Lo que encontrarás en la exposición “Tesoros de China. Porcelana y artes decorativas” del Museo Franz Mayer

Maravíllate con una de las más recientes exhibiciones temporales del recinto ubicado en el centro de la Ciudad de México, con la cual descubrirás parte de las artes decorativas chinas que cautivaron a Europa y Nueva España

“Tesoros de China. Porcelana y artes decorativas” cuenta con figuras y tibores que se ajustan perfectamente a la idea que puedes tener de arte chino. Sin embargo, esta exposición del Museo Franz Mayer se centra, como dice su nombre, en el arte decorativo, por lo cual también hallarás piezas como muebles, abanicos y hasta platos que tienen mucho que revelar de la cultura china y su impacto internacional.

Las 189 piezas que la componen —93 de la colección Franz Mayer y las demás provenientes de ALAR, Mariano Rivera Velázquez, Galerías Cristóbal y una particular— fueron elaboradas principalmente entre finales del siglo XVI y principios del siglo XX, lapso que el mismo recinto describe como de gran impacto para las artes chinas debido a que su exportación influyó en las tendencias de moda, ornamentos y el imaginario sobre la sociedad del país asiático en Europa y América.

El recorrido consta de una introducción y cuatro núcleos que no solo despliegan una gran cantidad de obras de porcelana, sino que incluyen bronces, lacas, textiles, esmaltes y marfiles de fina manufactura. Al inicio, se muestran antecedentes con algunas obras invitadas como un dromedario de la dinastía Tang y un plato en porcelana celadón de la dinastía Song. Mientras que en la primera mitad aparece arte elaborado durante las dinastías Ming y Qing, que aportaron técnicas y objetos suntuarios para uso dentro de China, pero que saldrían de sus fronteras.

“Hasta antes de la dinastía Ming, en China se utilizaban algunos esmaltes blancos, blancos verdosos, el verde celadón de la dinastía Song, la familia de tres colores —vidriado que lleva un amarillo anaranjado intenso, marrón y verde—. De hecho, tenemos una pequeña muestra de guardianes y leones de fu con estos tres colores. Sin embargo, la gran aportación de la dinastía Ming es el perfeccionamiento del blanco para la porcelana y del azul cobalto; dominó este material para que en lugar de que se escurriera pudiera trazarse finamente con pinceles”, explica en entrevista el curador Abraham Villavicencio.

“La dinastía Qing va a ser una explosión de color, porque se introducen los esmaltes sobre vidriado. Es decir, cuando una pieza de porcelana sale del horno se le llama biscuit. Sobre ese biscuit se aplica el esmalte azul cobalto y luego la capa vidriada. La dinastía Qing, especialmente con el emperador Kangxi, inicia el contacto con los esmaltadores occidentales. Se introducen esmaltes que se cuecen a menores temperaturas que la capa de vidriado que recubre a toda la pieza y se abre la paleta a colores que no se conocían en la porcelana”.

Guardianes y leones de fu elaborados con cerámica con esmaltes sancai de plomo o familia de los tres colores (amarillo, marrón y verde) de la dinastía Ming de China. Cortesía: Museo Franz Mayer

La segunda mitad de la exposición tiene un giro interesante: presenta una adecuación decorativa de las piezas a la visión occidental. Así, se dedica incluso el último núcleo a la chinoiserie, un estilo artístico con el que se retoman características del arte chino para remedarlo.

“Cuando hablamos en el tercer núcleo del arte para exportación, vamos a notar temas que fueron dedicados específicamente para el comercio exterior con escenas de la vida cotidiana. El núcleo cuatro, el de las chinerías, (muestra que) a partir de las artes decorativas que fueron circulando, los reinos europeos y la Nueva España hacen su interpretación del mundo chino. 

“El gusto por los objetos chinos va a hacer que haya una demanda importante de objetos al modo chino —por eso también los llamamos achinados— y curiosamente vamos a reconocer ahí algunos elementos que ya nos van a ser muy propios de otras latitudes: escenas europeas pero con personajes chinos, arquitectura virreinal habitada por personajes chinos”, señala el experto.

Otro ejemplo son los textiles. De acuerdo con Villavicencio, los mantones de China, o mantones de Manila, formaron parte de la vestimenta tradicional en España y Nueva España. Muchos de ellos venían a través de la Nao y hasta el día de hoy forman parte del traje flamenco. Pero, sin duda, uno de los datos que más sorprende es cómo se infiltraron el blanco y el azul de la porcelana, que fueron pieza clave en la dinastía Ming, en la talavera poblana.

“Es una larga historia. En Irán se descubre el azul cobalto. China introduce el azul cobalto por esa influencia persa. La porcelana china empieza a tener reconocimiento y despierta mucha inquietud entre los pueblos del cercano oriente… Llegan a Irán las porcelanas chinas; son muy caras, no pueden hacerlas ellos porque no tiene caolín, entonces cubrían las piezas con un blanco estannífero y sobre esas ponían las mismas decoraciones azules. Esa es la misma técnica que se hace en Puebla”, cuenta el curador.

Varios objetos utilitarios y decorativos se adaptaron al gusto occidental tratando de mantener la estética china; a esas “imitaciones” se les denominó objetos “achinados” o chinoiserie. Cortesía: Museo Franz Mayer

“Tesoros de China. Porcelana y artes decorativas” se exhibirá hasta el 26 de junio de este año. De paso, no olvides visitar su otra muestra “Disonancia mexicana“, donde se explora la relación entre la identidad y el diseño contemporáneo en México.