Lleve su catálogo como un recuerdo

Cultura

Lleve sus catálogos de arte como recuerdo

¿Cuántas veces, al terminar de recorrer una exposición, se han quedado con ganas de llevarse un pedacito de ella a casa? Quizás el fenómeno de la selfie de museo sea una forma de hacerlo —concediendo que el espectador es un amante del arte—; sin embargo, hay otra forma de rememorar esa muestra que los ha dejado cautivados y, de paso, clavarse un poco más en el discurso curatorial o las investigaciones de los especialistas respecto al artista. Sí, ya sé que suena a #alertañoño, pero hacerse de los catálogos de arte que se imprimen para las distintas exposiciones de nuestra ciudad es el mejor recuerdo que van a tener.

Pienso en el que recientemente editó el MUAC sobre su expo de Yves Klein. En la tienda vendían el propio, además de un libro monográfico de la editorial Taschen. Era difícil elegir entre uno y otro, ambos eran de magnífica calidad, y es mucho decir que se le pueda competir en ese sentido a la editorial de origen alemán. De igual forma pasa con los catálogos de las exposiciones del Museo del Palacio de Bellas Artes y del Museo Nacional de Arte. El que Bellas Artes imprimió a propósito de la exposición de Toulouse-Lautrec tenía en su portada a Aristide Bruant, el mítico hombre de la bufanda roja, y era de pasta dura con acabados en tela. Al abrirlo, uno se daba cuenta de que, además, contenía de regalo un cartel con la obra del artista de la bohemia francesa.

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El correspondiente a la muestra de “Los discursos de la piel”, de Felipe Santiago Gutiérrez, a cargo del Museo Nacional de Arte, era una delicia de selección de obras, textos y composición. Por eso, ahora que reviso el de “Caravaggio. Una obra, un legado”, también del Munal, da emoción decir que lo volvieron a hacer. Está escrito a ocho voces (con expertos mexicanos e italianos), y su cuidado editorial es impecable. Finalmente, uno se hace de impresos esperando eso.

Yo que ya tengo varios catálogos de arte en mi librero, créanme que revisarlos me saca una sonrisa, porque me devuelven a la sala del museo y me hacen pensar que sabemos hacer las cosas muy bien.

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