Ilustración: José Carlos Marín

¿Cómo podemos contaminar menos?

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La semana pasada, durante nueve días, La Ciudad de México quedó bajo una nata de humo. Si ya no queremos volver a vivir algo así, todos tenemos que poner nuestro granito de arena

El cielo era gris y al abrir las ventanas el aroma a quemado inundaba las casas. Edificios, volcanes y los monumentos más importantes de la capital dejaron de verse desde las alturas. Las escuelas pararon clases, los autos dejaron de circular y las autoridades decretaron medidas extraordinarias: la contaminación cubrió la Ciudad de México por nueve días.

De acuerdo con información oficial del Gobierno de la Ciudad de México, los incendios forestales que ocurrieron en la Zona Metropolitana del Valle de México (ZMVM) desde el 9 de mayo, generaron alta concentración de uno de los contaminantes atmosféricos más agresivos: las partículas PM2.5.

Las PM2.5 unas partículas muy peligrosas

Su tamaño es equivalente al grosor de un cabello humano. Son capaces de colarse hasta los pulmones y de ahí al torrente sanguíneo, e incluso han sido relacionadas con algunos tipos de cáncer, explica Ana Rosa Moreno, especialista de la Facultad de Medicina de la UNAM.

La concentración de partículas finas, las altas temperaturas registradas en la ciudad y las bajas velocidades de los vientos no permitieron la dispersión de contaminantes, lo que provocó que durante nueve días la ciudad se mantuviera bajo una nata dañina para el organismo.

Aún así tuvieron que pasar seis días para que se decretara una alerta ambiental extraordinaria; la razón, dijeron las autoridades, es que no existe un protocolo de actuación para las concentraciones de las partículas PM2.5.

Así puedes cuidar tu salud

De acuerdo con Gaceta UNAM, en México ocurren alrededor de 21 mil muertes al año asociadas con la mala calidad del aire; sin embargo, los chilangos subestimamos la cuestión “porque para nosotros la contaminación es un problema cotidiano, y al verlo así, ya no lo percibimos”, explica la doctora Ana Rosa Moreno.

Entre las sugerencias, destacan mantenernos pendientes a los mensajes y recomendaciones de las autoridades y no realizar actividad física en exteriores durante los días de mala calidad del aire. Es importante monitorear tu estado de salud y no dudes en acudir al médico si presentas afectaciones en las vías respiratorias, conjuntivitis, otitis y dolor en el pecho.

Otras de las complicaciones que podrían presentarse son alergias leves, dolor de cabeza e irritación menor en los ojos y mucosas.

Si vas en bicicleta, utiliza una máscara con filtro; trata de no asolearte entre las 11:00 y las 16:00, y colócate bloqueador solar y lentes oscuros con filtro UV para protegerte de la radiación. Hidrátate con agua natural y si no tienes necesidad de salir, quédate en casa.

¿Cómo puedes bajarle a la contaminación?

Todos conocemos alguna acción para disminuir nuestra huella, para bajarle a lo que contaminamos, pero en días como los que se han vivido en la Ciudad de México, vale la pena recordarlas.

Entre las medidas básicas está reducir el uso del automóvil. Sustituirlo lo más posible por transporte público, la bicicleta y andar a pie en distancias cortas.

Aunque no lo creas, dejar el carro es un gran beneficio: de acuerdo con la Encuesta Origen-Destino del Inegi, en cada vehículo que circula en la Zona Metropolitana viaja una sola persona a la vez, así que si tomas una alternativa no solamente dejas de producir contaminación con tu automóvil sino que se reduce el tráfico y eso significa menos ozono para la ciudad.

Otra forma de bajarle a nuestra contaminación es al sustituir las bolsas y botellas de plástico pues tardan en degradarse hasta 150 años.

Lo ideal es utilizar bolsas de tela, cilindros o termos, para reducir una parte de los entre 1.5 y cuatro kilos de basura que cada capitalino produce al día, de acuerdo con el Inventario de Residuos Sólidos de la CDMX.

¿Has notado cuánto unicel utilizas al día?

Un hecho similar ocurre con el unicel. La Ciudad de México genera el 30% de lo que se desecha a nivel nacional. Este material, hecho de plástico y aire, se considera de un solo uso, por lo que si vas a pedir tu comida para llevar puedes sustituirlo por tuppers, vasos y platos que no harán gran diferencia al cargarlos en tu bolsa o mochila, pero sí tendrán un gran impacto en el ambiente.

Las pilas y desechos electrónicos —como cables, computadoras, televisiones, refrigeradores y celulares— son grandes contaminantes. En la CDMX existen dos formas correctas de deshacernos de la basura electrónica: los domingos los puede recibir el camión que pasa en la esquina de tu casa o cada mes la Secretaría del Medio Ambiente realiza el Reciclatrón y el Mercado de trueque en diferentes puntos de la ciudad, donde te cambian tus desechos por fruta, verdura, plantas o semillas.

Datos del Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático (INECC) indican que hasta 2014, a nivel nacional, cada año se generaron hasta 358 mil toneladas de residuos electrónicos, equivalente a 3.2 kilos por persona, los cuales producen sustancias peligrosas al contener plomo, cadmio, mercurio, cromo, arsénico, níquel, cobre, zinc y cobalto. Se estima que solo el 10% se recicla, 40% permanecen almacenados en las casas y el 50% restante llega a chatarreros y tiraderos no controlados.

Para contaminar menos puedes modificar acciones cotidianas: dejar de fumar reduciría las emisiones de dióxido de carbono, lo mismo que dejar de utilizar aerosoles (como pintura y productos de belleza). Puedes cambiar tus productos de limpieza por versiones biodegradables, debes separar la basura en las diferentes clasificaciones y evitar cocinar con leña, carbón ni quemar pirotecnia. Reducir nuestra huella requiere cambiar acciones cotidianas.

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