, venden o comparten objetos y recuerdos en cientos de grupos de Facebook
  • No te pierdas la segunda y última parte de este reportaje que te llevará por décadas hacia el pasado

Entre el juego, la necesidad o la costumbre, estos objetos que moldearon la vida cotidiana de casi cualquier chilango, hoy pueden ser piezas de colección y memoria colectiva que merecen ser recordadas