Cuando la economía cuesta más al ambiente de lo que le aporta

Por: Arlen Pimentel
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Mientras que los costos por agotamiento de recursos naturales y degradación del medio ambiente ascendieron a 4.1% del PIB, el gasto en protección ambiental alcanzó un 0.7% del mismo

El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) dio a conocer hace unos días los costos por agotamiento y por degradación sobre el Producto Interno Bruto durante 2022, el cual es un indicador del impacto ambiental derivado del agotamiento de los recursos naturales y la degradación del ambiente. Para ese año, el INEGI calcula que los costos totales ascendieron a 4.1% del PIB del país; es decir, 1.2 billones de pesos.

En el reporte Cuentas Económicas y Ecológicas de México (CEEM) 2022, el instituto explica que, en contraste, los gastos para la protección ambiental apenas alcanzaron el 0.7% del PIB nacional, es decir, poco más de 190 millones de pesos.

Entre los costos de degradación ambiental, que conforman el 88.3% de los costos totales, están la degradación del suelo, los residuos sólidos, la contaminación del agua y las emisiones al aire, que incluyen las fuentes móviles (vehículos con motor de combustión que usan gasolinas para moverse), las fuentes fijas (establecimientos económicos mayores) y las fuentes de área (establecimientos de menor tamaño que por su número y dispersión hace inviable llevar el registro individual de cada una de ellas).

Mientras que los costos por agotamiento incluyen recursos naturales no renovables y también renovables, que sin embargo no tienen la capacidad de regenerarse con la misma rapidez con la que la acción humana los degrada. Forman parte de este rubro los hidrocarburos, el agua subterránea y los recursos forestales, que en su conjunto representan el 11.7% de los costos totales.

Cuentas claras

En el caso de la Ciudad de México, de acuerdo con el Censo Económico de 2019, tan sólo 9.31% de las unidades económicas grandes efectuaron gastos en protección ambiental, destacando gastos en manejo de residuos peligrosos (11 mil 200 mdp), contratación de asesores y servicios externos (mil 849 mdp) y manejo de residuos no peligrosos (mil 786 mdp).

En cuanto a las acciones en materia de protección ambiental, destaca que el 58.9% de las unidades económicas grandes de la capital del país separaron sus residuos en 2019, destacando la separación de papel (93.7%), plástico (76.8%) y desechos orgánicos (54%).

La cifra se reduce dramáticamente si revisamos el tratamiento a las aguas residuales generadas en la actividad de las grandes unidades económicas, en dónde 9.16% de ellas aplicó algún tipo de tratamiento. Los principales usos del agua tratada fueron descarga a la red pública o a otro receptor (5.1%), jardinería y limpieza (1.96%) y sistema de enfriamiento (1.49%).

Protección ambiental, lo mínimo

En lo que respecta a la inversión en protección ambiental, 5.82% de las unidades económicas grandes de Ciudad de México efectuaron algo así durante 2019. Las principales inversiones fueron en actividades de protección del ecosistema (782 mdp), disminuir el consumo de energía (305 mdp), participación en campañas de cuidado al medio ambiente (247 mdp), disminución del consumo de agua (161 mdp) y manejo de residuos no peligrosos (125 mdp).