Burger Ink: Una hamburguesa residencial

Ciudad

Ese enclave residencial que data de los 40, tras el fraccionamiento de la Hacienda de Narvarte, es uno de los secretos culinarios mejor guardados de la ciudad. Así fue como llegué a Burgers Ink. Un par de amigos de buen diente me dijeron que valía la pena ir. El lugar es pequeño y, como su nombre y logo indican, la onda es como pin up, tatuajes y burgers. La carta es amplia, con diferentes tipos de hamburguesas. Todas se pueden pedir con la carne tradicional o con carne de arrachera.

Yo, fiel a mis costumbres, pedí la más sencilla cheeseburger, de carne normal. En este caso se llama la Kat Von Burger: 160 gramos de carne (receta secreta y propia), lechuga, jitomate, cebolla, pepinillos y queso cheddar. Sonaba perfecto. Para acompañar, pedí una orden de papas fritas 100% naturales y de corte casero. La hamburguesa bien. De muy buen tamaño y se apreciaba muy apetitosa. El bollo es propio y de buena consistencia. Donde sí me faltó fue en la carne. El término, aunque correcto, era rondando sobre lo casero. Créame, querido lector, que no tengo nada contra la cocina casera, pero en el caso de nuestro platillo, hay una muy fina línea entre lo que es aceptable y lo que no.

Pensé en hacerle los honores a la versión de arrachera, pero juzgué mal los 160 gramos de carne y pensé que me podría comer dos. Definitivamente con una quedé más que listo, sobre todo por la porción generosa de papas. En pocas palabras, no está mal la Kat Von Burger, pero le falta sabor propio. Le falta dejar de ser una hamburguesa casera para volverse una burger profesional hecha y derecha. Creo que va por buen camino.

Contacto:

TW: @BurgersInk

Dirección:

Zempoala 56, col. Narvarte

Horarios:

Mie, jue y dom: 13 a 21 h; vie y sáb: 13 a 23 h

Consumo promedio por persona:

$120